La peluquería se llama Teo, pero nuestro protagonista es José Ángel, el relevo de Teo desde el año 2000 al frente de este pequeño comercio de la calle Palencia en Vitoria.

Entre los barrios de Arana y Aranbizkarra, esta peluquería de caballeros es todo un referente entre los clientes mayores de la zona, y entre muchos agricultores y ganaderos del resto de Álava, que cuando vienen a Vitoria aprovechan para cortarse el pelo en esta peluquería de barrio.

"Todo comenzó estando en la mili", recuerda José Ángel (nacido en Llodio pero vecino de Sansomendi) sobre sus comienzos en esta profesión.

En el año 1981 le llamaron a filas y tuvo que hacer el servicio militar obligatorio en Cádiz. "Cuando llegamos, un cargo militar nos convocó a todos los nuevos reclutas en una sala para explicarnos que se necesitaban voluntarios para trabajar de electricistas, fontaneros o peluqueros. No nos pedían experiencia previa porque aprenderíamos allí, en el cuartel".

A José Ángel desde pequeño siempre le había llamado la atención, cuando iba a la peluquería con su padre, el trabajo que hacía el barbero, lo meticuloso que era con la navaja y las tijeras.

"Así que levanté la mano cuando pidieron voluntarios como peluqueros". Y allí, en un cuartel de Cádiz, José Ángel cortó por primera vez el pelo. "El primer trabajo que tuvimos fue rapar en dos días a unos 300 soldados que habíamos llegado al cuartel". Luego le trasladaron a Ceuta, donde hizo la mayor parte de la mili, y continuó con su formación como peluquero gracias a un cabo que le fue enseñando.

Licenciado y de vuelta a Llodio

Una vez licenciado y de vuelta a casa en Llodio, tocaba el momento de decidir qué camino seguir con su vida. Hablándolo con su padre, José Ángel vio que formarse como peluquero podía ser una oportunidad interesante de cara a su futuro laboral. Dicho y hecho. Con esfuerzo y estudiando mucho, se sacó en un año la titulación en una academia de Bilbao.

Recuerda con mucho cariño los primeros años de profesión, cuando trabajó en una peluquería de Llodio, entre 1985 y 1990. Pero al tener la novia en Vitoria, José Ángel iba mirando el periódico todos los días a ver si veía algún anuncio por si necesitaban peluqueros en Vitoria. Hasta que llegó ese día.

"Vi un anuncio en el periódico donde se necesitaba un oficial de peluquería en Vitoria y llamé para interesarme. Me hicieron una prueba, tuve que llevar a un amigo y cortarle el pelo para que los dueños vieran cómo trabajaba, y me contrataron".

Era una peluquería en la calle Dato, junto al Banco de Vitoria, con mucha clientela y donde trabajaban tres peluqueros. "Allí estuve cinco años hasta que cerraron y me cambié a otra peluquería en Heraclio Fournier".

Y llegó Teo en su busca

Hasta que llegó Teo para reclutarle y tentarle con una oferta. "En una ciudad como Vitoria la mayoría de los peluqueros nos conocíamos gracias a las asociación a la que pertencíamos".

"Teo era un peluquero de gran experiencia, primero estuvo trabajando en el Casco Viejo, en el Cantón de Santa María, luego en la calle Olaguíbel, hasta que abrió su propio negocio en la calle Palencia", en palabras de José Ángel.

Antes de jubilarse, Teo le ofreció si le interesaría seguir a él al frente del negocio. En ese momento, José Ángel estaba muy a gusto como empleado en una peluquería en la calle Heraclio Fournier, pero vio que era la oportunidad para ponerse al frente de su propio negocio.

"Estuvimos juntos unos meses para ver cómo era el funcionamiento de la peluquería e ir conociendo a los clientes, hasta que Teo finalmente se jubiló y me quedé yo solo, hace ya 22 años".

Sacrificado pero muy gratificante

El trabajo en esta peluquería incluye estar al frente del negocio desde el lunes a las 9.30 horas de la mañana hasta el sábado al mediodía.

"Es un trabajo sacrificado porque hay que estar mañana y tarde, sábados por la mañana incluidos, sin fines de semana libres, salvo algún puente", reconoce José Ángel. Su horario es de 9.30 a 13.15 horas, y de 16.00 a 20.00 horas.

Pero al mismo tiempo habla con mucho cariño de una profesión que es muy gratificante. "Soy muy afortunado por el trabajo que tengo, porque me gusta mucho y es un privilegio y un lujo el contacto diario con la gente".

José Ángel tiene claro una cosa, después de tantos años de experiencia: no hay dos clientes iguales, cada persona que se sienta en la peluquería es un mundo.

La mayoría de sus clientes, gente mayor de la zona y de pueblos de Álava, le piden cortes clásicos. "Diría más, la mayoría sólo quiere cortar, sin lavar ni arreglar la barba".

Por este motivo, las nuevas peluquerías que se están abriendo en Vitoria no le suponen una competencia directa. "Son negocios que están más dirigidos a gente joven que busca cortes modernos, innovar y precios muy baratos".

La pandemia golpea a las peluquerías

Los peores momentos como comercio de barrio los ha vivido en varias etapas. Primero en el año 2008 con la fuerte crisis económica internacional tras el derrumbe de las hipotecas que afectó a todo el mundo, incluidas las tiendas de barrio.

Y después con la llegada del covid y la pandemia en 2020. José Ángel es rotundo: ha sido catastrófico para los pequeños comerciantes alaveses, que han visto reducir drásticamente sus ingresos.

En el caso de las peluquerías, lo han notado enormemente debido al miedo extendido entre la gente a salir de casa y al contagio, a pesar de que estos negocios desinfectan y limpian continuamente todo el instrumental que utilizan y el mobiliario.

"Es un servicio en el que tenemos que estar siempre en contacto con el cliente para hacer nuestro trabajo, apena a medio metro de distancia".

Clientes que han pasado el covid

Estos meses José Ángel ha conocido casos muy complicados de clientes mayores del barrio que se contagiaron de covid y que tuvieron que pasar tiempo entubados en la UCI de Txagorritxu, y muchos todavía con secuelas.

"Nada más entrar, te das cuenta del deterioro físico que traen algunos clientes, y ellos mismos te van contando la terrible experiencia por la que han pasado en el hospital, y luego en casa recuperándose", explica José Ángel.

Al contrario de lo que pueda pensarse, no a todos los clientes que acuden a una peluquería les gusta hablar. "Tenemos que ser un poco psicólogos para saber escuchar todo lo que te cuentan, somos como un confesionario, nos enteramos de todo".

"Pero también hay momentos en los que llegan clientes que solo quieren que les cortes el pelo, no les gusta o no les apetece hablar, y hay que entenderlo".

Cuatro años y medio para sobrevivir y jubilarse

Apenas le quedan cuatro años y medio para jubilarse. "Tenemos que sobrevivir como sea", dice José Ángel mirando el recorrido que le falta para que llegue ese momento. Lo que tiene claro, después de toda una vida trabajando en el sector, es que al pequeño comercio en Álava cada vez le cuesta más sobrevivir.

"Lo que nos ahoga es la presión fiscal muy alta a la que estamos sometidos", denuncia contundente. El sector lleva decenas de protestas en la calle frente a las instituciones para pedir volver al IVA reducido y pasar así del 21% que soportan al 10% (cabe recordar que el IVA reducido ya lo tenían hasta el año 2012).

Esta subida desproporcionada hizo que los salones asumieran ese gasto ya que no lo iba a pagar la clientela. "No podemos subir los precios a los clientes. Nos cuesta mucho asumir los gastos, pagar los impuestos y sacar para sobrevivir", señala José Ángel, que recuerda que llevan años tributando al 21%, cuando han sido considerados como un sector esencial.

Piden flexibilidad a la Diputación

Ante esta situación tan complicada, este peluquero de Vitoria lanza un mensaje directo a las instituciones alavesas. "Los comercios de barrio salimos de la pandemia con pérdidas. Necesitamos un respiro, no que nos ahoguen ahora con el TicketBai".

Se trata de un sistema de facturación con huella digital que entrará en vigor este mismo año en Euskadi, en el caso de Álava en octubre. Implica que todas las personas físicas y jurídicas que ejercen una actividad económica en el territorio deberán expedir sus recibos con código QR para permitir a las haciendas el control de ingresos con el objetivo de luchar contra el fraude fiscal.

Con respecto a esta nueva aplicación (al menos un software y una impresora) que tienen que empezar a instalar comercios y hostelería en Vitoria, José Ángel explica que además de la inversión económica que requiere, "necesitamos formación y tiempo para adaptarnos, y ahora no es el momento adecuado".