La Denominación de origen Arabako Txakolina regresó ayer a sus orígenes, el edificio del Refor en Amurrio, para llevar a cabo la presentación oficial de su nueva añada en un evento a puerta cerrada dada la situación sanitaria, pero plagado de emociones. De hecho, el sector no es ya solo que arrastre las consabidas consecuencias comunes a toda la hostelería, sino también la pérdida de dos seres queridos que tuvieron su hueco especial y destacado en un acto, que contó con el periodista Aitor Buendía como maestro de ceremonias.

De hecho, el acto recordó al recientemente fallecido presidente de Slow Food, y buen amigo de la gran familia de Arabako Txakolina desde sus inicios hace treinta años, Alberto López de Ipiña; así como a la alma mater de una de las ocho bodegas de esta pequeña denominación de origen, la Arzabro de Delika, María Ángeles Villate, fallecida también hace ahora un año, a consecuencia de un fatal accidente, precisamente, cuando se encontraba preparando los depósitos de su txakolinería para elaborar su Ametsa (Sueño), uno de los caldos presentes ayer en este anodino Txakolin Eguna.

Ambos -según avanzaron tanto el gerente de Arabako Txakolina, José Antonio Merino, como el presidente de la Asociación Artesana de Txakoli de Álava, Luis Mariano Álava- "tendrán su homenaje destacado en la fiesta de 2022, que ya esperamos pueda regresar al parque Juan Urrutia"; después de la cancelación de la de 2020 y del "coqueto e íntimo" evento sustitutivo a la de este año, transcurrido ayer, al que también acudieron representantes de los txakolis vizcaínos y guipuzcoanos, así como de las instituciones, en las personas del alcalde de Amurio, Txerra Molinuevo; el viceconsejero de Agricultura, Pesca y Política Alimentaria del Gobierno Vasco, Bittor Oroz; y el diputado foral de Agricultura, Eduardo Aguinaco.

Con todo, rehusaron hacer intervenciones, cediendo todo el protagonismo a los familiares de María Ángeles Villate. "Nuestra compañera y una persona que, como la fábula de La cigarra y la hormiga, encarna el perfil de vida de todos los txakolineros: constancia, perseverancia y ese saber hacer frente a todas las adversidades diarias, sin ruido y sin alharacas, pero con esfuerzo hasta los logros actuales, que esperamos sea un referente a seguir por las generaciones futuras", subrayó Álava, visiblemente emocionado. Fue el hermano de la recordada, Pascual Villate, quien subió al escenario para agradecer al Consejo Regulador de Arabako Txakolina "este recuerdo a nuestra Angelines, para quien el txakoli era su vida", y que ya ha encontrado testigo "en dos jóvenes de su familia, que han tomado el relevo para seguir adelante con la txakolinería de Delika, con mucho cariño y profesionalidad", informó Merino.

Otro protagonista indiscutible del evento de ayer fue el futbolista e icono del alavesismo Manu García Sánchez, a quien Arabako Txakolina ha nombrado embajador del Txakoli de Álava 2021, "porque es un ejemplo de superación y entrega, que también encarna muchos de los valores del txakoli alavés", apuntó el gerente de la Denominación, que le hizo entrega del que, a partir de ahora, va a ser siempre el regalo que reciban las personas que acepten este cargo: una cartografía de la artista local Raisa Álava, que "representa la historia del txakoli de Álava", aclaró. Por su parte, el jugador aseguró haber aceptado el papel de embajador "con orgullo de poder ayudar a visibilizar mi tierra, mis raíces y sus productos. Intentaré hacerlo lo mejor posible y os animo a seguir elaborando estos vinos tan excelentes con el cariño que lo hacéis", espetó.

El acto, que también contó con dos intervenciones musicales a cargo de un joven flautista, tuvo su broche de oro con la presentación de la calificación oficial obtenida por la añada de 2021, de mano del enólogo José Ignacio Junguitu. Un total de 715.000 botellas -fruto de los 718.000 kilos de uva recogidos, en la vendimia récord de 2020 y en las cien hectáreas que posee esta Denominación de Origen- elaboradas por sus ocho bodegas, en un año difícil como pocos, y que ha obtenido la nota media de "muy buena, aunque el 45% de las muestras tuvo una calificación de excelente", subrayó el experto. Este definió al txakoli alavés como "un fiel reflejo de la tierra, desde las alturas de Sierra Salvada al valle, y con un aroma a heno, frutas blancas y algo de pera, que nos retrotraen a aquellos paseos que dábamos de pequeños por las huertas".

Junguitu también destacó "la fuerza y potencia" de estos caldos, como corresponde al peculiar clima atlántico de la zona y su especial orografía, sumado a la mano de los cultivadores. Algo que ha hecho que "aquellos vinos frescos, jóvenes y hasta insolentes, de las primeras añadas, hayan evolucionado hacia unos caldos maduros, con capacidad de envejecer, de viajar y de conquistar cualquier mercado, con repercusión internacional", destacó. De hecho, "Álava ya no solo tiene como referente enológico a los prestigiosos vinos de Rioja Alavesa, sino también a los txakolis ayaleses. Unos vinos que han dejado atrás la etiqueta de aperitivos, para asumir la de caldos mucho más serios que sirven para acompañar cualquier plato", añadió.