- ¿Abusamos del uso de las tecnologías? Probablemente, esa pregunta se la harán muchas personas en esta sociedad interconectada en la que, con asombrosa facilidad, podemos relacionarnos y entablar amistad con personas que se encuentran en la otra punta del globo. Porque, aunque estas nos reportan grandes beneficios, tampoco están exentas de producir, a la larga, una posible adicción.

Según la psicóloga de Asajer, Asociación Alavesa de Jugadores en Rehabilitación, Ana Herrezuelo, son varias las señales a las que debemos atender para analizar si nosotros o nuestros hijos tenemos una adicción al teléfono móvil y a las tecnologías en general. Porque, el verano puede ser una gran oportunidad para realizar lo que se conoce como "desintoxicación tecnológica", pasar unos días alejados de estos aparatos.

"Parece que el resto del año hay una rutina establecida y preocupa menos, pero cuando llega el tiempo libre, con las dificultades que muchas veces los adolescentes y los niños pueden tener de ocupar el tiempo libre, hay una tendencia a que hagan un uso frecuente de lo tecnológico", señala la psicóloga de Asajer, que al mismo tiempo matiza que, en la medida en que están mucho tiempo, se pueden encontrar con mayores dificultades, "no solamente en cuanto al uso que hagan, sino también en lo que pueden irse encontrando".

Por eso, considera que en verano las normas "igual son más relajadas, pero hay que mantener unas pautas mínimas". En la actualidad, acude a la asociación gente que les comenta que ha habido una "relajación" durante la pandemia, en la que los jóvenes tenían incluso que asistir a sus clases haciendo uso de las tecnologías, y ahora "no lo ponen fácil a la hora de ir soltando aquello que han ido consiguiendo".

El de vacaciones, además, lo califica como un periodo en que "los problemas se aparcan", y afirma que donde más llamadas han apreciado ha sido durante el confinamiento y después del mismo, mientras se ha producido el curso escolar. "En vacaciones no solo los chavales se relajan, sino también las familias".

Una forma de realizar esa desintoxicación es, según Herrezuelo, ir a un sitio en el que no haya conexión a Internet como la puede haber en una casa. "Se ve que los chavales, en el momento en el que tienen que prescindir de las tecnologías por esos hechos, no lo llevan tan mal", explica. Cuando hay que desintoxicarse en lo digital, asegura que "se adaptan. El problema llega cuando tienen esa opción y depende de ellos. Es ahí donde tienen más dificultad".

Por ejemplo, cuando les han castigado o se les ha perdido el móvil y tienen que estar un periodo de tiempo sin él, "al principio se ponen más nerviosos, pero pasado el tiempo se adaptan". Y es que es ahí donde se ve que "muchas veces hay que valorar si tienen tanto enganche como puede parecer en un momento determinado". Porque esa ansiedad inicial considera que podría formar parte de lo que le podría pasar a cualquier persona. "Incluso a los adultos, si nos hemos acostumbrado a utilizar algo y nos gusta, si un día nos planteamos dejar de usarlo un tiempo, al principio lo vamos a echar de menos", reitera ella. Cuando se habla ya de adicción, la persona va a estar mucho tiempo usando las tecnologías y, aunque luego habría que valorar más aspectos, se habla de adicción cuando alguien usa la tecnología de 5 horas en adelante de forma diaria y mantenida en el tiempo.

Además del tiempo que se invierte en su uso, la persona que sufre una adicción está "constantemente pensando en lo que tiene que ver con ellas. Suena el móvil y no puedo esperar". Asimismo, cuando alguien tiene un problema suele ocurrir que cuando la familia pone un control o límite, reaccionan de forma "agresiva"; o bien verbal, o incluso con violencia. "Pueden romper cosas o incluso pueden llegar a agredir a la familia".

Actualmente, las tecnologías facilitan además lo que se llama salud digital, mediante la que podemos ver el tiempo que pasamos conectados. Según Herrezuelo, esto puede "venir bien a nivel personal, y también para las familias, que la tecnología pone herramientas que pueden ayudar a que una familia pueda controlar el uso de esa persona. Igual es más complicado el contenido en el que esté conectado".

En ese sentido, recuerda la psicóloga que la confianza juega un papel importante, porque "se hizo en su día algún estudio para ver cuántos adolescentes estarían por la labor de contar si les pasase algo en la red, y creo recordar que únicamente el 1% afirmó que lo contaría".

Algo que preocupa también a Herrezuelo es el uso de los videojuegos, una preocupación que se ha extendido durante el confinamiento, porque han estado recibiendo más llamadas sobre estas cuestiones. Ahora, hay personas que llegan incluso a robar a su familia, algo que antes no se producía porque el dinero no era un elemento asociado al videojuego más que lo que te costara el mismo. En estos momentos, con las compras dentro de los juegos, se han dado casos de niños que han usado la tarjeta de sus padres, o les han robado dinero para usarlo en algo relacionado con el videojuego. "Además, el acoso también en los espacios que tienen que ver con los videojuegos cada vez es más común que se produzca, porque lo que pasa en la calle termina pasando en la red".

Porque, según Herrezuelo, el aburrimiento también puede ser algo que "aumente el uso de las tecnologías", y es por eso que habitualmente atienden en la asociación a jóvenes de 12-15 años con adicción a las tecnologías. "A veces el adolescente no quiere venir y trabajamos con la familia", y puede haber otras familias que quieren tener información de cómo actuar antes de darles ciertos aparatos. Hay, en definitiva, diferentes razones para acudir a Asajer, y a veces acuden cuando la situación ya es grave.