a Confederación Hidrográfica del Ebro ha retomado la campaña de caracterización de las poblaciones de náyades en el curso medio-alto del río Ebro, en esta ocasión aguas arriba del embalse de Sobrón, hasta donde se llegó en la anterior campaña, para conocer la composición, distribución y abundancia de estas especies a través de muestreos sistemáticos que permitan obtener una visión global y detallada de la situación de las náyades en el curso medio del río Ebro. De esta forma se completan los estudios realizados con anterioridad, facilitando y agilizando la planificación de las actuaciones de conservación de cauces.

Las náyades o conchas de río son unos bivalvos, como grandes almejas, que viven semienterradas en la arena de los lechos de agua y realizan una continua depuración del agua que pasa por su organismo. Son, por lo tanto, unos elementos clave para la ecología de ríos y pantanos. Su gran enemigo son las especies invasoras, como el mejillón cebra, entre otras.

La cuenca del río Ebro alberga cuatro especies autóctonas de náyades: Margaritifera auricularia, Potomida littoralis, Unio mancus y Anodonta anatina. La situación de las poblaciones de Margaritifera es especialmente preocupante, por lo que la especie se incluye en la categoría en peligro de extinción dentro del catálogo español de especies amenazadas. Además, está protegida por la Unión Europea al estar incluida dentro de la directiva Hábitats.

Las otras tres, aunque relativamente abundantes en canales y acequias de fondos naturales, muestran una clara regresión en el cauce principal del río Ebro, con poblaciones cada vez más exiguas y desconectadas entre sí. La disminución de ejemplares se debe a la presión antrópica sobre sus hábitats, con desaparición de poblaciones de los peces hospedadores de sus larvas (gloquidios) y la introducción de especies exóticas invasoras como la almeja asiática (Corbicula fluminea), el mejillón cebra (Dreissena polymorpha) y la Sinanodonta woodiana.

Los trabajos que ahora se van a realizar complementan las campañas que la Confederación Hidrográfica del Ebro realizó de 2012 a 2020 en el tramo medio: Novillas-Zaragoza-Pina (2012); Quinto de Ebro-Escatrón (Zaragoza) (2013); Castejón-Cortes (Navarra, 2014); Alfaro-San Adrián (La Rioja-Navarra, 2015); Agoncillo-Calahorra (La Rioja-Navarra, 2016); Agoncillo-El Cortijo (La Rioja-Navarra 2017); San Asensio-El Cortijo (La Rioja-País Vasco, 2018); Salinillas de Buradón-San Asensio (La Rioja-País Vasco, 2019) y Pangusión-Salinillas de Buradón (Castilla y León-País Vasco, 2020).

Gracias a estas campañas se han hallado ejemplares no catalogados de Margaritifera más al norte de los reservorios conocidos, e incluso se han encontrado ejemplares en lugares en que se creía extinta la población. Además, estos estudios permiten incluir en los proyectos de restauración fluvial, que reducen el riesgo de inundación en el tramo medio, acciones de recuperación de hábitats y establecimiento de zonas de protección.

En el caso de Álava, la agencia vasca del agua (URA) realizó un estudio de su presencia en los embalses del territorio y de qué forma afectaba a las náyades la progresiva invasión del mejillón cebra. Según el estudio realizado el año pasado, en el embalse de Ullibarri se han recolectado un total de 14.050 mejillones adheridos sobre las 114 náyades evaluadas. El número total de mejillones contabilizados es inferior a los resultados obtenidos en la anterior campaña del 2019 (15.601 mejillones cebra). Sin embargo, el grado de fijación medido sobre las poblaciones de náyades analizadas en 2020 ha sido superior ya que el número total de náyades recapturadas ha sido menor, pasando de 140 náyades en 2019 a 114 en 2020.

Al igual que en 2019, el índice de fijación más alto detectado en 2020 corresponde a la denominada zona V, con 2.998 mejillones adheridos sobre las siete náyades que pudieron ser recapturadas. Esta población se localiza en la cola del río Zadorra, un espacio que se considera una de las áreas de mayor interés ecológico de este embalse y muy interesante desde el punto de vista de conservación de las náyades por las importantes densidades que presenta. Por el contrario, la zona menos afectada es en los términos de Garaio-Mendixur, donde en 2019 ya se observó un descenso significativo en la densidad, aunque en 2020 estas poblaciones han vuelto a experimentar un incremento del índice de fijación de mejillones. En general, en las poblaciones de náyades analizadas en Ullibarri-Gamboa se ha estimado un incremento en la pérdida global de efectivos, pasando de un 58,1% en 2019 a un 67,6%. Por lo tanto, las náyades son poblaciones al borde de la desaparición.

Por su parte, en el embalse de Urrunaga también se ha detectado un aumento generalizado. En 2020 se recolectaron un total de 36.085 mejillones cebra mejillones adheridos sobre las 114 náyades recapturadas y evaluadas, mientras que en el 2019 se contabilizaron un total de 19.560 sobre las 121 náyades recapturadas durante esa campaña.

A pesar de ser dos embalses pertenecientes a una misma cuenca, la tendencia parece ser diferente entre ambos. En el de Ullibarri, la tendencia se ajustaría más a un modelo cíclico, donde las poblaciones de mejillón cebra podrían mostrar ciclos estables con predominio de ciertas clases de edad. En Urrunaga, la tendencia se ajustaría más a un modelo irregular, sin una tendencia clara a largo plazo, sino con grandes fluctuaciones irregulares en la densidad de la población, sin que los mecanismos que impulsan las fluctuaciones estén claros.

En todo caso, los resultados obtenidos certifican la extinción local de alguna de las poblaciones de la náyade, así como una disminución muy significativa de la densidad poblacional en varias de las zonas muestreadas en ambos embalses. Este declive poblacional podría dar lugar a una desaparición, en un corto plazo de tiempo, de muchas de las poblaciones más importantes de náyades que ocupan estos biotopos. Se puede afirmar que, en ambos embalses, en algunos casos concretos, la situación actual es muy alarmante, según URA.