- Como su nombre indicaba, Ágora (el diseño con el que el arquitecto barcelonés Javier de las Heras ganó el concurso de ideas para construir el antzoki de Altzarrate en Llodio), dotará de una nueva plaza a Latiorro, aunque no de centro social, tal y como confiaba el barrio pese a no estar contemplado en las bases. De hecho, según el proyecto básico entregado este verano al Ayuntamiento (el definitivo se espera tener este año, aunque el plazo legal de entrega no finaliza hasta febrero de 2021), el edificio salvará el desnivel entre la calle Altzarrate y el primer bloque de Carlos Larrea con una nueva plaza a esa altura que será la cubierta del teatro.

Éste, por su parte, tendrá 1.793 metros cuadrados distribuidos en tres plantas y dos volúmenes: el patio de butacas, forrado de cristal, y el espacio escénico, de madera; y estará semisoterrado. Uno de sus rasgos distintivos será la rampa-escalera que recorrerá la fachada de la calle Altzarrate, para llegar a la terraza superior y a la cafetería (estará en el interior y con entrada propia), ya que se convertirá en un mirador sobre la localidad que estará protegido por una pantalla acústica para minimizar el ruido de los trenes y que también servirá como soporte para anunciar espectáculos. Asimismo, en la fachada de la calle Arantzar habrá un voladizo que permitirá proyectar imágenes, generando un espacio escénico al aire libre.

Por lo que respecta al aforo, éste ha quedado establecido en 500 butacas. De ellas, las colocadas en la primera fila serán retráctiles y podrán recogerse, de manera que el espacio más cercano al escenario pueda utilizarse de forma polivalente para otro tipo de actividades o reuniones.

Resueltas las incógnitas en torno capacidad y diseño, ahora queda por solventar el no menos importante enigma en torno a la financiación. No en vano, la construcción del edificio -que, en un principio, se estimaba tener terminada para verano de 2023- está cifrada en tres millones de euros, a los que hay que sumar otros dos en materia de equipamiento. Una cifra nada baladí y menos, en medio de una pandemia que ha echado por tierra el presupuesto municipal, al reducirse los ingresos que llegan vía instituciones superiores y tener las propias arcas municipales gastos no previstos para atender necesidades más apremiantes.