El arquitecto técnico Jesús Laskurain ultima la reforma del palacio de Luko, que abrirá la primera quincena de agosto como un hotel de diez habitaciones, de treinta o cuarenta metros cada una, algunas de ellas con patio interior privado. Destaca el promotor su confort y amplitud, además de las obras de arte que colgarán de sus paredes. "Mi intención era tener todo acabado en julio, pero se está retrasando la obra", sostiene.

El palacio barroco de Luko es una casa solariega de planta cuadrada, con dos pequeños escudos que presiden la fachada. Data del siglo XVIII y, al parecer, fue en su día propiedad de los herederos del obispo Bernal Díaz de Luko. Su actual propietario, el arquitecto Jesús Laskurain, rehabilitó el inmueble, muy deteriorado, transformándolo en una amplia vivienda en la que ha residido durante los últimos catorce años.

Ahora, quiere sacarle partido a los mil metros cuadrados útiles de palacio, rodeados de un amplio jardín. "Se trata de un edificio histórico, situado en un entorno rural y en una localidad como Luko, con una accesibilidad muy buena", subraya Laskurain. Dentro de la propiedad, hay un anejo al edificio principal, que el arquitecto ha reconvertido en un apartamento con garaje al que trasladará su residencia.

Campo de golf y club náutico

Este hotel será el primer alojamiento para pernoctar de Luko, una pequeña localidad de Arrazua-Ubarrundia. Además de alojamiento para dormir en Gorbeialdea, ofrecerá a sus alojados desayunos en el exterior, en una terraza al aire libre, y comida, sólo para los clientes del hotel. También la posibilidad de realizar actividades de ocio y tiempo libre en instalaciones cercanas, como el campo de golf de Larrabea, el club náutico del pantano o el parque tecnológico de Miñano, espacios con los que está apalabrando Laskurain acuerdos.

En cuanto a su potencial clientela, el arquitecto técnico no descarta un mezcla de turistas y clientela de negocios, dada la ubicación del palacio, aunque ve más probable lo primero. "Cada vez hay más visitantes que se decantan por la zona rural para pasar las vacaciones; senderistas que dedican sus días de ocio a recorrer rutas, como el Camino Ignaciano de Santiago, pero que buscan un alojamiento de calidad, o quienes participan en salidas de vehículos clásicos, que eligen edificios singulares para sus concentraciones", enumera.