Antoñana y Bernedo trabajan conjuntamente para tratar de recuperar la denominada Ruta de los asfaltos, una iniciativa que busca dinamizar ese recorrido con un carácter turístico, pero también en gran medida cultural y social cuando desde otras instituciones se trabaja en la promoción de los paisajes de la minería de Montaña Alavesa.

Con el liderazgo e impulso de la Junta Administrativa de Antoñana, la Asociación de Promoción Desarrollo de Antoñana ha recibido el apoyo de la Diputación de Álava, desde el Departamento de Turismo y Administración Foral, a través de una subvención económica de 5.700 euros con el que poder desarrollar el proyecto de "geoturismo" Ruta de los Asfaltos. El presupuesto previsto por Antoñana asciende a 7.759,68 euros.

Con esta 'ruta', que es sobre todo un programa cultural diverso que suma ocio y conocimiento, se quiere poner en valor el antecedente histórico de la extracción de roca asfáltica en las minas de San Román de Campezo en los años 1940-1957, y su transformación en asfalto en la antigua fábrica de Antoñana, cuando se contaba para el transporte con el antiguo ferrocarril Vasco-Navarro desde la estación de Antoñana. Para ello, la Junta Administrativa de Antoñana, de una parte, ha editado un libro con motivo del 80º aniversario (1940-2020) de lo que fueron las minas de San Román de Campezo y la fábrica de Antoñana.

Y, de otra parte, ha propuesto el diseño y preparación de una senda sobre la Ruta de los Asfaltos entre las minas de San Román de Campezo y las localidades de San Román de Campezo, Bujanda y Antoñana, que va a ser un complemento para disfrute paseando a pie o en bicicleta junto a la ruta del GR-1 que coincide en su trazado paralelamente.

En el primer caso, la documentación ha sido clave para poner en marcha este proyecto, gracias al estudioso Ángel Alda y su libro, En la ruta del asfalto-Las minas de San Román de Campezo y la fábrica de asfalto de Antoñana.

Se cuenta en el prólogo que en el año 1916 los emprendedores Félix Gorospe Ayerbe y Eugenio Aseguinolaza Azurmendi iniciaron las primeras pruebas para la extracción de roca asfáltica en las minas de San Román de Campezo y para ello crearon la empresa Asfaltos de San Román de Campezo.

San Román de Campezo tenía las minas, pero estaba en los altos de Izkiz, en pleno bosque de hayas y robles y era inaccesible en invierno. Por eso buscaron soluciones alternativas para el transporte y proyectaron un tranvía aéreo que resultó demasiado costoso y no se llegó a ejecutar. Construyeron el almacén de Sta. Cristina, pero no tenemos constancia de si realmente llegaron a extraer roca asfáltica y transportarla a ese almacén. Lo cierto es que dieron por finalizada la empresa Asfaltos naturales de San Román de Campezo en 1930.

En el año 1940 retomaron el proyecto de explotar las minas e instalaron la fábrica de asfalto en Antoñana porque estaba en el valle, tenía buenas comunicaciones de carretera y de ferrocarril, electricidad y el agua del río Ega. Así que construyeron una carretera desde las minas hasta Antoñana. La extracción de la roca asfáltica en San Román de Campezo y su transporte hasta la fábrica de asfaltos de Antoñana empezó en el año 1940, de modo que ahora se cumple el 80º aniversario.

Algunos contenidos de esta historia están en los archivos de los antiguos Ayuntamientos de San Román de Campezo y de la Villa de Antoñana y otros proceden de del trabajo de investigadores como Rufino López de Alda Flores (de Vírgala Mayor) y Amaia Maestre Larraz (de San Román de Campezo), oriundos de estos pueblos.

Consolidada la documentación se puso a comenzar con la segunda parte del proyecto, la recuperación física de los accesos a los lugares emblemáticos relacionados con esta explotación minera.

Para esa tarea se pidió el apoyo, concedido por parte del Departamento de Cristina González, para poder actuar sobre el terreno con medios económicos, que se iniciarán en cuestión de días. Dado que la vegetación ha cubierto el terreno de las antiguas minas de asfalto y el camino de acceso a ellas, se pretende hacer una restauración ambiental adecuada para abrir una senda desde el camino más próximo hasta las minas, lo que requiere trabajos de desbroce y señalización. Con ello se podrá acceder a las ruinas y zona de cantera para que se vea su estado y desbrozar la zona próxima a las canteras de asfalto para hacerlas visibles según criterio del Departamento foral de Medio Ambiente para que sea compatible esa visión de las canteras con el respeto medioambiental de la zona boscosa. Junto a la recuperación se ha planificado la colocación de los carteles informativos sobre las minas y la fábrica y de señales en la ruta del asfalto, que aprovecha la ruta del GR 1.

Para reforzar la labor de promoción se va a habilitar una celda del Museo de Antoñana (antigua cárcel) para exposición fotográfica y aperos de manipulación de la roca asfáltica, así como la colocación de un proyector que emitirá un vídeo para que los visitantes puedan ver la historia de los asfaltos.

Desde la Junta Administrativa también comentan que se está gestionando con Xabier Santxotena (escultor) la posibilidad de diseño de una escultura que recuerde la historia de los asfaltos y a todos los antepasados que trabajaron en ello.

El Ayuntamiento de Bernedo también tiene previsto colaborar en el proyecto al desarrollarse parte en terrenos de su municipio.

Aunque la empresa que gestionó la mina y la fábrica rememora ahora sus 80 años, la existencia de las riquezas del subsuelo es mucho anterior, como recuerda Ángel Alda en el libro mencionado. Entre otros avatares, un estudioso de esta materia, Rufino López de Alda Flores, cuenta que en San Román de Campezo, "allá por los años de 1849-1866, se descubrió un yacimiento de roca asfáltica a cielo abierto.

Los primeros concesionarios en 1849 fueron Santiago Arrieta y Eustaquio Musitu, que la explotaron junto a dos vecinos. Posteriormente, en 1866, la adquirió Francisco Valencia y en 1916 se hace con la mina la familia Gorospe, Asfaltos de San Román de Campezo S.A. En aquel año, Félix Gorospe pide en el Ayuntamiento de Antoñana que se autorice a la compañía a obtener materiales de los montes comunales de Antoñana, porque los necesitan para la construcción de un tranvía aéreo que ponga en comunicación directa la mina con la carretera general de Vitoria a Santa Cruz de Campezo.

En 1930 se cierra Asfaltos San Román de Campezo, que realizaba la explotación de la mina, y en el año 1938 Félix Gorospe Ayerbe reanuda la explotación de la mina, construyendo al año siguiente la carretera de San Román a Bujanda y Antoñana para el traslado de roca asfáltica en camiones.

Finalmente, en el año 1940 se crea la empresa Asfaltos Naturales de Campezo S.A., para la molienda de la roca asfáltica, fabricación de polvo y panes asfálticos y para la realización de obras públicas y se construye la Fábrica de Antoñana

La fábrica desde su instalación en Antoñana dio trabajo a varias generaciones de vecinos de Antoñana (31 de Antoñana) y a 90 de otros lugares de Álava, Navarra, Badajoz, Córdoba, Gipuzkoa, Jaén, Alemania 1, Soria, Marruecos 1, Granada, Bizkaia, Burgos, Zamora, por lo que fue un motor económico muy importante, en una zona en la que apenas había otros recursos.

Esta es la razón por la que el responsable en la Junta Administrativa, Esteban García Campijo, ha estado empujando el desarrollo de esta iniciativa, Por una parte, como ruta turística, pero por otra "como una forma de recordar a quienes allí trabajaron, a quienes dejaron su memoria a las siguientes generaciones, a la riqueza que se generó y a la seña de identidad entre los vecinos".

La iniciativa busca dinamizar este recorrido con un carácter turístico, pero también con un componente cultural y medioambiental

La Junta Administrativa de Antoñana también ha editado un libro con motivo del 80º aniversario de lo que fueron las minas y fábrica