- El año que viene se cumplirán sesenta de la creación de la Política Agrícola Común, la PAC, un compromiso de la Unión Europea para el sostenimiento del sector primario en un contexto mundial en el que el campo europeo no puede competir con países cuyas condiciones laborales y de vida distan mucho de las nuestras, pero también una inversión para que el común de los ciudadanos del continente tengan acceso a una alimentación estable, sana y variada, para la conservación del paisaje agrario y la economía rural, y para luchar contra el cambio climático.

Según explica la Comisión Europea, los ingresos de los agricultores (22 millones de personas que sostienen diez millones de explotaciones) son alrededor de un 40% inferiores a los de los trabajadores de otros sectores, pese a su importancia estratégica, y dependen además de la climatología, lo que añade incertidumbre a su ya inestable fuente de ingresos.

Por ello, la PAC ejecuta pagos directos que garantizan la estabilidad de los ingresos y remuneran a los agricultores por practicar una agricultura respetuosa con el medio ambiente. En 2019, la PAC distribuyó 57.980 millones de euros en el sector, de los que 14,18 fueron destinados al desarrollo rural, 2,37 a medidas para influir en el mercado, y otros 41,43 a apoyar los ingresos de los agricultores.

La PAC se financia a través de dos fondos englobados en el Presupuesto de la Unión Europea. Por un lado el dinero sale del Fondo Europeo Agrícola de Garantía (FEAGA), que ofrece ayudas directas y financia medidas de mercado; y por otro del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER), que financia el desarrollo rural.