La parroquia de la Invención de la Santa Cruz, en Maeztu, ha visto cómo un relojero experto en estas antiguas maquinarias ha vuelto a dar vida al reloj que ocupa la parte superior de una torre adosada al cuerpo de la iglesia, más baja que la torre-campanario, y donde un papamoscas mueve la mano cuando suenan las señales horarias.

Cuenta la hasta hace pocos días presidenta de la Junta Administrativa, Ana Suso, que durante la pandemia el reloj también se paró y que "como es algo que aquí en el pueblo se echaba mucho en falta, lo mismo que ver al papamoscas dando las horas y las medias", se decidió que era una inversión que el concejo tenía que hacer porque "venía a verlo mucha gente, pero no se movía, no funcionaba".

Los representantes del concejo estuvieron realizando gestiones y la mayoría de los relojeros consultados lo que sugerían era colocar un reloj digital, pero en la Junta no querían esa solución. "Lo que queríamos era restaurarlo", apunta Suso.

A ese problema se añadía otro. Y es que el reloj, como la torre, dependen del Obispado, por lo que tuvieron que hacer "una cesión de uso", para que les permitieran arreglarlo. Suso comenta que se imaginaban que el Obispado no lo iba a arreglar y para evitar problemas se tramitó esa petición para hacerlo el pueblo.

"Como si fuera nuestra"

Y es que el reloj "es como si fuera nuestro", apunta Suso. "Es como la ermita, que son del Obispado, pero el mantenimiento siempre lo hemos hecho nosotros y forma parte de nuestra cultura", apunta la expresidenta de la Junta Administrativa. Suso insiste en que el reloj es uno de los dos principales recursos de atracción de visitantes a Maeztu. "Eso y la fuente de los ocho caños", añade.

En cuanto a la historia de este reloj, Suso cuenta que el relojero que lo arregló comentó que en la esfera aparece el nombre de Fábrica de Relojes Hijos de I. Murúa, una familia de Vitoria, pero no se refleja el año de construcción.

Este trató de encontrar alguna referencia en el interior de la maquinaria, pero no vio nada, pero se cree que tiene más de un siglo. "Curiosamente hay otro idéntico en Amurrio, pero no lo tienen funcionando", puntualiza.

Un relojero toledano

Este trabajo de restauración lo ha tenido que realizar un relojero de Toledo, Javier Castillo. Los vecinos de Maeztu bajaron las piezas siguiendo las instrucciones del relojero, que se las llevó a su taller. Después terminó de desmontar completamente la maquinaria, las revisó, las restauró y volvió a Maeztu.

Con ayuda de varios vecinos, volvieron a subir las piezas y en la pequeña torre el relojero lo volvió a montar, pieza a pieza, sin añadir ninguna más. Está completo y en funcionamiento, pero restaurado.

Para la Junta ha sido una inversión grande, porque lo han financiado íntegramente con sus fondos, "pero es que creíamos que lo teníamos que hacer", porque para los vecinos, ese reloj y su sonido forman parte de sus señas de identidad.

La intervención. La parroquia de la Invención de la Santa Cruz, en Maeztu, ha visto cómo un relojero experto en estas antiguas maquinarias ha vuelto a dar vida al reloj que ocupa la parte superior de una torre adosada al cuerpo de la iglesia, más baja que la torre-campanario, y donde un papamoscas mueve la mano cuando suenan las señales horarias.

Un relojero toledano. Durante la pandemia, al igual que buena parte de la humanidad, el reloj también se paró y desde el concejo decidieron que su restauración era necesaria. Sus representantes estuvieron realizando gestiones y la mayoría de los relojeros consultados sugerían colocar un reloj digital, pero en el pueblo rechazaron esa solución. Finalmente, un relojero de Toledo, Javier Castillo, se ha encargado del trabajo.

Historia. En la esfera del reloj aparece el nombre de Fábrica de Relojes Hijos de I. Murúa, una familia de Vitoria, pero no se refleja el año de construcción. El relojero trató de encontrar alguna referencia en el interior de la maquinaria, pero no vio nada, aunque se cree que tiene más de un siglo.

Expresidenta de la Junta de Maeztu