Tras varios amagos, como reconoce el arquitecto técnico Jesús Laskurain, por fin, hoy abre el palacio de Luko como hotel de cuatro estrellas. Dos parejas y un tercer cliente van a estrenar las amplias habitaciones y salones del histórico inmueble. “Podemos decir que desde la semana pasada está operativo, pero, formalmente, abrimos hoy al público”, confirma Laskurain.

Contento por abrir y expectante por saber cómo funcionará el negocio, subraya que se trata de un hotel “muy especial y singular”, no sólo por ser un edificio histórico sino porque sus paredes rezuman arte. Y, aunque no se aventura a asegurar qué perfil de cliente va a pernoctar en el establecimiento, presiente que va a atraer a personas que aprecien el arte, además de buscar tranquilidad. “Desde Turismo, quienes saben de este negocio, nos dicen que en la zona no hay otro alojamiento con estas características”, señala. Se trata de un “hospedaje para estar, no para dormir y marchar”, subraya Laskurain.

El renovado palacio de Luko alberga ya diez habitaciones de hotel, de treinta o cuarenta metros cada una, algunas de ellas con patio interior privado. Destaca el promotor su confort y amplitud, además de las obras de arte que colgarán de sus paredes. “Mi intención era tener todo acabado en julio, pero la obra se ha retrasado”, lamenta.

El palacio barroco de Luko es una casa solariega de planta cuadrada, con dos pequeños escudos que presiden la fachada. Data del siglo XVIII y, al parecer, fue en su día propiedad de los herederos del obispo Bernal Díaz de Luko. Laskurain ha rehabilitado el inmueble, muy deteriorado, transformándolo en una amplia vivienda en la que ha residido durante los últimos catorce años.

Ahora, sin necesidad de alejarse, da un paso más para sacarle partido a los mil metros cuadrados útiles de palacio, rodeados de un amplio jardín, ya que, dentro de la propiedad, hay un anejo al edificio principal, que el arquitecto ha reconvertido en su nueva residencia. Este hotel es el primer alojamiento para pernoctar de Luko, una pequeña localidad de Arrazua-Ubarrundia. Además de alojamiento para dormir en Gorbeialdea, ofrece desayunos en el exterior, en una terraza al aire libre, y comida para los alojados. También la posibilidad de realizar actividades de ocio y tiempo libre en instalaciones cercanas, como el campo de golf de Larrabea, el club náutico del pantano o el parque tecnológico de Miñano.

En cuanto a su potencial clientela, el arquitecto técnico no descarta un mezcla de turistas y clientela de negocios, dada la ubicación del palacio, aunque ve más probable lo primero. “Cada vez hay más visitantes que se decantan por la zona rural para pasar las vacaciones; senderistas que dedican sus días de ocio a recorrer rutas, como el Camino Ignaciano de Santiago, pero que buscan un alojamiento de calidad, o quienes participan en salidas de vehículos clásicos, que eligen edificios singulares para sus concentraciones”, manifestó cuando todavía estaba enfrascado en la obra.

Destaca su promotor y propietario, no sólo por estar en un edificio histórico sino por la amplitud de sus habitaciones y salones y porque rezuma arte por todos los rincones debido a las pinturas de sus paredes.

XVIII

El palacio barroco de Luko, localidad del municipio de Arrazua-Ubarrundia, es una casa solariega de planta cuadrada, con dos pequeños escudos que presiden la fachada. Data del siglo XVIII y, al parecer, fue en su día propiedad de los herederos del obispo Bernal Díaz de Luko.