unes, 9 de marzo. A eso del mediodía, los teléfonos empiezan a arder en Vitoria. El Gobierno Vasco acaba de anunciar el cierre de los colegios de la ciudad para el día siguiente, después de que en apenas un fin de semana se hayan cuadruplicado los casos de covid-19 en Álava, uno de los primeros territorios en sufrir el azote del virus.

La clausura de los centros escolares es una situación excepcional que nunca antes de la pandemia sanitaria se había dado. Como presidenta de Denon Eskola, lo que Lurdes Errasti ha echado en falta este horribilis 2020, infectado de coronavirus, es "una respuesta más efectiva por parte de las autoridades", manifiesta. "Tenían que haber sido más proactivos, ya que es su responsabilidad", opina. Y, a pesar de que es consciente de la dificultad que entraña gestionar la difícil situación, considera que "la respuesta del sistema educativo, tanto a escuelas como a familias, tenía que haber sido más efectiva y rápida".

Ese mismo lunes, 9 de marzo, antes incluso del anuncio oficial ya han cerrado sus puertas el colegio público y la ikastola de Labastida, así como el instituto Samaniego de Laguardia y la ikastola Odón de Apraiz de Gasteiz.

Tocaba cuidar de 50.000 escolares alaveses sin clases, a los que pronto se sumaron los del resto del Estado. Días después, a tenor del aumento imparable de los contagios, se prorrogó sine die la suspensión temporal de las aulas y se confinó a los alumnos en sus casas. Pero, "el colegio no está sólo para aprender conocimientos sino también para que los niños se relacionen y ya se intuía que la vuelta a la normalidad no iba a ser tan sencilla. Para empezar, son edificios cerrados y al acabar las clases, ¿qué? Directos a casa, sin poder salir de su grupo burbuja, sin relacionarse con nadie", apunta Errasti. Una cara factura que han pagado los estudiantes. "Y las familias", puntualiza la presidenta de la federación de asociaciones de madres y padres de alumnos de la escuela pública de Álava.

Denon Eskola es una entidad que trabaja a través de la propuesta y la reivindicación por un modelo educativo público vasco transformador, creativo, que aboga por la euskaldunización, integrador y laico. Y lo hace aunando esfuerzos, fomentando y facilitando la participación de las familias en el ámbito socio educativo y actuando como interlocutora ante las instituciones y la sociedad. Errasti ha echado en falta, precisamente, ese apoyo en casa a los alumnos y a las familias, sobre todo, a las más desfavorecidas. "Es cierto que al principio se facilitaron ordenadores para poder asistir a clases on line, que no dejan de ser ayudas efectivas, pero puntuales y sin coordinar a un nivel más alto", explica Errasti. "Los profesores han cumplido, pero las instituciones no y eso ha hecho que los problemas se hayan dado sobre todo en las familias, por ejemplo, con las dificultades para conciliar; sin olvidar la pérdida de nivel de los escolares en materia de aprendizaje".

Tras la salida del confinamiento, con la llegada de la ansiada desescalada y a las puertas de la vuelta al cole de septiembre, el modo en que este regreso a las aulas iba a hacerse tampoco estaba muy claro. Comenzaron entonces a barruntarse las medidas a implementar en los centros escolares: separación de alumnos en las aulas, geles para lavarse las manos, mascarillas, ventilación de las aulas, grupos burbuja de alumnos etc, etc. Así, la incertidumbre y el miedo al contagio volvió a apoderarse de profesores y padres. "Las autoridades tendrían que haber hecho y hacer algo más para compensar todo lo que estamos sacrificando", considera Errasti.

La vuelta al cole no trajo, sin embargo, el caos que algunos vaticinaban. De hecho, Osakidetza ha reconocido en más de una ocasión que los colegios no han sido el principal foco de contagio del coronavirus, ni mucho menos. Se han dado casos positivos, aislado a clases enteras confinando a los alumnos en sus casas e, incluso, cerrado centros al completo, pero la mayoría de los alumnos siguen en clase atendiendo las explicaciones de sus profesores.

El propio coordinador del plan de vigilancia y control de la pandemia, Ignacio Garitano, ha confirmado que los niños se contagiaron más en verano, de vacaciones y en sus casas que en las aulas, "donde están a salvo". Aun así, Errasti echa de menos salir, estar con amigos, viajar; en definitiva, vivir sin miedo.

"Tendrían que hacer algo más para compensar todo lo que estamos perdiendo las familias"

Presidenta de Denon Eskola