Alto contenido en hierro y calcio, fuente de fibra, sin azúcares añadidos, ayuda a tus defensas... y así un largo etcétera de estrategias de marketing que utilizan las marcas para captar la atención del consumidor en el supermercado.

Entender el etiquetado de los alimentos no es una tarea fácil, ya que la información se mezcla en ocasiones con las técnicas publicitarias para enganchar al consumidor. "Creemos que entendemos el etiquetado de los productos mejor de lo que en realidad lo hacemos", afirma sin un ápice de duda Leixuri Aguirre, licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos por la Universidad del País Vasco, además de profesora y doctora en Tecnología de los Alimentos.

Prestar más atención

La experta en Nutrición aconseja prestar un poco más de atención, sobre todo, al nombre y listado de ingredientes de los productos que finalmente van a acabar en el fondo de la cesta de la compra para que no se la den con queso. "Compramos productos pensando que son una cosa y, en realidad, son otra", advierte.

Un ejemplo. "Cuando cogemos un paquete de la balda del súper en la que está expuesto el queso rallado para fundir, gratinar... damos por hecho que es queso lo que estamos comprando.

Sin embargo, si le damos la vuelta a la bolsa y nos fijamos bien, vemos que se trata de un producto a base de almidón de patata, fécula y leche. No aparece la palabra queso por ningún lado, así que, en realidad, no nos mienten. Además, el producto elegido está situado al lado del queso rallado, pero no es queso rallado", aclara la investigadora de la UPV/EHU.

Y no es una excepción. Ocurre con más alimentos. "Creemos que son y no son", incide. Otro ejemplo. "Metemos al carro una crema de bogavante, cigalas o boletus sin leer la etiqueta. Error. Resulta que el porcentaje total de ese producto es mínimo, un 1% y lo mismo ocurre con los cereales, etc", denuncia. "En realidad, no es un engaño, pero compras determinado producto creyendo que es una cosa y es otra", reitera Leixuri Aguirre.

Estanterías 'peligrosas'

En esta aventura por el súper, las estanterías más peligrosas son, en su opinión, las de bollería, galletas y picoteo variado. "Cuanto más se empeñan las marcas en intentar convencerte de que un producto es sano, peor es", sostiene. O lo que viene a ser lo mismo, "cuanta más información añaden al etiquetado para que el producto parezca más sano, menos sano es ese alimento", subraya esta diplomada en Nutrición Humana y Dietética.

"Si intentan engancharte diciendo que se trata de un producto con alto contenido en hierro, calcio, fuente de fibra, sin azúcares añadidos.... es porque el producto en sí no es nada. Engañuflas. ¿A que esta información no la resaltan cuando vas a comprar patatas, carne de vacuno o pescado azul?", se pregunta.

Y de la balda de los snacks a la de los lácteos. "Un yogur o una cuajada pueden ser postres muy sanos, pero hay otros con mermeladas, chocolate..., que ya no lo son tanto", asevera la experta. Eso, sin entrar en los llamados productos col: Benecol, Danacol, Naturcol, Kaikucol, Cuidacol..., aquellos que dicen que ayudan a regular el colesterol. "Y es cierto, pero de lo que no te informan es de que como máximo se puede reducir un 20% siempre que se lleve una dieta sana, equilibrada y variada, y tomándolos durante varias semanas, a poder ser en las comidas con más colesterol, no en el almuerzo o la merienda, como se hace habitualmente; así que si se tiene un índice de 220-240 de colesterol, por ejemplo, ¿cuándo llegarás a niveles óptimos....?", se cuestiona.

Sin abandonar las estanterías de los yogures está Actimel, un producto que durante años se ha vendido con la coletilla de que ayuda a tus defensas. "La autoridad europea competente ya ha demostrado que no hace nada que no haga otro yogur, pero siguen publicitando lo mismo. Ahora, añaden que tiene vitamina C, vitamina que se consigue simplemente comiendo una naranja, y B-6, que se obtiene con prácticamente cualquier alimento", subraya Leixuri Aguirre.

Pese a todo, considera la investigadora que el consumidor empieza a valorar, cada vez más, el producto local, de cercanía, el de la industria que menos contamina, independientemente de la pandemia del coronavirus. Y, por eso, "cada vez se adquieren más cestas de alimentos sostenibles", argumenta. Pero, al mismo tiempo, piensa que el consumidor es cada vez más vago. "Nos supone un problemón enorme poner al fuego una olla exprés y tiramos mucho de comida preparada, que no es precisamente la más sana", subraya. "Cada vez se dan más los dos extremos. Hay personas que comen muy muy bien, que se preocupan por la nutrición y otras que no hacen ni caso", señala la investigadora en el ámbito de la Nutrición.

No obstante, conviene huir de eslóganes, ganchos fáciles y palabras como casero, mediterráneo, rústico y natural, que "no significan absolutamente nada", asegura. "Oigo a un afamado cocinero anunciar el mejor caldo casero, pero si está elaborado en una industria...; el caldo casero de verdad es el que se cocina en casa. Sin embargo, son términos que enganchan mucho", lamenta.

Por todo ello, en opinión de la investigadora, no se trata de estar seis horas haciendo la compra en el súper y leyendo de principio a fin todo el contenido de las etiquetas, pero sí de prestar un poco más de atención, de fijarse más en el etiquetado, sobre todo en el nombre y en el listado de ingredientes. Un ejemplo más. "Ingredientes de un bote de crema de boletus: patata, puerro, cebolla... y resulta que el boletus aparece en el número catorce de los ingredientes. En realidad, creemos que sabemos, pero no sabemos lo que compramos", reitera Leixuri Aguirre.

guía del etiquetado

Guía práctica para entender el etiquetado de los alimentos es una herramienta fácil y manejable publicada por la UPV-EHU para saber qué compramos. "Nos guía para entender toda la información que aparece en las etiquetas y para que seamos plenamente conscientes de que lo que compramos es lo que realmente necesitamos o queremos", resumen las autoras de la publicación Leixuri Aguirre, Itziar Eseberri, María del Puy Portillo y María Arrizabalaga.

Guía práctica para entender el etiquetado de los alimento. Foto: UPV/EHU

La mayoría de los alimentos que se comercializan, salvo los productos a granel, vienen etiquetados. En las etiquetas se recoge información regulada por la reglamentación europea de información al consumidor, la cual "no siempre es fácil de entender", coinciden.

Por eso, las investigadoras del grupo Nutrición y Obesidad del Departamento de Farmacia y Ciencias de los Alimentos de la Universidad del País Vasco reúnen en esta publicación nociones básicas y ejemplos sobre la información obligatoria. Enseñan, por ejemplo, a diferenciar la fecha de caducidad del consumo preferente o a interpretar la lista de ingredientes de un producto.

También explican de una forma sencilla y práctica el significado y regulación de las declaraciones nutricionales y de salud que los productores pueden incluir en sus productos de forma opcional. "La legislación existente en esta materia puede ser difícil de entender. Con esta guía pretendemos facilitar a cualquier persona su comprensión con explicaciones y ejemplos prácticos para que, en adelante, podamos escoger aquellos productos que se ajusten mejor a nuestras necesidades y expectativas", consideran.

Además, la guía muestra algunos ejemplos de productos en los que las estrategias o ganchos de la industria alimentaria pueden crear confusión en el consumidor. Dos son, en palabras de las profesionales, las preguntas que hay que plantearse: ¿realmente es ése el producto que necesitamos o que queremos consumir? y ¿somos plenamente conscientes de nuestra elección?

ha dicho

leixuri aguirre etiquetado

Advierte la investigadora, profesora, experta en Nutrición y licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos por la Universidad del País Vasco.

comprasy es otra

Indica Leixuri Aguirre, autora de Guía práctica para entender el etiquetado de los alimentos, junto con Itziar Eseberri, María del Puy Portillo y María Arrizabalaga.

peor es

Indica Leixuri Aguirre.

datos

75

De las 90 inspecciones en el etiquetado de frutas y verduras realizadas por el instituto vasco de consumo Kontsumobide en Euskadi (24 en Álava, 36 en Bizkaia, 30 en Gipuzkoa) se encontraron irregularidades en 75.

80%

En el 80% de las frutas y el 78,7% de las hortalizas no se citaba el calibre; en el 69,7% de las hortalizas y el 68,9% de las frutas no se mostraba la categoría; en el 65,2% de las hortalizas y en el 58,90% de las frutas no se mostraba el país de origen y en el 36% de las frutas no se indicaba la variedad.

Hay que huir de ganchos fáciles, como casero, rústico, mediterráneo y natural, que "no significan nada", alerta la experta en Nutrición

Cuidado con el queso rallado que se compra como queso y en realidad no es queso sino un producto a base de almidón de patata