- No hay mal que por bien no venga, como afirma el dicho popular. En el caso del Hospital Psiquiátrico de Álava, pionero en la progresiva eliminación del tabaco de sus instalaciones, ese mal ha sido precisamente el covid-19, que ha acelerado más si cabe su conversión en un centro totalmente libre de humo. Por desgracia, la pandemia sí que ha supuesto un freno para una de las últimas innovaciones puestas en marcha en el centro gasteiztarra, una sala de confort sensorial para los pacientes, que fue la primera en un hospital de estas características pero apenas ha podido tener utilización desde su estreno en febrero.

La innovación está en el ADN de este hospital. Este mismo año, por ejemplo, han estrenado su primera sala de confort sensorial y siempre acostumbran a lanzar iniciativas novedosas. ¿El covid les ha obligado a parar algún programa nuevo que tenían entre manos?

-La sala de confort sensorial es una de las concesiones que nos ha obligado a hacer esta pandemia. Obviamente, su utilización ha sido prácticamente nula durante este tiempo, con lo cual no hemos podido valorar todavía su funcionamiento, los resultados en salud que esto puede dar a los pacientes. Y esto lo tenemos pendiente. Tenemos muchas esperanzas en que sea una herramienta útil y que ayude a mejorar no sólo la calidad de vida del paciente cuando esté ingresado, sino también a su recuperación. Que sea una herramienta terapéutica.

¿Ha habido más programas que se hayan tenido que parar en el centro?

-La pandemia ha afectado prácticamente a todo. El que estábamos desarrollando con más intensidad y que ha ido gradualmente volviendo a la normalidad, pero que al principio estuvo muy afectado, es el de la actividad física que comenzamos con la UPV/EHU y Sara Maldonado. Estamos trabajando en un proyecto de investigación relacionado con este tema y espero que gradualmente se normalice, aunque ya lo estamos reactivando.

El hospital se ha convertido también este año en el primero monográfico del Estado libre de humo.

-Paradójicamente, ha habido un efecto positivo en toda esta situación y que ya es una realidad. Y es que este hospital ya es un espacio totalmente libre de humo. Esto estaba previsto para este año y probablemente se hubiese desarrollado ahora, pero es una realidad desde junio.

¿Ha sido fácil?

-Creo que todo está funcionando de manera muy buena. No me han notificado que haya habido ningún problema. Podíamos pensar que las personas con estancias largas iban a tener más dificultades, pero se ha ofrecido tratamiento a todo el que lo ha pedido y lo ha necesitado. Ha sido menos difícil de lo que parecía. Además, ya teníamos la experiencia de la unidad de psicosis refractaria (UPR) del hospital, que lleva años siendo un espacio libre de humo. En su momento, todo el mundo tenía pánico por lo que pasaría con la UPR, pero esa experiencia nos sirvió para darnos cuenta de que era más difícil enfrentar el prejuicio o el temor de los profesionales que la dificultad de los pacientes. El paciente, una vez que sabe que no puede fumar, lo asume. Es como cuando te subes a un avión, aunque tengas que afrontar un viaje trasatlántico. Siempre puede haber excepciones, pero afortunadamente se ha cumplido muy bien.