- David Castro, un conocido experto en temas vitivinícolas ha hecho pública la localización de una planta afectada por la temible filoxera en Salinillas de Buradón, en una planta salvaje nacida al borde de un viñedo que, afortunadamente, no corre peligro al tener un portainjerto americano, como son la inmensa mayoría de las plantas en la denominación Rioja.

La filoxera es un insecto picador, un parásito que se alimenta de hojas y de las raíces de todos los géneros de las vitis vinífera. Su origen es de Estados Unidos y llegó a finales del siglo XIX, en 1868, a Europa a través de los intercambios comerciales. Su presencia en el viejo continente fue desastrosa, ya que arrasó con todo el viñedo europeo. En el Estado se detectó en el año 1878, en Málaga.

Explica David Castro que este insecto puede encontrarse en tres formas, según su nivel de desarrollo: en las raíces, y se denomina radícola; en una especie de agallas sobre las hojas, recibiendo el nombre de gallícola, y en forma alada, por lo que recibe el nombre de aladar. Los ataques más letales se producen en la raíz y ahí produce perturbaciones, abultamientos e impide la circulación de la sabia. Se propaga cuando está en su forma alada.

Los problemas de la filoxera se fueron acentuando por la falta de unas plantas adecuadas, capaces de parar al insecto. "Antiguamente, cuando el viticultor veía una falta en los renques, cogía un sarmiento, lo hincaba y, si el invierno era favorable, echaba raíces. ¿Qué pasaba? Pues que esta plaga se cebaba con estas estaquillas y, por eso, "para librarnos de la plaga, tuvimos que poner portainjertos americanos, que demostraron que no eran atacados por la filoxera". Y es que, en aquella época "si uno veía que el viñedo del vecino daba mucha y buena uva se plantaba la viña en estaquillado, es decir, se cogía un sarmiento de la viña y se plantaba, por eso hubo que cambiar el método y usar porta injertos americanos puesto que la filoxera no afecta a las raíces".

De hecho, los viveros de vid, que no existían, nacieron gracias a la filoxera, pues se tuvo que plantar todo de nuevo. Con la aparición de esta planta infectada se pone en evidencia la importancia de que las plantas procedan de esos viveros, que es la única manera de contener al insecto. Como ejemplo de lo devastador que es, David Castro recuerda que en 1899 se detectó la primera filoxera en la localidad de Sajazarra, en La Rioja. Muy poco después, en 1902, más del 97% de los viñedos de Rioja Alavesa estaban afectados y sólo sobrevivieron los hincados en tierras arenosas, donde este insecto no se desarrolla. Comenta que sigue siendo una práctica extendida que, en esos terrenos arenosos, los viticultores cubren las faltas hincando un sarmiento, porque saben que no se producirá ataques de la filoxera.

Por el contrario, "si hoy en día hincáramos una viña en otro tipo de terreno a base de sarmientos, estaríamos expuestos a un nuevo ataque de la filoxera, que lo arrasaría completamente porque el único tratamiento que hay contra el insecto es arrancar las plantas y su sustitución con portainjertos americanos".

Afortunadamente, la situación no es preocupante en Rioja Alavesa, donde los técnicos de la Casa del Vino de Laguardia comentan que, al ser el viñedo de la comarca procedente de portainjertos autorizados y controlados, no existe riesgo alguno, aunque matizan que "están vigilantes continuamente, aunque preocupan más -actualmente- otras incidencias, como la polilla, mildiu y otras enfermedades de la madera", según fuentes forales.

Otros medios consultados por DNA, al margen del drama que supuso la filoxera en los finales del XIX y principios del XX, recuerdan que aquella epidemia que comenzó primero en otros países, como en Francia, dejaron beneficios en las provincias de La Rioja y de Álava, ya que los bodegueros del país vecino, que se quedaron sin uvas, acudían a estas provincias a comprar el vino. Cuentan que en apenas tres años, de 1882 a 1885, el hectolitro de vino que se vendía a 18 de las antiguas pesetas pasó a venderse a 28.

Se cuenta, lo hace una persona relacionada con la comercialización de vino, que hay una larga historia de relaciones entre el vino de Rioja Alavesa y Francia y aporta que "cuando hay alguna debacle, como sucedió hace unos tres años en el país vecino, los franceses vuelven a coger el tren como hacían antaño y se llevan a Burdeos el vino que compran en la comarca".

De hecho, algún bodeguero francés, que vio arrasados sus campos en Burdeos, se trasladó a la zona Rioja, caso de Frederick Anglade Saurat, que montó Bodegas Franco Españolas.

La filoxera llegó a Europa a través de los intercambios comerciales y a finales del siglo XIX arrasó con todo el viñedo de Europa