Es de Eibar, pero lleva desde 1999 en Vitoria. Cosas del periodismo y del amor... Sus primeros recuerdos de las fiestas de La Blanca se remontan a cuando tenía 16 años y acudía al Casco Viejo con la cuadrilla. Dice que, de un tiempo a esta parte, ha conseguido que el trabajo y el ocio vayan de la mano en fiestas.

"Tengo la suerte de trabajar fundamentalmente en el ámbito gastronómico, que está asociado a la diversión. Pero, si tuviera que declinarme, las fiestas para mí son para divertirse", asegura. Cuando tiene que elegir esas actividades del programa de actos que intenta no perderse, señala la bajada de Celedón como "el momento cumbre".

"Ese pañuelito al cuello, abrir un cava y fumarte, o encender, un puro, me parece algo extraordinario", añade. A partir de ahí, en situaciones normales, enumera otro montón de cosas que le gustan: "las tertulias que se montan en los bares y cafeterías, el zoco árabe, los bailes... pero, fíjate, me quedaría simplemente con el ir y venir de cientos de personas por las céntricas calles de Gasteiz".

Tras el acto central del día 4 hay un evento al que no falta nunca: los fuegos artificiales. "Me parecen de los mejores que tenemos en muchos kilómetros a la redonda. Si tuviéramos playa superarían a los de Donostia. ¡Fijo!", dice con voz firme.

En su debe, el Rosario de la Aurora, al que no descarta acudir cuando la normalidad vuelva a nuestras vidas porque "aglutina a tantas miles de personas que tiene que tener un "arima" un tanto especial".

En el ámbito profesional, la gastronomía es lo suyo y sabe que en las fechas festivas también tiene su importancia. Si pudiese organizar una buena mesa, sin restricciones, sentaría en ella a su familia y "a unos buenos amigos de Eibar y Vitoria. Dudarik gabe!".

El menú también lo tiene claro: "un buen gazpacho o salmorejo, que refresca y alimenta lo suyo, y un Arabako Txakolina o una refrescante Euskal Sagardoa de Araba.

Lo demás ya... a gusto de quien esté de sukaldari". Y es que, en unas fechas en las que se peca de muchas comida, Aitor Buendía le gusta hacerlo, y mucho, en fiestas y fuera de ellas.

"Si es pecado comer de vez en cuando en algún restaurante, en alguna terraza o mismamente en casa... ¡soy un pecador de la pradera!", bromea antes de señalar sus productos preferidos: "Me pirra el txakolí de Álava y unos buenos huevos fritos de Molinilla con una cecina de León".

Como no podía ser de otra manera, vinculados a la mesa es de donde proceden muchos de sus recuerdos del 4 al 9 de agosto. "Recuerdo con gusto las tertulias que montábamos con Onda Cero y posteriormente con Radio Álava-Loyola Media en La Huerta (ahora La Regadera) con mi buen amigo Luis Etxebarria, con Ramón Garín y Goyo Villanueva y a las órdenes del sukaldari Mikel Fiestras", señala.

Además, no pierde la oportunidad de destacar el papel de las sociedades gastronómicas en las fiestas. "Aportan color, alegría, ilusión, ganas de pasarlo bien", apunta. "Por ejemplo, el Campeonato que cada año organiza la cuadrilla de blusas y neskas Bereziak. ha superado ya los 25 años... y el año que viene seguro que estarán dando guerra nuevamente con los Izaga "Pistolas", Leku y Uriarte entre otros", finaliza.