El año pasado viajó a la capital vizcaína pero, desde ayer y hasta el próximo 30 de enero, la ya tradicional exposición de belenes del mundo que ofrece cada año por estas fechas el Taller-Museo Santxotena de Artziniega ha vuelto a casa y por la puerta grande. De hecho, sus propietarios, Teresa Lafragua y Xabier Santxotena, han dado una nueva vuelta de tuerca al espacio para que, en estos tiempos de pandemia, la muestra -que alcanza su 23 edición- pueda disfrutarse con mayor amplitud, y de forma más agradable.

“Hemos eliminado los expositores en forma de U y planteado todo de forma lineal, apostando por espacios más abiertos, y aprovechando también la planta baja, según se entra, para crear impacto al visitante”, explica Lafragua. Esta no obvia que la modificación ha traído consigo “tener que hacer una cuidada selección de los más de 2.500 belenes que tenemos”, y así el público no encontrará este año montajes de cierto tamaño, tales como el diorama, los de temática agote y el tradicional de cinco metros, con piezas móviles y homenaje a Artziniega, que suele habilitarse en la planta baja del museo.

Con todo, han logrado dar cabida a 2.273 nacimientos de los cinco continentes, 123 de ellos nuevos, que incluyen la novedad de códigos QR “con explicaciones en euskara y castellano”, subraya. La que tampoco se ha sacrificado es la sección infantil. “Siempre nos ha gustado hacer talleres, para que los niños entren en contacto con el arte, así que hemos incluido en esta área tan especial un pupitre en el que encontrarán dos belenes, uno para pintar y otro en recortables, que luego se podrán llevar a casa”, matiza.

Stand estrella

Con todo, el stand estrella de este año es el que homenajea al oficio de alfareros y artesanos cerámicos.

“Llevaba años queriendo hacerlo. Si nuestra colección es la más diferenciadora a nivel nacional, y una de las más importantes de Europa, no solo por el importante número tanto de montajes como de piezas que exponemos, es porque con ellos trabajamos la etnografía y la antropología de pueblos de los cinco continentes, a la vez que fomentamos la obra de artesanos alfareros típica de cada comunidad -un oficio ancestral que se está perdiendo- mediante el encargo de trabajos exclusivos”, incide.

De hecho, a lo largo de todas las secciones se pueden encontrar cientos de ejemplos de lo que comenta Lafragua, aunque esta edición ha querido aunar varias decenas de belenes realizados por alfareros y ceramistas, que son los máximos exponentes de su meta como coleccionista. “Las ferias especializadas suelen diferenciar entre alfarería, en la que se emplea el torno, y cerámica, que es moldeado a mano, pero nosotros los hemos fusionado, porque ambos trabajan la arcilla y ambos son arte. Algo en lo que queremos insistir. Esto no es solo una exposición de belenes, sino una muestra de arte, antropología y etnografía de pueblos de todo el mundo a través de ellos”, subraya.

Y es que tras 23 años de experiencia, en el Taller Museo Santxotena se han dado cuenta de lo mucho que choca al visitante encontrar, sobre todo, belenes abstractos, muy alejados del concepto habitual que todos tenemos de las figuras que integran un belén, como es el caso de un enorme belén de forja, realizado por una artesana de Toledo cuyas figuras hacen un guiño al cuadro Las Meninas de Velázquez. Para solventarlo, Lafragua y Santxotena han jugado con el contraste, poniendo junto a piezas tradicionales otras abstractas, y mezclando alfarería y cerámica.

Así por ejemplo, se pueden encontrar alfareros puros, “como uno de un chico que conocí en una feria de artesanía en Galicia y me ha costado cinco años convencerle de que cree un belén con botijos, a los que ha moldeado las cabezas del niño, José y María y hasta las de la mula y el buey”; o un jarrón de más de un metro de alto “realizado en torno, por Luciano Feinos de Paredes de Nava en Palencia”.

Mientras, en abstractos destaca el homenaje al Gernika de Picasso que nos ha hecho nuestra ya amiga, la artesana Vicenta Hernández de la localidad salmantina de Cespedosa de Tormes, creadora de muchas de las piezas más destacadas de nuestra sección de Castilla-León, así como del belén de temática covid-19”; así como las tres botellas, mezcla de cerámica y vidrio, y de denuncia del daño que estamos ocasionando a nuestros mares y ríos con la basura, “realizadas por la ceramista alavesa, Txaro Marañón, hace tres años”, resalta.

Crítica social y sección textil

Y es que la crítica social tampoco es ajena a esta muestra y de ello dan fe los muchos belenes que adquieren a ONGs y a asociaciones de discapacitados o de mujeres maltratadas, cada año, ya que “con la venta de estas piezas financian su labor”, destacan. En esta edición tampoco faltan las habituales secciones de las regiones del Estado, con espaldas pintadas a mano por la propia Lafragua, y que engloban piezas tan curiosas como un Don Quijote de la Mancha convertido en San José, los reyes magos embutidos en capirotes de las procesiones de Sevilla, o un niño Jesús metido en un kaiku, en cuya comitiva aparecen desde una sardinera y un arrantzale, hasta un pelotari o un ezpatadantzari.

La sección de países tampoco se queda atrás. Los hay de Rusia, África, Polinesia, Filipinas, Portugal, Guatemala, Perú, México, Colombia, Ecuador o Caribe, entre un largo etcétera; así como los impactantes provenzal y napolitano “que este año ha crecido con ángeles nuevos, de ellos, uno negro espectacular”.