- En circunstancias sanitarias normales, hoy jueves el sector primario de Llodio estaría celebrando su día grande de las fiestas de San Roque, con el tradicional mercado de productos baserritarras que alberga cada año la Avenida Zumalakarregi. Sin embargo, no solo estamos en pandemia y sin fiestas, sino que el sector ganadero lleva desde principios de julio sin el servicio del matadero local, único de la provincia de titularidad municipal.

De hecho, sus instalaciones están bajo un cierre temporal y preventivo, decretado por el Ayuntamiento. “Tras detectarse posibles deficiencias en la gestión de residuos y su tratamiento” y de cara a “evitar que puedan surgir otros problemas de tipo medioambiental”, según explicaron desde el propio Consistorio, que procedió a denunciar los hechos a la Ertzaintza para que se investigaran a fondo las razones que habían generado esta situación anómala en el funcionamiento de las instalaciones.

La medida, en cambio, para los once trabajadores del matadero “ha sido muy drástica para lo que no ha sido más que una avería, reflejada hasta en el informe del técnico municipal, que provocó una caída de sangre al patio interno del matadero que se recogió, y en ningún caso hubo vertido”, explica su gestor, Miguel Ángel García.

Este reconoció que el problema se ha recrudecido “porque en el control de la gestión del estiércol, lo llaman guano, cuando eso no existe en este matadero, y nos dicen que tiene que hacerse a través de un gestor autorizado en reciclaje de compost para su correcta recogida y traslado, que nos incrementaría más los costes”.

La normativa al respecto así lo recoge, pero hay una excepción que el propio García, explica, cumple. “Hay un Real Decreto que autoriza a ganaderos, como es mi caso, a transportar estiércol para llevarlo a huertas como abono, pero no lo terminan de entender. En vez de ayudar, entorpecen al sector primario y me llaman mal gestor, cuando en mi trabajo de los últimos 21 años esta instalación ha pasado de sacrificar 3.000 kilos de carne al mes, a 70.000”, subraya quien, con todo, espera se solvente pronto la situación y le permitan retomar actividad.

“Estoy conforme con que se abra un expediente, porque ha habido una incidencia y hay que investigarla, pero de ahí al cierre va un abismo. Teóricamente, esta semana nos iban a contestar desde el Ayuntamiento y confío así sea. Apelamos al diálogo porque estos dos meses de inactividad están echando por tierra nuestros esfuerzos para garantizar el bienestar animal y ofrecer productos de cercanía y Km 0 al consumidor, sin olvidar a nuestros clientes, en torno a 110 carniceros y medio millar de ganaderos, y los contratos que se han paralizado con empresas contratadas para mantenimiento, limpieza y similar”, matiza.

El sector ganadero lleva ya varias movilizaciones y concentraciones, exigiendo la reapertura de la instalación desde su cierre, aunque la más sonada fue la tractorada que protagonizaron el pasado 20 de agosto, recorriendo la principal vía de Llodio desde la sede de Cruz Roja y manifestando los perjuicios que están sufriendo con la clausura temporal del servicio. “Hay que entender que en el matadero de Llodio solo se trabaja con carniceros, no mayoristas, y que somos la bisagra entre éstos y los ganaderos, que sacrifican sus animales, prácticamente, a la carta. Un ejemplo lo tenemos en los pastores, que nos envían unos 3.000 corderos al año, unos cinco a la semana, en función de pedidos de las carnicerías, y algo que les permite programar los partos de una forma mucho más natural y atendiendo a términos de bienestar animal, que también redundan en un producto final de cercanía y mayor calidad”, incide García.

No en vano, el gestor del matadero laudioarra cree que en la creación de más instalaciones de este tipo -con ayudas institucionales, “porque ningún privado se embarcaría en un negocio con poco margen de beneficio, en el que solo se intenta que no haya perdidas”- estaría una de las tablas de salvación del sector primario. “Cada vez hay menos explotaciones ganaderas y habría que enfocar los mataderos como un servicio público, sumado a un mayor control sobre la carne que viene de fuera, que no tiene nada que ver con los controles que tenemos aquí y tiran los precios”, apostilla García, no sin antes asegurar que “hace 15 años, de cada seis canales que se consumían en Euskadi, cinco eran de aquí. Ahora en torno a una, y ahí saltan los números. Hay que potenciar el consumo de carne local”, sentencia.