- Hicieron todo un ejercicio de contención, pero los vecinos más txikis de Zabalgana cumplieron a raja tabla y pese a la emoción que les invadía en ese momento por tener frente a ellos a Olentzero y Mari Domingi todas las medidas anticovid que la asociación vecinal Zabalgana Batuz había organizado en el centro Zabaldu, del Paseo de Unicef, 16 para que todos ellos pudieran entregar con seguridad sus cartas con los regalos que deseaban desenvolver el día de Navidad.

Ya desde días antes se notaba que la visita del carbonero iba a ser más que bien recibida en este barrio al oeste de la capital alavesa, puesto que la cita de ayer, la primera de las dos jornadas en las que estos dos mágicos personas iban a atender en persona a los peques, colgó el cartel de completo. Esta jornada empezó exactamente cuando las agujas del reloj marcaron las 17.00 horas. Si bien, antes de ello la expectación estaba asegurada, como se podía ver entre todas las personas que hacían cola mientras respetaban la debida distancia interpersonal.

La cita de ayer fue, además, la más larga, puesto que se prolongó hasta bien entrada la tarde: hasta las 20.30 horas. Se podían reservar hasta dos de estas citas por franja horaria y el tiempo para poder estar con el carbonero y su pareja era de dos a tres minutos, “para poder la oportunidad a más niños”. Es por ello que en cada una de estas reservas solo podía entrar un adulto y un máximo de tres menores.

Para hoy también habrá más oportunidad para seguir entregando misivas, aunque eso sí, el horario cambiará algo ya que en vez de ser por la tarde lo harán por la mañana (de 11.00 a 13.00 horas), porque hay que tener en cuenta que hay que dejar a Olentzero y Mari Domingi un poco de tiempo para que puedan almorzar a gusto, a ser posible con los diez cerdos jóvenes con costilla y lomo que él solo se puede llegar a zampar, según cuenta su popular canción.

Una comida un tanto calórica y poco recomendable para la tripa grande que dicen que en esos momentos tiene ya Olentzero, pero que les servirá muy bien para poder reponer las mayores fuerzas posibles, para la larga noche que les espera.

No en vano, sus sacas este año estarán más cargadas que nunca, si se tiene en cuenta lo bien que todos estos menores se portaron durante el confinamiento domiciliario, respetando todas las normas que les decían sus madres y padres de no poder salir a la calle durante el tiempo que durase el estado de alarma, decretado en marzo con el fin de contener la expansión del coronavirus, para poder seguir disfrutando de sus abuelos y los de sus amigos mucho más tiempo. Un comportamiento ejemplar que sigue en la segunda ola.