Udapa ha vuelto a medir la Huella de Carbono generada en el cultivo de la patata alavesa de la pasada campaña, con el principal objetivo de conocer y analizar aquellos campos en los que poder mejorar de manera medioambiental.

La razón de este estudio es calcular la huella de carbono de los sistemas de producción integrada de la patata de Álava que se destina para consumo, así como su envasado y posterior comercialización, incluyendo el uso último por el consumidor. “El enfoque que se le ha dado al proyecto es el análisis de la huella de carbono del producto y la unidad funcional de los envases de patatas con el sello Eusko Label de 2,5kg y de 3kg, de Monalisa y Agria. Ambas variedades tienen sistemas diferentes, tanto de cultivo y procesado, como de envasado y distribución, por lo que hemos calculado las emisiones por separado”, asegura Iñigo Fernández de Quincoces, responsable de elaborar el análisis durante los últimos 6 meses.

El análisis realizado se ha llevado a cabo dividiendo el estudio en las 3 etapas de producción principales: la etapa agrícola, periodo en el que se concentran las diferentes fases destinadas a la producción del producto en el campo; la etapa de acondicionamiento y empaquetado, fase en las que se contemplan todos los procesos de envasado del producto en planta; y la etapa de venta, la fase en la que se procede a vender el producto, teniendo en cuenta los materiales para su distribución, transporte y el propio consumo, así como las emisiones de los clientes a la hora de consumir el producto final. “Con el objetivo de no distorsionar ningún resultado, las emisiones de cada una de las etapas se han calculado por separado y creando diferentes herramientas para ello”, explica Fernández de Quincoces.

De esta manera, y tras el exhaustivo análisis, la producción, el acondicionamiento, la venta y el consumo de 1kg de patata Eusko Label de la variedad Monalisa genera una huella equivalente a 0,633kg CO2e/kg de patata; mientras que la variedad Agria origina 0,464kg CO2e/kg de patata.

No es la primera vez que Udapa calcula su huella de carbono, ya que en el año 2013 la cooperativa alavesa fue la primera empresa estatal en analizar la totalidad de los gases de efecto invernadero emitidos directa o indirectamente, para proceder así a su disminución. Gracias a ese primer estudio se constató que la producción y suministro de la patata alavesa generaba una huella equivalente a 0,121kg CO2e por kilo de patata; una cifra muy reducida en comparación con las patatas de otros orígenes. Explica el investigador, que “los resultados obtenidos hace 8 años no son comparables con los logrados en la actualidad, ya que para este último cálculo se han tenido en cuenta muchos más aspectos que en el anterior. En consecuencia, no podemos hacer una observación de lo que se ha reducido o se ha aumentado analíticamente hasta que volvamos a realizar otro análisis basándonos en los mismos parámetros. Pero podemos asegurar que mientras Udapa continúe en el producto local, avanzará por el buen camino”.

Diferencias. Los análisis a las variedades de patatas presentan sistemas diferentes para calcular sus emisiones, ya que el cultivo, el procesado, el envasado y la distribución son distintos.

Tres etapas. Desde Udapa se tomó la decisión de dividir en tres partes el estudio: la etapa agrícola, la de acondicionamiento y venta y, por último, la de venta.

El investigador, responsable de elaborar el análisis durante los últimos seis meses, asegura que se volverá a realizar otro estudio basado en los mismos parámetros que el actual para conseguir unos resultados que comparen un posible aumento o descenso.

0,633

Son los kilogramos CO2/kg de huella equivalente por kilo de patata de la variedad Monalisa de la marca vasca. Por otro lado, la patata Agria origina una huella equivalente a 0,464 kilos CO2/kg.