l Ayuntamiento de Artziniega ha querido aprovechar el conjunto escultórico culminado este mismo verano por voluntarios del pueblo para, sumándolo a las curiosas pinturas que los artistas locales han ido realizando en los últimos años por el casco histórico y los edificios singulares que alberga este último entorno en sí mismo, elaborar un itinerario cultural y turístico que une arte e historia.

“Las esculturas pertenecen al conjunto planteado por nuestro vecino Benjamín Respaldiza, cada una con su propio significado, al igual que las pinturas elaboradas por los y las pintoras de la villa durante las distintas ediciones de la feria medieval. Esta necesidad de dotar de contenido, aunque solo sean dos pinceladas para contextualizar más allá de lo visual, es la que nos ha llevado también a elaborar este itinerario”, resume el alcalde en funciones, Unai Gotxi.

En concreto, el recorrido parte de la escultura denominada El paragüero, ubicada frente al palacio barroco que recibe a quien visita el pueblo, en la misma Puerta de la Villa. “Se trata de un mueble que existía a la entrada de las casas para dejar el paraguas, sombrero, bufanda… Una metáfora que pretende ser la recepción a quien llegue a este casco histórico, un estás en tu casa, eres bienvenida”, explica Gotxi sobre esta pieza de manufactura vecinal, coronada en su parte superior por una ventana forjada, con la cortina medio abierta.

Después, bordeando el edificio y subiendo por Beratza Aldapa, en la parte superior se encuentra la fachada de la Torre de los Molinillo y Velasco, que data del siglo XVI y, frente a ella, una segunda escultura que recuerda al banco de trabajo de herrero y colocada en memoria del colectivo artesano de todos los tiempos. “Hasta cuatro fraguas hubo en el municipio, una de ellas, precisamente, junto a esta torre. Y es que nuestros pueblos se han construido y sostenido por múltiples artesanos”, aclara.

Dejando esta torre a nuestras espaldas y culminando la cuesta, Goiko Plaza se abre ante la mirada del visitante. A la izquierda, el antiguo Ayuntamiento y entre sus hastiales el mural que los y las pintoras de la villa van completando en cada edición del Mercado de Antaño, plasmando los rostros de los viandantes, en una interpretación libre de la Rendición de Breda, aun sin título.

Atravesando la plaza y dejando atrás la fuente, se accede al paseo Lehendakari Agirre, en cuyo final se ubica la Parroquia de la Asunción, edificación fortificada del siglo XVI, y bordeando su trasera se descubre el mirador de El Campillo. “Ahí se ubica quizá la apuesta más ambiciosa de las cuatro obras, moldeadas por un grupo de voluntarios del pueblo, por su conjunto, pero también por lo que representa. Tres torres, una lanza y un árbol forjados. El escudo de Artziniega. Tres torres, y cada una representando a uno de los tres museos que atesora Artziniega: El Sacro, con el dibujo del Santuario; el Etnográfico, con el dibujo a modo de guiño a la Junta de Ordunte que acogía a cuatro pueblos de Artziniega como son Santa Koloma, Mendieta, Soxoguti y Erretes Tudela; y el Taller-Museo Santxotena, con la silueta de la torre de Molinillo y Velasco y a sus pies una pieza del propio artista que representa a nuestra sociedad matriarcal”, detalla. Completando a todas ellas, un árbol, una encina. Y aunque en el escudo original aparece una lanza, esta ha sido sustituida por una reja del vallado del propio Santuario, en señal de trabajo y paz. Siguiendo el itinerario y acabando de bordear la parroquia se accede a Goienkale, donde se encuentra la fachada principal de la parroquia y sus coloridas bóvedas. Obra de los y las pintoras locales durante las ferias de antaño a finales del siglo XX, con técnicas antiguas, que representan santos y santas relacionadas con la villa, en una de ellas, y escenas de la antigüedad, en la otra.

“Cada una de las pinturas tiene un anacronismo, un elemento actual, como un teléfono móvil o un botellín de cerveza, en la zona de los santos, y un cajero automático o un colchón, en las escenas”, detalla. Una vez descubiertos los enigmas de las pinturas, esta curiosa ruta invita a avanzar por el cantón frente a la parroquia y acceder a Artekale Plaza, la última parada de este recorrido, pero al mismo tiempo la primera de las esculturas que se instaló de este conjunto. “Se tituLa mesa de la convivencia y es una mesa con dos sillas, una jarra de vino, un pan y dos vasos, que sugiere la necesidad de compartir, conversar, intercambiar y celebrar en unión”, detalla.

El recorrido se completa con otras esculturas públicas diseminadas por el municipio tales como la estatua sedente de Eugenio Garay Rivacoba, junto al Ayuntamiento, y que data de 1912; la instalada en 1998 bajo la sombra frondosa de la centenaria encina, en el santuario, en memoria de la Junta de Ordunte; la realizada en los jardines del mismo Santuario en 2004, y que lleva por nombre Bildu, para conmemorar la Coronación de la Virgen; y, la situada frente a la fragua de Pablo Respaldiza, una gruesa barra cuadrada de hierro, en Barrenkale, obra de Luis Padura.

En definitiva, una propuesta diferente para disfrutar de este casco antiguo único, que mantiene su estructura medieval en forma de almendra y que fue declarado conjunto monumental por Gobierno Vasco. “Es una nueva forma de disfrutar de la historia, el arte y el paisaje de Artziniega”, concluyen desde el Ayuntamiento, esperando que el itinerario se convierta en un nuevo reclamo turístico para el municipio.