La sidrería Kuartango, que dirige Benito Peciña, ha vuelto a dar otro salto adelante en su promoción, al lograr importantes premios en una de las ferias internacionales más exigentes, la X SISGA, que es la denominación del Salón Internacional de les Sidres de Gala y que se celebra en Gijón con una muy importante presencia de elaboradores de muchos países y, por supuesto, del Estado.

Nacida al amparo de un plan de recuperación del antiguo balneario de Zuazo de Kuartango, la sidrería comenzó su actividad con la elaboración de sidra, sin más aditivos, y le siguió poco después, el zumo de manzana y el vinagre de sidra. Por supuesto, y en paralelo, se desarrolló un restaurante sidrero y un bar donde degustar esta y otras bebidas.

Pero Peciña quería ir más lejos; no en vano, la sidrería se está preparando para disponer de un centro de interpretación de la sidra, que era uno de los objetivos perseguidos por el alcalde, Eduardo Fernández de Pinedo. Y mientras llega ese momento, para el que se está reuniendo material y maquinaria, Benito Peciña comenzó a innovar en la bodega.

Una de las iniciativas que sacó adelante fue la sidra de fuego. Se trata de una sidra que parte de la filosofía de los vinos y sidras de hielo, cada una con las dificultades que se corresponden con su tamaño. Y es que la sidra de fuego, como la preparada por Peciña, fue una creación de un canadiense, de la zona de Quebec, quien en la década de los noventa decidió elaborar una sidra no a través de la criogenización, la congelación, sino por medio de la reducción a fuego lento partiendo de unos frutos extremadamente fríos.

Explica Peciña que el sistema consiste en recoger las manzanas lo más frías posibles, ya que en nuestro país es muy difícil que se congelen; se dejan fermentar y se elabora un arrope cociendo a baja temperatura los frutos para que no pierdan aromas y hasta que queda con una formación untosa y con una graduación de entre 10 y 11 grados de alcohol. La sidra que queda tiene aromas a frutas, a miel, a cáscara de naranja y orejones y es perfecta para tomar como aperitivo, en un vaso tipo vermú, o al final de una comida, con los postres, con un chupito congelado. Su sabor y calidad le valió un oro el año pasado en SISGA y este año, hace pocos días, un segundo oro compitiendo con sidras mucho más veteranas.

Además, Peciña llevó al certamen otras dos sidras, que regresaron con sendos bronces de premio. Una es la sidra Sagartxo, que es una sidra de manzana a la que se añade un concentrado de limón y carbónico para darle burbujas y que también el año pasado tuvo el reconocimiento de los expertos.

La otra era una novedad este año a la que ha bautizado con el nombre de Callabocas. Se trata de una sidra de doble fermentación. Por una parte, lleva una cerveza (cebada) fermentada, a la que se añade el mosto de la manzana para que fermente todo junto. El resultado es una bebida definida como alma de cerveza y corazón de manzana y que algunas personas de la organización de SISGA han comparado con la cerveza belga de navidad.

Desafortunadamente, la sidrería Kuartango va a permanecer cerrada unos días. "Hasta nuevo aviso y debido al nuevo estado de alarma nos vemos obligados a echar la persiana en nuestro servicio de hostelería", según reza el aviso. Sin embargo, Benito Peciña ha llegado a un acuerdo de colaboración con Génesis, en Lakua Arriaga, y allí se pueden encontrar estas sidras y degustarlas.

Mientras llega el momento de la reapertura, Peciña está enfrascado en la elaboración de lo que será la sidra de este año y anticipa la excelencia de la cosecha de manzanas, de las variedades admitidas por la Denominación de Origen para elaborar esta bebida natural.

A la espera. Mientras llega el momento de la reapertura, Benito Peciña está enfrascado en estos momentos en la elaboración de lo que será la sidra de este año y anticipa la excelencia de la cosecha de manzanas.

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El sistema que emplea con el objetivo de lograr la sidra de fuego consiste en recoger las manzanas lo más frías posibles, ya que en nuestro país es muy difícil que se congelen; se dejan fermentar y se elabora un arrope cociendo a baja temperatura los frutos para que no pierdan aromas y hasta que queda con una formación untosa y con una graduación de entre 10 y 11 grados de alcohol. La sidra que queda tiene aromas a frutas, a miel, a cáscara de naranja y orejones, y es perfecta para tomar como aperitivo, en un vaso tipo vermú, o al final de una comida, con los postres, con un chupito congelado.