La Blanca es para la hostelería de Gasteiz uno de los momentos cumbre del año, si no el que más. Por ello, la segunda suspensión consecutiva del ciclo festivo ha supuesto un enorme varapalo para el sector, uno de los más castigados durante esta larga pandemia debido a los sucesivos cierres y a las fuertes restricciones que todavía hoy siguen condicionando su actividad.

Sin embargo, el ánimo compartido por miles de gasteiztarras de mantener vivo el espíritu de sus días más grandes se ha transformado desde este pasado miércoles 4 en un balón de oxígeno para muchos bares y restaurantes de la ciudad. Con matices, por supuesto, dadas las limitaciones horarias y de aforo, pero las no fiestas han traído bastante más movimiento a la hostelería local de lo que se podría esperar de una semana convencional de agosto.

Para los profesionales consultados por este periódico, estas jornadas están siendo algo similar a un fin de semana prolongado, aunque "más fuerte" en cada uno de sus días. Especialmente el 4 y el 5 y en el Casco Viejo, habitual epicentro festivo en La Blanca.

Actividad intensa en la 'almendra'

La actividad ha sido intensa desde el miércoles en la almendra vitoriana, en calles como Cuchillería, transformada en uno de los puntos calientes de una juerga no siempre contenida.

"Estamos trabajando bien, no podemos quejarnos. La hostelería ahora en fiestas Después... ya veremos, porque mucha gente sigue en ERTE y la hostelería en general está muy afectada", apunta Esmeralda Muñoz, camarera del restaurante La Riojana, en plena Kutxi, donde las reservas han sido muy numerosas estos días y se ha mantenido el pulso hasta este fin de semana.

Cerca, desde el bar Gautxo, Alexis Ramos reconoce también que la semana ha superado sus expectativas, a pesar del cierre obligado a las 1.00 horas. "Mañana -por hoy- esperemos que vuelva la normalidad, porque hemos tenido mucho trabajo. Pero lo necesitábamos, porque veníamos de días flojos", apunta este camarero, testigo de las aglomeraciones puntuales que se han vivido en esta céntrica vía a lo largo de la semana.

Raquel González, encargada del bar Apolo -en la cuesta de San Francisco-, también celebra el buen transcurso de la semana en su local. "No nos vamos a quejar. No son fiestas ni no fiestas apunta. En el local están estos días "aguantando un poco el tirón" y trabajando sobre todo y "muy bien" durante el día, "con el vermú", y las tardes, "aunque el tiempo no acompañe".

Y en su caso, "un poquito mejor que el año pasado" gracias a la amplia terraza que el local sí ha podido instalar en esta ocasión tras la conclusión de las obras en esta zona.

"Lo que nos han dejado"

"Con defectos", lo cual implica "no tener ganancias", está trabajando mientras tanto estos días el restaurante Erkiaga. "Lo que nos han dejado", asume Josune Menéndez, cocinera y copropietaria del local de la calle Herrería, dejando claro que la alegría acostumbra a ir por barrios.

"La gente se ha hecho sus comiditas y sus reuniones acotadas, y poco más", reconoce la veterana hostelera, que pide abiertamente una relajación de las restricciones en su sector, incluso mirando ya para una hipotética suspensión de las fiestas de 2022 que nadie desea: "Si no se hacen normalmente, por favor que nos dejen trabajar ya a un 100%. Y que no vuelva a ocurrir ese cerramiento de la Virgen Blanca el día 4".

"Bien tampoco es la palabra, pero puedo decir que estamos satisfechos de la manera que estamos. Ha sido como un fin de semana un poquito más fuerte. El día 5 hubo más gente por la calle y es lo que nos ha cundido", reflexiona, mientras tanto, Michel Sagredo, gerente de El Pregón, en la cercana plaza de la Provincia.

El profesional apunta que "se veía venir" cierto bajón de gente a partir del día de La Blanca dada la suspensión de las fiestas y piensa ya en el año que viene tras un fin de semana que ayer auguraba "normalito": "A ver si tenemos suerte y las celebramos".

Malestar. La buena marcha de esta semana no festiva para buena parte de la hostelería se está encontrando también con un contrapunto desagradable, el mal comportamiento de numerosos clientes a la hora de cumplir las restricciones vigentes. Y que no siempre son jóvenes. "Mucha gente no respeta las normas y tenemos que hacer de policías. Nos tenemos que enfrentar cada dos por tres. Y hablo de gente de 50 y 60 años que no sabe comportarse en ningún momento", apunta Raquel González, del bar Apolo. "Dentro de los locales la gente se porta, pero fuera... Ya no podemos hacer nada. Es incontrolable. Tenemos que hacer de policías y camareros", remarca Esmeralda Muñoz, desde la Riojana, en cuyas inmediaciones se han producido estos días grandes aglomeraciones puntuales. "Ayer -por el viernes- pensábamos que iba a estar más tranquilo, pero volvió a ser como el día anterior e incluso peor", reconoce, mientras tanto, Alexis Ramos (bar Gautxo).

"Durante el día con el vermú y las tardes se trabaja muy bien, aunque el tiempo no acompañe"

Apolo

"Estamos trabajando bien. La hostelería ahora en 'fiestas' está viendo un poquito la luz"

La Riojana

"Hemos tenido mucho trabajo. Lo necesitábamos, porque veníamos de días flojitos"

Gautxo

"Si las fiestas de 2022 no se hacen, por favor que nos dejen trabajar ya a un 100%"

Erkiaga

"Ha sido como un fin de semana un poquito más fuerte. El día 5 es lo que nos ha cundido"

El Pregón