lava se convierte, a partir de hoy, en una especie de isla, pero sin mar. La alta incidencia del covid-19 en sus poblaciones ha llevado a las comunidades limítrofes a cerrar sus fronteras y a convertir con ello a los alaveses que viven en el otro lado de la muga en una suerte de trebiñeses bien conocedores de acumular kilómetros para hacer trámites que podrían resolverse con prontitud y cercanía. Se da la paradoja, así, de sufrir una cierta limitación de movimientos obligados por la resolución de los gobiernos colindantes mientras los y las alavesas siguen libres para poder desplazarse allá por donde quieran.

Y, en esas, se encuentran desde hace semanas los pequeños pueblos de la zona suroeste de nuestro territorio. Hasta ayer, antes de las decisiones de Navarra y La Rioja, la movilidad estaba limitada sólo para entrar a Miranda de Ebro. La comunicación normalizada con la localidad burgalesa se encuentra interrumpida desde el pasado 27 de setiembre, con lo que ello supone para vecinos de los municipios alaveses colindantes, como Berantevilla, Zambrana, Ribabellosa o Lantarón. Tareas cotidianas como hacer la compra o ir a la farmacia se han vuelto ciertamente complejas dado que, por ejemplo, ahora el supermercado más cercano se encuentra en Vitoria-Gasteiz o la ciudad de Haro.

Y esta última tampoco es una opción a partir de hoy porque, al igual que Miranda de Ebro, la comunidad que dirige Concha Andreu se encuentra ya cerrada a cal y canto. Así, Haro ya no es una alternativa para llenar la bolsa o hacer recados ni tampoco la capital, Logroño, cuya alta tasa de incidencia preocupa -y mucho- a las autoridades riojanas.

Para garantizar que se cumple ese nuevo confinamiento, el Gobierno de La Rioja explicó ayer que unos 1.100 agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional participarán en los controles aleatorios que se establecerán en los accesos a la comunidad. La Guardia Civil, con unos 800 agentes, y la Policía Nacional, con unos 300, activarán todos los recursos disponibles para cumplir con esta normativa, que permite los movimientos con origen y destino dentro de la propia comunidad autónoma y aquellos que atraviesen La Rioja con destino a otro territorio no confinado.

Un fastidio importante para localidades como Oion o Moreda de Álava, quienes ven cómo, además, tampoco tienen una alternativa en el otro lado de la muga con Navarra.

La comunidad foral vivió ayer su primer día de confinamiento total con una relativa normalidad. Tanto, que, en determinadas carreteras colindantes con nuestro territorio, los controles no fueron efectivos durante todo el día. Y es que tan sólo seis de los 59 puntos fronterizos con los que cuenta Navarra son en su limitación con Araba.

El Gobierno de María Chivite advirtió, en todo caso, que la puesta en marcha de dichos dispositivos será gradual, con lo que se espera que la Policía Foral -o, en su defecto, la Guardia Civil- pueda estar presente, sino de manera constante, sí alternativamente en todos los accesos a Navarra.

Incorporaciones que, en el caso del territorio histórico de Álava, se encuentran en las carreteras que unen la localidad de Viana con Moreda (NA-7220); Meano (NA-7242 y NA-7210); Meano a Kripan (NA-7300); así como la NA-132-A, de conexión entre Estella y Vitoria-Gasteiz, además de la A-1 a la altura de Olazti y un poco antes Ziordia.

En lo que se refiere a esta comunidad, al igual que La Rioja, se permite la circulación de vehículos que atraviesen el territorio de Navarra, pero con destino fuera de ella.