- Los habitantes de Iruña-Veleia comían pescado fresco, incluso transportado vivo hasta su mercado desde los puertos pesqueros del norte. No les faltaba abastecimiento de agua, gracias a sus numerosas cisternas subterráneas que se alimentaban de la lluvia. Y disponían de enormes mansiones, algunas de más de 1.000 metros cuadrados. Algo de todo eso se puede disfrutar ya durante la visita, pero lo aflorado no es nada con lo que aún queda por excavar dentro y fuera de la larga muralla de casi dos kilómetros.

En realidad, es solo cuestión de dinero, ya que hasta el momento ha sido la Diputación de Álava quien ha ido financiando las actuaciones llevadas a cabo, con algún pequeño apoyo del Gobierno Vasco. Y lo malo es que cuando el presupuesto foral se reajusta, como ha sucedido este año con la crisis ocasionada por la pandemia, los recortes afectan, en primer lugar, a lo que no es imprescindible, como es el caso. Sin embargo, aunque no se ha podido aumentar la dotación anual para llegar a más objetivos, sí que se ha mantenido la inversión anual, que se va a ejecutar precisamente en estos días.

La tradicional partida de 162.000 euros va este año para trabajos de consolidación y acondicionamiento del yacimiento. Concretamente se han a concluir las labores de consolidación del macellum, el mercado que se encuentra extramuros, antes de entrar en el recinto amurallado y el camino de acceso a ese espacio comercial. Asimismo, se hará una pequeña actuación para consolidar los restos de la cisterna exterior al macellum, en una construcción adosada pero que no pertenecía a ese mercado.

Ésa será la actuación arqueológica de este año y junto a ella se realizarán varias obras para recibir mejor a las visitas. Así, se acondicionarán los senderos de comunicación entre las zonas visitables, se reordenarán el espacio de servicios y el aparcamiento, se mejorarán los accesos al centro de recepción de visitantes, se instalará una señalética explicativa de las distintas dependencias del mercado y se elaborará los estudios para la realización de la memoria.

Lo cierto es que hasta ahora no se ha planteado una excavación masiva de ese lugar para dejarlo como está, por ejemplo, Numancia, en Soria, porque la inversión sería enorme y después debería decidirse si documentar y volver a tapar o mantenerlo a las visitas, con el coste de mantenimiento que eso tendría.

El jefe del servicio de Museos y Arqueología, Javier Fernández Bordegarai, acompañado por un técnico de ese servicio, guió a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA en una visita a "uno de los yacimientos romanos más importantes de la comunidad autónoma. Iruña-Pamplona; Iruña-Irún e Iruña Veleia, fundados por los romanos, son las tres poblaciones más importantes de la Vasconia histórica".

Cuenta que éste era un núcleo habitado previamente a la llegada de los romanos, con vestigios de asentamiento mil años antes de nuestra era, desde finales de la Edad de Bronce y en la Edad del Hierro parece que fue relativamente importante. Aprovechando su existencia se asentó la población romana y se puso en marcha una ciudad más importante relacionada con la Vía que comunicaba Astorga con Burdeos, la Iter XXXIV, también denominada itinerario Antonino A-34, o la Ab Asturica Burdigalam.

Consecuentemente con esos asentamientos y comunicaciones, la ciudad de los siglos I o II era mucho más grande de los que fue después. A partir de finales del siglo III o IV se construye la muralla, reduciendo el espacio de la ciudad. "No sabemos muy bien por qué es un momento de inestabilidad en todo el imperio romano, pasa en muchos sitios que las ciudades se amurallan y se reduce el espacio. Posiblemente se seguiría viviendo también extramuros, pero se deja en el interior las instalaciones y casas más importantes en un recinto con un perímetro de casi dos kilómetros de longitud, una anchura, en algunos casos de 5 y 6 metros y unas alturas, en muchos lugares, de más de 8 metros. Hacia el río aprovecha un cortado natural y a partir de ahí levantaron la muralla", cuenta Fernández Bordegarai. "A partir de ese momento se hace la vida en el interior, en lo que se ha venido llamando el oppidum", que es la denominación que se da a un poblamiento elevado que aprovecha defensas naturales y otras construidas por las personas.

Detalla que ese interior es la zona en la que tradicionalmente se ha excavado desde finales del XIX y comienzos del XX, aunque de manera esporádica y sin un "proyecto serio". El primero, "serio, lo pone en marcha Eliseo Gil y la empresa Lurmen, un proyecto financiado por Euskotren que al final derivó en los problemas de todos conocidos de las falsificaciones de los grafitos". Mientras duró ese proceso judicial, la Diputación puso en marcha en 2010 otro proyecto, que se denomina plan director 2010/2010 Iruña-Veleia, que es en el que se ha trabajado y se está acabando.

El jefe del servicio explica que el final se demorará algo, a causa del retraso propiciado por la pandemia, pero ya se van barajando opciones para continuar con otro plan de al menos 10 años. Ahí entrarán todos los condicionantes de financiación "pero es voluntad de la Diputación y así se manifestó en Juntas Generales, el continuar, mantener las inversiones en Iruña-Veleia y confiamos verlos reflejado en el presupuesto de 2021". En ese sentido, se confía en incorporar en este proyecto a otras instituciones, como el Gobierno Vasco.

De esta manera, durante este periodo que ahora acaba se ha trabajado en dos ámbitos: en la muralla, especialmente la zona de la entrada que estaba en riesgo de desplome. Ahí se ha excavado y consolidado, porque no se ha planteado recuperarla. Y la otra línea era excavar fuera de la muralla, con la idea de demostrar que la ciudad era mucho más grande. "Partiendo de una fotografía en la que se apreciaba una estructura, se localizó un mercado de la época romana, posiblemente del siglo I o II antes de Cristo".

Así apareció el macellum, el mercado. Se pudo establecer que había un camino desde la zona de la puerta de la muralla y hasta la puerta de acceso al mercado, las puertas, porque había una de acceso a los servicios que abría 'el ordenanza', el guarda. Por la puerta principal se accedía a la estructura del mercado. Una vez excavado se ha podido comprobar que la mayor parte de la estructura tuvo otras formas y seguramente para lograr una mayor estabilidad de los muros y columnas, ya que el subsuelo en esa zona es principalmente de tierra, se movieron las paredes a mediados del siglo II. Como testimonio de esos cambios se ha dejado en el pavimento la marca de las antiguas separaciones.

En la zona central está el patio y a su alrededor estaban las distintas estancias. En una de ellas, la del guarda, "se han encontrado pesas que servían para certificar que las pesas y medidas utilizadas por los comerciantes se ajustaban a la legalidad para que nadie timara a los clientes". Esas pesas y otros muchos miles de hallazgos, como monedas, cuchillos de los carniceros y cerámicas se conservan en el museo, en Vitoria. También en el patio había un espacio donde estaría la estatua de alguna divinidad o de algún benefactor del mercado. Al lado debería haber una pequeña piscina circular, la tholos, que se ha perdido, pero se ha colocado una réplica. "En ese agua se echaba el pescado, seguramente vivo y se hacía como ahora en las marisquerías, que el cliente elegía el que quería. Lo sacaban y lo limpiaban aquí mismo" - cuenta Fernández Bordegarai- "y al hacerlo aquí, este lugar estaba lleno de escamas de peces". Era un hallazgo importante, porque servía para identificar qué se comía y el nivel económico de los clientes.

Pero identificar qué peces era complicado, aunque en la Universidad de León han encontrado un investigador que ha acometido ese estudio "y de primeras ha identificado unas 23 especies y que la mayor parte eran marinas. No sabemos con certeza si los traían vivos, secos€, también había de río. Además, se encontraron almejas, ostras€ lo que mostraba el alto nivel adquisitivo que tenían algunos de los habitantes de Iruña Veleia". Sin embargo, no es de extrañar porque en otras partes del imperio también se realizaban excentricidades, como las dos columnas de mármol de cinco metros cada una, en una sola pieza, encontradas en una casa romana en Toledo, propiedad de un familiar de un emperador. Se lo llevaron desde Turquía, como comentaba el jefe del servicio de Museos.

Siguiendo con el macellum, el mercado, alguna sala aparece pavimentada con mortero y restos cerámicos pulidos, algo similar al terrazo, y las paredes revocadas, lo que demuestra que pudo ser para una tienda de telas. También hay otra sala, cuyo uso pudo ser como capilla, templo pequeño donde comerciantes o clientes hacían sus libaciones u oraciones a los dioses. Alló apareció una chapa de bronce con dos asas, que se clavaba en las paredes, con la figura de Mercurio y del dios Marte. El primero representaba el comercio y el segundo la guerra. Además, las paredes estaban forradas de mármoles: rojo, de una cantera de Ereña, mármol blanco y mármol verde, que se combinaban en la sala. Una pequeña muestra se colocará, para que los visitantes se hagan una idea de cómo era.

Otra labor de investigación que se está llevando a cabo se realiza en un habitáculo colocado junto al acceso de visitante. Allí, una investigadora, Itxaso Sopelana, va decantando poco a poco restos de tierra para que el material vegetal flote. Así logra restos de carbón con los que identificar la alimentación y otros vestigios, la bio-arqueología, con lo que se puede describir con fiabilidad el modo de vida de los habitantes. Esa investigación se incorporará a la memoria de los últimos diez años de trabajos en la ciudad romana.

"Pasa en muchos sitios que las ciudades se amurallan y se reduce el espacio"

"En el agua se echaba el pescado y el cliente elegía, como ahora en las marisquerías"

Jefe de Museos de la Diputación