- Laminoria, en realidad la mina Esther, en Arraia-Maeztu, es la mayor explotación minera a cielo abierto en Euskadi. Y eso que buena parte de ese espacio, ya trabajado, está regenerado y lo único que se aprecia en esos lugares son el verde de la vegetación y los sonidos de la vida silvestre que ha recuperado su territorio. No en vano, esa medida de no dejar el territorio sin restaurar una vez trabajado ha sido premiada con dos galardones nacionales por las buenas prácticas medioambientales.

La mina es una concesión que gestiona la empresa Eusebio Echave, S.A., que tiene otorgada desde 1977 la concesión de la explotación minera denominada Esther, que ocupa una superficie total de 26.685 pertenencias mineras, repartidas entre los municipios de Arraia-Maeztu, Elburgo, Alegría, Iruraiz-Gauna, San Millán, Arlucea-Marquínez, Parzonería de Encía, Valle de Harana, Campezo, Bernedo, Zambrana, Peñacerrada, Comunidad de Laño, Pipaón y Peñacerrada, Lagrán y Condado de Trebiño.

Eusebio Echave, S.A. es, en realidad, la punta de lanza del grupo Sainsa, en el que se fueron creando e incorporando plantas de hormigón, empresas de prefabricados, asfaltos, una constructora, empresas de transportes, otras explotaciones dentro y fuera de Álava y otras empresas, hasta el concesionario Suzuki de Álava. Su techo de rentabilidad fue muy alto, hasta la crisis económica recrudecida entre los años 2009 y 2010, que afectó al grupo. Sin embargo, en este momento está en recuperación positiva.

Ricardo Echave es, junto a su hermana, la tercera generación del grupo Sainsa, el holding que encabeza la explotación minera Eusebio Echave, S.A. Cuenta que en los años cincuenta, su abuelo, Eusebio Echave, siendo comercial de una distribuidora de carbón de Gipuzkoa, de Pasajes, una de las zonas que tenía que visitar y abastecer, además de Duranguesado, era Vitoria. Y estando por Gasteiz y por la cercanía con la fundición del carbón con las arenas que se usaban en el moldeo, empezó a indagar por Montaña Alavesa para ver de dónde salía la sílice. Cuenta, de oídas "porque no conocí a mi abuelo, que venía por esta zona del territorio y veía que las mujeres en los pueblos, en los lavaderos, limpiaban la ropa con arena, ya que por las propiedades que tenía lavaba muy bien los tejidos. Así que hablando con ellas empezó a ver de dónde salía esa arena y de esa manera comenzó a buscar sitios de donde poder sacarla".

Lo logró y aquello fue a más, y con el apoyo de la Diputación alavesa, llegó un momento en que pudo tener una pequeña explotación de arena que bajaba con carros, ayudado por el ganado. Luego comenzó a trabajar el transporte con camiones a vapor y aquello fue creciendo hasta empezar a trabajar en la mina Esther, a principios de los años sesenta. Lo inició en la zona de entrada de la cantera, que en la actualidad ya está recuperada medioambientalmente

El testigo lo recogió la segunda generación, que eran cinco hijos, jóvenes, ya que el abuelo Eusebio falleció con 55 años, y "a mi padre, que es el mayor de los cinco hermanos, con 26 años le tocó tirar del carro y todos juntos, como una piña, lo han traído hasta nuestros días. Hace ya unos diez años entramos la tercera generación". De hecho, el máximo responsable de la empresa, junto a su hermana, tiene ahora 38 años. Entró en enero de 2009 y tras pasar por todos los departamentos llegó a la dirección general.

La superficie total de la explotación asciende a 324,89 hectáreas, de las que en la actualidad están afectadas 245. También se ha trabajado sobre otras 154 hectáreas, pero esa superficie ya ha sido restaurada. El encargado de la producción, Gorka García, explica que en Laminoria, en realidad, se explotan dos materiales diferentes. Uno de ellos es una caliza y el otro es la arena de sílice. Esos materiales se encuentran en la explotación en una serie de bancos. En el superior está la caliza, cuya aplicación principal es la construcción, para temas de carreteras, hormigones, morteros, firmes y todo ese tipo de aplicaciones y luego aparece la división con las arenas de sílice, que se encuentran bajo las calizas y que tienen numerosas aplicaciones industriales como son el vidrio tanto para automoción y el aeronáutico, la fundición, el uso en campos deportivos y otros usos tecnológicos de gran importancia: la fibra de vidrio, comunicaciones, etc.

Tercia en la explicación el CEO de Sainsa, David Ilarduya, para añadir que el subsuelo está dividido en tres partes. La superior, la de la caliza, está dedicada a los temas de construcción. A continuación, "por suerte", hay una franja intermedia, impermeable, "que son unas arcillas, que no las utilizamos, no las valorizamos, pero que deja a la arena limpia y perfecta, como estaba hace millones de años, sin mezclas y sin necesidad de métodos de limpieza, excepto un lavado light y una clasificación".

Gorka García detalla que el proceso de trabajo con la caliza comienza con la perforación y voladura del cuartel, del espacio concreto que se va a trabajar. El material se carga en enormes camiones y se transporta hacia el lugar de trituración y molienda y clasificación según los tamaños para cada aplicación. Con las arenas, lo que se hace es un lavado para, por un lado, retirar las partículas de arcilla o lo que no sea arena, aunque la pureza es casi del 99 por ciento, y también se clasifica por su tamaño, ya que ronda entre 0 y milímetro y medio. En esa franja se hace la clasificación en cinco o seis tamaños.

Suena sencillo, pero casi no lo es. Y por esa razón, en el proceso se utiliza un novedoso sistema, según explica Ilarduya, puesto en marcha hace unos cuatro años, por lo que se hace necesario repartir las arenas en industriales y no industriales. En el primer caso, una de las aplicaciones es la fabricación de vidrio, entre ellos los que fabrica Guardian para automoción y que necesitan un muy bajo contenido en hierro.

Para lograrlo, se hizo una inversión en la mina Esther bastante importante y novedosa en la que por medio de imanes, un sistema magnético, se elimina casi todo el hierro para que no afecte negativamente en la fabricación del vidrio. "Somos de las pocas empresas que tenemos esa aplicación y por eso podemos garantizar una extraordinaria calidad en la arena y una homogeneídad. Eso nos ha permitido entrar en ese sector y en el de la alimentación de animales. En ese sentido colaboramos con Industrias Químicas del Ebro (IQE), que es una de las más importantes empresas del sector a nivel europeo, que tiene entre otras actividades una línea de alimentación animal, así como en el desarrollo de una planta en Zamudio".

Lo que no hace Sainsa es exportar. Lo hacen sus clientes, según explica Ilarduya. Añade que las arenas son productos que tienen poco precio y cuesta más el transporte que el producto. "Por eso nuestro mercado es de cercanía y es que competir con una cantera de Andalucía no tiene mucho sentido, porque el transporte cuesta tres veces más que la arena". Lo que si llega a otros países es el resultado de su trabajo, sobre todo el relacionado con la fundición, que está presente en muchos países de Europa.

Como a todas las demás empresas de todas las actividades económicas, la pandemia también provocó problemas a Sainsa, "sobre todo en el mes de abril en el que bajamos hasta un 20% en nuestra actividad. Luego hemos ido recuperando poco a poco, aunque dependemos mucho de la fundición y ésta de la automoción, pero esta última está bastante parada. En el momento en el que tire un poquitín más volveremos a estar no al nivel del año pasado, pero tampoco con sustos. La verdad es que si lo demás, las calizas para construcción y obra pública, aporta un poquitín estaremos bien", explica Echave.

La mina lleva muchos años trabajando, pero no siempre en el mismo punto, sino que se va moviendo la extracción. Comenta Ricardo Echave que van avanzando en los bancos que abren y retiran primero la caliza, luego la arcilla y finalmente la arena de sílice. Esos avances en el terreno, "con un margen prudencial, lo vamos recuperando con materiales de la propia explotación", respondiendo a una planificación establecida de fases de trabajo: preparación, actuación y restauración o regeneración.

Con la restauración no se llega a la orografía original, pero lo que se hace es un relleno perfilado y posterior sembrado. La realidad es que allí donde se trabajó y ahora se ha recuperado, no se aprecia que hubo una explotación del subsuelo. Y esta medida se viene acometiendo incluso desde antes de que fuera obligatorio realizarlo, por ley, desde 1994.

Dado que la mina precisa agua para la limpieza de la arena, o como reserva para un hipotético incendio en las masas boscosas de la zona, se ha desarrollado un rosario de zonas húmedas, impermeabilizadas con las arcillas que se han extraído del terreno, enlazadas unas con otras, lo que ha posibilitado la creación de numerosos humedales "donde se ha instalado todo tipo de especies vegetales y animales. Su presencia permite su uso por numerosa fauna, especialmente aves, pero también mamíferos que las usan como zonas de aprovisionamiento y refugio". Está comprobado un crecimiento grande de presencia de corzos y jabalíes, liebres, zorros y tejones, visones y nutrias, murciélagos, así como águila culebrera, cernícalo común, chotacabras, perdiz, patos, cormoranes y, en las zonas altas restauradas, buitres leonados.

También para sorpresa de muchos, en las zonas restauradas en las primeras fases se ha localizado la presencia de una orquídea, Himantoglossum hircinum incluida en el Catálogo Vasco de Especies Amenazadas con la categoría de rara.

Esa actividad de restauración y regeneración le ha servido a Eusebio Echave, S.A. para ser merecedor de dos importantes premios nacionales, de la Federación de Áridos de España. Uno a la restauración ambiental por tres de las zonas donde se ha actuado, la ejecución de una de las balsas y una recuperación de taludes, y otro a la innovación por las buenas prácticas operacionales e iniciativas en la rehabilitación de explotaciones, a través del proyecto Tecnosuelo por medio del uso de diferentes tierras para regenerar la zona. Sainsa llegó a crear una empresa para reutilizar los restos de arenas de la fundición, eliminando los productos químicos que se hubieran utilizado, como el caso de las resinas. Una parte de esa arena volvía a la fundición y el resto se usaba para mezclarla con bentonita y otros residuos de la fundición y se creaba un suelo técnico, por eso se llama Tecnosuelo, que se podía utilizar para rellenar el terreno. Un ejemplo de economía circular con la que este grupo trata de funcionar en todas sus operaciones

La mina también ha sido un importante agente económico para fijar población. Hubo tiempos de hasta 500 trabajadores en la era dorada de la construcción, pero en la actualidad la plantilla de la empresa en Laminoria es de 50 personas, más otra importante cifra de trabajadores de empresas auxiliares, especialmente de transporte, por lo que se puede hablar de 150 a 160 puestos de trabajo, de la empresa y de otras, que viven gracias a la mina. Ilarduya matiza: "¡Y casi todos alaveses!". Sin tener en cuenta que la arena de Laminoria, en una cantidad abrumadora, llega a todas las fundiciones vascas, que representan casi el 80% de la fundición nacional.

Una gran explotación. La mina Esther es una concesión que gestiona la empresa Eusebio Echave, S.A. desde el año 1977. Esther ocupa una superficie total de 26.685 pertenencias mineras y es la mayor explotación a cielo abierto de todo Euskadi.

Trabajo con premio. Pese a sus características de este espacio, buena parte de él, ya trabajado, está regenerado, y lo único que se aprecia en él son el verde de la vegetación y los sonidos de la vida silvestre que ha recuperado su territorio. Esta medida de no dejar el espacio sin restaurar ha sido premiada con dos galardones nacionales por las buenas prácticas medioambientales.

El máximo responsable de Sainsa en la actualidad, junto a su hermana, pertenece a la tercera generación al frente del grupo. Suma en él más de una década de trabajo en todos sus departamentos.

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Trabajadores tiene a día de hoy la empresa en Laminoria, a los que se suma otro número importante de profesionales de otras empresas auxiliares.