l pasado día 1, Eusko Ikaskuntza presentó en Maeztu el trabajo que han realizado por todo el territorio para visibilizar la nueva ruralidad en el siglo XXI, un conjunto de iniciativas que se están desarrollando y permitiendo recuperar la vida y actividad en el medio rural alavés.

En el encuentro celebrado en Maeztu se expusieron algunas de las iniciativas que se han recogido en un catálogo que refleja esa capacidad emprendedora, como fueron la propuesta gastronómica innovadora (Edorta Lamo, de Restaurante Arrea!), el obrador de pan y agrodenda (Anna Montserrat, de Mendialdeko Ogia), el espacio de creación Azala (Idoia Zabaleta, de Espacio Azala), la rehabilitación de caseríos vacíos (Gorka Egia, de Egia Aholkularitza), el reacondicionamiento de viviendas rurales (Leyre Carlos, de ADD Home Staging) y la movilidad positiva para el medio rural (Patxi Miranda, de Kudea Go!).

Previamente la Sociedad de Estudios Vascos, siempre en colaboración con la Diputación alavesa y la Fundación Vital, había celebrado un encuentro similar en Añana donde se presentaron otras, en concreto: la gestión sostenible de bosques (Iñaki Etxebeste, de Cooperativa Errez), la producción de humus de lombriz (Andrea Cortés, de Humus de Añana), la sala de escape en Audikana (Conchi Jiménez, de Lautada Puzle Room), el proyecto de comunicación transmedia (Aritz Ibáñez, de Mendialdea Radio) y las comunidades energéticas (Rafa Larreina, de Cooperativa EMASP.

Una de las iniciativas expuestas era la de Azala, Espacio de creación. Sus promotores en el año 2008 fueron Idoia Zabaleta (bailarina) y Juan González (artesano) y el lugar elegido para su proyecto fue Lasierra, un pequeño concejo de la comarca de Añana, del término de Ribera Alta. Creado inicialmente como un espacio de creación, el interés de muchas personas llevó a los promotores a desarrollarlo hasta configurar un espacio con infraestructuras y con alojamientos.

Lasierra es un pequeño, pero emprendedor, pueblo con 12 habitantes que conforman la que ya es la primera comunidad energética de Álava. Es tierra de trigo y alubia pinta, también de patata y remolacha. Situado a 649 metros de altura se ve la sierra de Tuyo al Noroeste, al sur San Formerio y detrás la Sierra de Cantabria. Cuando hay viento sur, se oye Miranda de Ebro y por lo demás está cerca de todo, de Gasteiz, Bilbao, Donostia, La Rioja, Valderejo, Salinas de Añana...

Explican los promotores que la idea de poner en marcha Azala se remonta a 1998, cuando Idoia y Juan se instalaron en Lasierra y comenzaron a ahorrar para comprar un terreno enfrente de su casa. Fue en 2008 cuando lograron la ayuda Leader y en 2009 el Ministerio de Cultura les dio apoyo para la creación de nuevos espacios escénicos, lo que permitió poner en marcha el proyecto en el pleno período de crisis. Con aquel dinero se pudieron construir las cinco casitas, el txoko y la primera sala educativa.

En 2017 recibieron el premio Gure Artea de manos del Gobierno Vasco. En 2018, con el objetivo de dar visibilidad a las alternativas ubicadas en el territorio, se puso en marcha el proyecto de la colección de cuentos Borradores del futuro y Azala se involucró en la creación de bosques sanos y de la comunidad energética en Lasierra.

Pero el camino no ha sido sencillo y aunque se logró apoyo de algunas instituciones, como las mencionadas, la municipal no facilitó las cosas, provocando dificultades para la puesta en marcha de nuevas dinámicas culturales en el territorio.

Una de las iniciativas, acometida además durante la pandemia, fue la puesta en marcha de varios proyectos como la publicación de tres fábulas de Borradores del futuro. Otras fueron el programa de estudio para mediación cultural en el territorio alavés Lab-a, el apoyo a numerosas artistas en situaciones precarias, el fomento de la creación de la comunidad energética de Lasierra, la recuperación del antiguo manantial y el camino de Cueva de Lobos o la plantación de nogales, entre otros.

La cuestión es que desde que comenzó a desarrollarse el proyecto Azala en Lasierra viven otras ocho personas más en el propio pueblo. Por lo tanto, se puede decir que el proyecto ha tenido un impacto demográfico positivo. Asimismo, de cara al ámbito económico, en el espacio de creación se venden productos locales como vino, miel o alubias. En este sentido, Azala genera una actividad económica diferente a la propia.

Además, Azala da visibilidad a iniciativas comprometidas con los nuevos estilos de vida viables con el medio ambiente. Ejemplos de ello es que el pueblo de Lasierra ha ayudado a crear una comunidad energética, también, en el cuidado de bosques. En esta línea, cabe destacar la recuperación de un manantial, la denuncia de los macroproyectos eólicos y la centralización del consorcio de aguas.

En este sentido, refuerzan el capital social de la zona. Participan en redes de cooperación como Añana FemEmprende o Basoalde (Asociación de guías de Baños de Bosque ubicados en la zona norte peninsular, especialmente focalizados en las áreas territoriales de Euskal Herria y Asturias), ofreciendo apoyo a otros proyectos que se quieren desarrollar en el territorio. En esta línea el programa Lab-a trabaja con estructuras locales dedicadas a investigar nuevas formas en la mediación cultural.

Además de la subvención Leader en 2008 y la del Ministerio de Cultura un año después, cada año reciben una ayuda del Gobierno Vasco de 55.000 euros y otra del Inaem de 6.000. En 2021 han recibido una subvención de 15.000 euros de la Fundación Vital para el desarrollo del programa Lab-a.

Remontándose a los orígenes del proyecto, Idoia Zabaleta comenta "la juventud, la ensoñación y la pasión" con la que comenzaron a pergeñar la idea y las casualidades que se fueron juntando como avisando que era posible realizarlo.

Idoia y Juan regresaban a Euskadi tras vivir una experiencia de trabajo y vida con L´animal a l´esquena, de Gerona y con ganas de desarrollar su propio proyecto. "Fuimos muy kamikaces", afirma Idoia, porque las ayudas bancarias llegaron una semana justo antes de comenzar la importante crisis económica de 2008 y poco antes se había puesto a la venta en terreno necesario justo enfrente de su casa. "Tuvimos la suerte de los novatos".

A partir de ahí y con mucho trabajo personal han logrado desarrollar el doble proyecto "de límites apenas apreciables": el centro cultural y los alojamientos turísticos diseñados para la formación de grupos. Hoy, 14 años después de comenzar, pueden afirmar que Azala se ha convertido es un referente de creación cultural tanto a nivel del País Vasco como del conjunto nacional, como se aprecia por sus colaboraciones como Artium, Tabakalera o el centro de cultura Reina Sofía. Y todo en un pequeño pueblo, pero de grandes vecinos que apuestan muy claro por el futuro y su identificación con el territorio.