- Este vitivinicultor, quinta generación de bodegueros, tiene la idea de convertir la zona aledaña a La Hoya en un barrio de bodegas, con diversos wines barwines bar que maridaran los vinos con el espectacular paisaje de Sierra Cantabria.

¿Hay que dar una 'vuelta' al negocio de las bodegas?

-Con el covid, las bodegas se han animado un poco a abrir las puertas y montar wines bar, y de hecho, además del nuestro hay alguno más en la zona, pero está un poco parada la idea de colaborar los que estamos por causas obvias, pero lo voy a retomar en muy poco tiempo, en cuanto esto empiece a normalizarse, a acabar con eso de abrirnos y cerrarnos, porque los medios los tenemos.

A quienes desean innovar, este tiempo les ha parado los pies. ¿Cómo ha sido la vivencia de bodega Javier San Pedro?

-Hemos tratado de ser ágiles, porque la bodega iba en una dirección y aunque hemos continuado en ella, hemos hecho una especie de dribling y nos hemos amoldado un poco a las circunstancias. Los dos primeros meses de confinamiento conseguimos sujetar la empresa sencillamente con Instagram, con las redes sociales. Luego tuvo un punto muy importante la venta a particulares desde el wine bar, a quienes venían a vernos, porque la gente tenía ganas de moverse.

¿Cómo cambio todo eso la forma de trabajar?

-Para empezar, todo eso cambió totalmente el concepto de mi trabajo, ya que antes yo viajaba muchísimo y ahora, como se puede viajar menos, tengo muchas horas de videoconferencias, que ha sido la última tendencia a nivel mundial. En España, a nivel de importadores y demás, hemos hecho muchísimas videocatas que antes no se hacían.

¿Este tiempo tan extraño ha permitido desarrollar innovación?

-Durante este tiempo no he parado y he podido preparar dos vinos nuevos para el año que viene o así, y sigo en el empeño de ir a nuestro aire haciendo un camino propio.

En el transcurso de este largo año, ¿ha habido cambios en las apetencias de los consumidores con respecto al vino?

-Una de las cosas por las que trabajamos es que la gente quiere vinos que estén buenos. Algunos dicen ¡este vino es peligroso!, pero no, es que está bueno y te lo bebes. La gente lo que quiere con el vino es disfrutar. Por eso seguimos buscando esos vinos que son muy aromáticos y en la boca son pura seda. Son vinos fáciles de beber y enganchan muy bien con la gente.

El hecho de trabajar en equipo y con vinos muy diferentes, ¿es el fruto de una labor de consenso?

-Probablemente todo ocurre así: se me ocurre algo, lo expongo, me bombardean a ideas y a partir de ahí vamos decidiendo por dónde tirar. Suelo tener muchas ideas, pero necesito que alguien me las depure un poco para ir dándole forma.

La añada 2020 ya se ha calificado, ¿cómo son los elaborados en Javier San Pedro?

-Muy bien, 2020 ha sido un año que cuando empezamos el año pensábamos que nos íbamos a arruinar a causa del mucho trabajo que dio la viña. Después la vendimia la pudimos hacer tranquilos porque tampoco fue para tanto. Realmente, nos habíamos exigido tanto que poco a poco hemos ido asentando el trabajo en equipo y eso nos da mucha más tranquilidad a la hora de preparar las vendimias.

Una de las variedades de vino se prepara fuera de temporada€

-Sí, es el vendimia tardía. Vino de hielo no podemos hacer aquí porque por desgracia las temperaturas no son las adecuadas. Para mí es mi capricho este vino de vendimia tardía. Solo hacemos 500 botellas al año y ahora acabamos de decidir que después de la añada 2018, que es la que estamos vendiendo, la de 2019, la vamos a guardar en bodega cinco años antes de salir al mercado. Es decir que hasta el 2024 no saldrá la añada 2019 y así consecutivamente.

¿Esta bodega fue una de las pioneras en poner en marcha los 'wine bar' que tanto se popularizaron durante la vendimia?

-Nosotros comenzamos hace ya tres años porque tenía claro que mi bodega tenía que ser mi casa. Es algo que la gente no entendía cuando empezamos y sin embargo cualquier fin de semana viene un montón de gente que puede probar cada uno de nuestros vinos, de diferentes añadas. Para mi era algo que echaba de menos en la zona: poder ir a otras bodegas, y no solo a la mía, y probar las cosas que se hacen para poder comparar. Creo que fue un primer punto para que los demás se animasen a montarse en el barco, porque estas cosas funcionan.

Sin embargo, establecerse fuera de la zona de otras bodegas y de la zona urbana, ha traído problemas que están en vías de solución€

-Sí, parece que ya nos van a dar servicio de telecomunicaciones, de Internet, porque esta es una zona donde no llega la fibra y conectarnos por satélite, para empresas como la nuestra que mueve tantos datos diarios, se hace complicadísimo. No tenemos cobertura dentro de la bodega, si sopla el viento o está el día nublado no hay Internet€ es complicado funcionar así.

A la vista de tantos cambios en cuanto a comercio, gustos y otras cosas que hemos aprendido con la pandemia, ¿cuáles serán los cambios en el mundo del vino?

-La tendencia es reducir todo al viñedo. Antes estábamos todos con un solo nombre, Rioja, y luego se ha reducido a Rioja Alavesa, después a vino de municipio y viñedo singular. Realmente este es el momento de estar todos juntos y no deslocalizarnos en el panorama vitivinícola y poco a poco ir desarrollando por dónde vamos, porque es cierto que hay muchas desigualdades en el mundo del vino, sobre todo a nivel productivo y de precio, y algo habrá que hacer. Pero no tengo muy claro que sea por ninguna de las soluciones que aquí, a día de hoy, se pueden poner encima de la mesa.

¿Hace falta la ayuda de las administraciones en estos momentos?

-Las bodegas necesitamos muchísima ayuda, pero también nos hace falta mucha ayuda a los viticultores porque con todo lo que ha pasado y al habernos quitado las ayudas a las bodegas y es complicado hacer la gestión. Y es que por mucho que digan que por las redes sociales, por internet, se ha vendido más es solo un uno por ciento o un tres y eso es nada para una bodega.