- Para el alcalde de Laudio, el jeltzale Ander Añibarro, que afronta su primera legislatura al frente del Ayuntamiento más grande de Álava, tras el de la capital, con sólo 30 años, la covid-19 ha supuesto más que una prueba de fuego a sus capacidades gestoras. La crisis sanitaria le ha convertido, muy a su pesar, en el primer alcalde que cancela las fiestas patronales, además de echar por tierra el plan operativo que había sobre la mesa. Ahora toca adaptarse a la ya más que segura bajada de ingresos. Con la salud pública como prioridad, Ander Añibarro, intenta salvar la mayor parte del programa y seguir hacia delante.

Ordenó el cierre de los clubes de jubilados del municipio tres días antes de decretarse el estado de alarma a nivel de todo el Estado. ¿Qué le llevó a actuar así?

-Creo que tiene mucho que ver con que mi profesión es la de enfermero y no quise esperar a ver las orejas al lobo. Fue un acto reflejo al recibir las primeras recomendaciones de la Diputación de Álava ante el avance que estaba experimentando el coronavirus y ser la tercera edad un grupo de riesgo. Le siguió la suspensión de cualquier actividad educativa, deportiva o recreativa en instalaciones públicas en el municipio y, no recuerdo bien si a las pocas horas o al día siguiente, ya recibimos del Gobierno Vasco la orden que decretaba el cierre de los colegios. Con el estado de alarma del 14 de marzo llegó también el cierre de todo lo privado, a excepción de actividades esenciales. No me arrepiento en absoluto de la decisión tomada. Creo que hicimos lo correcto anticipándonos y poniendo la seguridad de nuestros y nuestras vecinas mayores por delante.

¿Qué es lo que más recuerda de aquellos primeros días?

-Sin duda, la incertidumbre, dado el desconocimiento que se tenía respecto al puñetero bicho. Íbamos todos a prueba y a error, y no creo que me equivoque si afirmo que es algo que nos ha ocurrido a todos los ayuntamientos, desde los más pequeños de Añana y Lagrán hasta los más grandes de Laudio y Vitoria; a todos, sin importar el tamaño y el número de habitantes.

Llodio supera los 18.000 habitantes. ¿Tiene cifra de afectados por esta pandemia?

-Según el último padrón de enero somos 18.105 habitantes y los datos que recibimos del departamento de Salud del Gobierno Vasco indican que, hasta el pasado 12 de mayo, ha habido 135 personas detectadas con covid-19 en el municipio. Con los últimos casos aislados que se han ido dando en el último mes, no creo que lleguemos a 150 afectados. Fallecidos no me preguntes, la verdad es que no he querido saberlo, me parece algo muy personal e íntimo.

¿Hemos aprendido algo? ¿Estamos preparados para afrontar posibles rebrotes?

-En el ámbito sanitario desde luego que sí. Esta misma semana he tenido reunión con la jefa del centro de salud, precisamente, para abordar las previsiones de cara al próximo otoño, ya que nos tocarán de por sí las gripes estacionarias que se juntarán con posibles casos de covid-19, y ya se está trabajando para dar respuesta inminente a todo ello. ¿Cómo? Pues se plantea ampliar instalaciones con edificios prefabricados y ante cualquier mínimo síntoma, como una tos, activar el protocolo covid-19 y realizar pruebas PCR. ¡Que luego da negativo, pues mejor!, pero prevenir y atajar de raíz el problema, que no se extienda. Ya tenemos todos en mente la experiencia muy dura de la reclusión en casa y no queremos volver a ello. Si algo ha demostrado esta pandemia es que basta que nos prohíban hacer algo, da igual que sea ir a andar o subir al monte, para que todo el mundo quiera hacerlo, aunque no lo haya hecho antes nunca.

No confía mucho en la conciencia social…

-Tampoco diría eso. Ahora mismo estamos en la nueva realidad esta atípica y la gran mayoría actúa con cabeza y responsabilidad, pero también es cierto que no todo el mundo se pone la mascarilla ni guarda la distancia de seguridad entre personas. De ahí que estemos repitiendo a nuestra población hasta la saciedad que actúe con prudencia tanto en el día a día como en los actos lúdico culturales de pequeño formato, que se han programando para este verano, tras la suspensión de toda fiesta o evento que implique aglomeraciones, puesto que es labor de todos y todas detener la expansión de esta pandemia. Es muy difícil, no somos un pueblo frío y, sin querer, sin darte cuenta, buscas el contacto humano y social, por esto es que hemos tomado la dura decisión de suspender las fiestas patronales.

Se le nota pesaroso…

-Y lo estoy, mucho. Voy a pasar a la historia como el primer alcalde que suspendió los Sanrokes, ni en las dramáticas inundaciones del 83 ocurrió. Mucha gente no lo entiende, me para por la calle y me pregunta, ¿en serio que no vais a hacer nada? A todos les contesto lo mismo: ¿Después de tres cañas serías consciente de guardar distancias? porque yo no, y si pasa algo, luego las responsabilidades son solo mías. Ahí ya empiezan a verlo desde otra óptica, pero sigue costando, no nos terminamos de acostumbrar a estas medidas ni en el trabajo dentro del propio Ayuntamiento.

Ahora que lo menciona, ¿la Casa Consistorial también ha recobrado ya la normalidad?

-Poco a poco se ha ido retomando, sí. Ya no es la política de abril centrada, casi de forma exclusiva, en el protocolo de prevención, limpieza y desinfección, sino la reactivación de todo tipo de servicios siempre bajo la prioridad absoluta de hacerlo con plenas garantías de seguridad. Debo decir que la administración local no sólo no se ha parado en ningún momento, sino que se ha trabajado a un ritmo superior al habitual. Siempre se dan excepciones, pero el personal se ha volcado con el teletrabajo. Algo que se ha regulado este mismo lunes, por cierto, con la aprobación en Pleno del convenio laboral hasta 2023. A partir de ahora será voluntario, de cara a facilitar la conciliación, y será accesible para el personal con mayores o dependientes a su cargo.

¿Qué más destacaría del nuevo convenio?

-El nuevo texto engloba un complemento personal transitorio para mantener los niveles salariales a los 170 trabajadores, sustituye la cesta de Navidad por bonos para gastar en el comercio local, e incorpora la convocatoria de una oferta pública de empleo (OPE) que obtendrá luz verde en breve, así como el compromiso de redactar una nueva relación de puestos de trabajo (RPT), pendiente desde hace años. De hecho, esta labor dará comienzo por el euskaltegi, de forma que sus doce trabajadores tengan las mismas condiciones laborales y sociales del resto de la plantilla municipal.

Ha comentado que han sustituido la cesta de Navidad del personal municipal por bonos de consumo en el comercio local, uno de los sectores más castigados por esta crisis, si no el que más. ¿Cuál es la expectativa de cara a otoño?

-Las previsiones económicas son de mejora, en tanto en cuanto todo el tejido comercial, al igual que el resto de sectores, ha ido retomando poco a poco actividad. Lógicamente, si retrocedemos lo vamos a pasar fatal. De un bache sales, de dos ya es más difícil. Pero no somos adivinos y no podemos adelantarnos a lo que va a pasar. Lo que sí tenemos muy claro es que estamos supeditados a la covid-19, pero también a la actitud que la gente adopte frente a ella. De ahí nuestra insistencia a la hora de pedir responsabilidad y prudencia. Por lo demás, con las medidas económicas puestas en marcha, desde el punto de vista social estamos tranquilos. Si vemos que es necesario ampliar el crédito se hará.

Hasta el momento asciende a 700.000 euros, ¿no es así?

-Sí, se ha denominado fondo covid-19 y engloba, junto con la aportación del Gobierno Vasco, 535.000 euros de ayudas para las familias, así como una línea de subvenciones a fondo perdido para el comercio, la hostelería y servicios con una inversión municipal de 250.000 euros, destinados a pagos del alquiler de local, los suministros, salarios y otros gastos operativos de los negocios que se hayan visto obligados al cese de actividad. En lo que se refiere a las ayudas para familias, se ha complementado con 100.000 euros el programa de ayudas al sostenimiento, que está dotado con 230.000 euros. Ya hay 13 familias acogidas y se trata de circunstancias y casos muy concretos motivados única y exclusivamente por la crisis que ha traído la pandemia. Además, una aportación extraordinaria del Gobierno Vasco ha permitido incrementar el importe de las ayudas de emergencia social (AES) en un 66%, por lo que alcanzaremos los 305.000 euros; y el mismo departamento de bienestar social ha puesto en marcha un programa de 50.000 euros para ayudar a las personas que se encuentran sin recursos económicos y a la espera de la resolución de las ayudas solicitadas al Sepe o Lanbide. Una cantidad similar se destinará al programa para prevenir la violencia de género como consecuencia de la epidemia, y se ha ampliado de 20.000 a 46.000 euros el convenio con la asociación de comerciantes Apill, que bonificará la cuota a todos los socios durante seis meses y permitirá atender a los que no estén asociados.

¿Han adoptado alguna medida en materia fiscal?

-Sí, el sector comercial y hostelero, por ejemplo, no pagará la tasa por ocupación de la vía pública durante todo el año y se le ha permitido ampliar el espacio destinado a las terrazas, lo que supone unos 30.000 euros. Tampoco se cobrará esta tasa a los mercados periódicos entre marzo y agosto, una medida valorada en 14.000 euros y se bonificará en un 25% la tasa de alcantarillado y basuras que se girará el próximo año. En este caso, el importe es de 40.000 euros. Además, hasta fin de año tampoco se cobrará la licencia de apertura, una medida que supone 3.000 euros más a las arcas municipales. A nivel general, el área de Hacienda está estudiando nuevas fórmulas de fraccionamiento del pago de impuestos y tasas.

El programa estival Kultuda se distribuye por diferentes puntos del municipio como las plazas Aldai, Alberto Acero, la parroquia y el patio del instituto.

-Se trata de la oferta de ocio que se ha diseñado para suplir la ausencia de las fiestas patronales u otros eventos de gran formato. De momento, sólo se ha dado a conocer la agenda hasta finales de julio porque es una especie de prueba piloto para ver cómo funciona el control de los aforos y demás, siempre pensando en evitar poner en riesgo la salud pública ante el riesgo de contagio de la covid-19. En estos momentos se sigue trabajando en el diseño de la programación de agosto a noviembre.

“Basta que nos prohíban algo, da igual andar o subir al monte, para que todo el mundo quiera hacerlo”

“Recuerdo la incertidumbre de los primeros días dado el desconocimiento sobre el puñetero bicho”

“Íbamos todos a prueba y a error, nos ha ocurrido a todos los ayuntamientos, desde Vitoria a Lagrán”