ncertidumbre es la palabra con la que los propietarios de algunos comercios hosteleros de Vitoria califican la situación actual. Muchos de ellos se aventuraron, entre la semana pasada y esta, a abrir sus terrazas envueltos en un mar de dudas que parece reacio a disiparse, pero que esperan que les lleve a buen puerto.

Es el caso de cafeterías como La Galería, cuyo cocinero y copropietario, David Vázquez-Illa, recuerda que la sensación de apertura fue de incertidumbre porque “no sabes qué te vas a encontrar. Es algo nuevo, pero llega un momento en el que tienes que abrir. Nosotros lo tenemos fácil porque somos dos socios. No tenemos empleados. Eso es diferente”, reconoce, ya que reitera que en casos como el suyo “te puedes aventurar a abrir y no tenemos que pensar más que en nosotros dos. Se trata de abrir un poco, que la gente te vea, que no se olviden de ti”.

La razón de su apertura, además de porque ya les apetecía retomar esta rutina, fue su clientela habitual. “Cuando veníamos a ver cómo estaba todo y a echar un vistazo la gente nos preguntaba cuándo íbamos a abrir. No pretendíamos hacerlo en esta fase, pero al final hemos decidido hacerlo, aunque sea para quien se quiera tomar un cafecito. Nos ha venido muy bien venir, porque es otra historia. No piensas tanto en la pandemia, sino en cosas del día a día, que la gente se vaya contenta y todo”, asegura Vázquez-Illa, que afirma que “trabajar te ayuda a olvidar”.

En otro bar, el Elkartetxe, su propietario, Alex Panta, recuerda que él abrió sus puertas ya la semana pasada, el martes. Ve que, por el momento, la cosa va bien, la gente se mueve y es positiva. “Mucha clientela respeta, otra no”, explica. Empezaron con una sensación un poco extraña, pero de momento ve que se trabaja bien. En su caso, van a buen ritmo porque -asegura- tienen una clientela fija bastante fiel. La gente les echaba de menos, y de momento otra de sus preocupaciones es la de respetar todas las medidas de seguridad. Mantienen la distancia entre mesas, y aunque normalmente tienen 14, en estos momentos solo pueden tener 7. El Ayuntamiento les dijo que podían pedir un permiso, pero “entre que estás trabajando no te da tiempo a hacer el papeleo”. La vuelta a la rutina para ellos está siendo, en definitiva, paulatina. “La gente está con miedo, aunque ya está deseosa de que todo vuelva a la normalidad”, afirma Panta.

Tampoco están al máximo de capacidad en la cafetería Berlín, situada en la Avenida de Gasteiz. Su propietaria, Ana María Gauna, reconoce que en un principio dudaron si abrir o no, aunque finalmente dieron el paso y lo hicieron con 4 mesas. Como en el resto, desinfectan las sillas y las mesas cada vez que se sienta la gente o las abandonan y respetan las medidas que obliga la ley. Ella solicitó más mesas al ayuntamiento y le concedieron ocho pero por ahora explica que va a poner solo dos más. “La gente está super contenta y agradecida de que hayamos abierto. Están muy felices”, confirma.

También Luis Touza, del O’Connor’s Irish Pub, asegura que sus clientes están contentos. Él considera que “la separación es la clave para que la gente se porte bien”, y en su caso reconoce que tiene “suerte”. Fue de los primeros en abrir, y lo hizo con 9 mesas. Después ya solicitó la ampliación de la terraza y ahora tiene 18, que es lo que suelen tener habitualmente porque el Ayuntamiento se lo permitió. “Quitando el primer día, por desconocimiento, que fue un poco descontrol, todo está yendo muy bien. Todo depende del espacio que tengas para separar las mesas. De eso depende. Nosotros tenemos mucho espacio. De ahí la ampliación, porque lo que te dejan es coger más vía pública con la misma licencia”, analiza.

Algunos comercios hosteleros, como La Galería, han decidido también reinventarse en esta situación de crisis en busca de otras fórmulas para poder seguir haciendo lo que ya hacían antes. En su caso, por ejemplo, además de la terraza que -recuerdan- no es muy grande, han optado por los platos para llevar que ya adelantan que “es una iniciativa que está teniendo bastante respuesta”.

Además de esto, tienen tres mesas en la terraza y también se está acercando la gente. Ellos han visto quelas personas se están organizando. “Si no, se quedarían de pie consumiendo, algo que no dejamos porque no se puede. Al principio andaba más lento. Ahora ya se han mentalizado, consumen, y tan a gusto”.

Al fin y al cabo, “el que viene y no tiene mesa se le dice que tiene que esperar, y si alguien está en mesa y ve que hay otro esperando normalmente cuando termina se marcha. Al final, para tomarte un pintxo o una caña tampoco hace falta estar media hora. La gente es muy responsable en ese sentido y no es nada egoísta”, afirma Vázquez-Illa. La única medida que han tomado, además de las ya citadas, es que permiten entrar al servicio, pero antes deben darse con el hidrogel que tienen en la puerta y ponerse la mascarilla, además de que solo puede entrar una persona.

Para todos ellos, el futuro de la ciudad y del sector es, si cabe, más incierto que el propio presente. Algunos confían en que las cosas mejoren algo cuando, al entrar en la segunda fase, se permita un acceso parcial al local, porque hay bares que no tienen terraza y en estos momentos no han podido abrir sus puertas. Otros tienen los ojos puestos en las grandes empresas, porque afirman que lo que a ellas les ocurra será un indicativo de lo que ocurrirá en la ciudad.

Si algo tienen claro todos ellos es que la situación que se está viviendo en estos momentos no se puede mantener si quieren tener sus establecimientos abiertos. De momento están contentos de haber abierto, pero “con lo que hay ahora no se puede vivir”. Algunos de ellos también están teniendo algunos problemas en esta primera semana con los proveedores. Lo achacan a los ERTE, que afectan a las plantillas y en algunos casos hace que los hosteleros tengan que ir a comprar algunos productos que no pueden conseguir de otra forma. Confían, sin embargo, en que esta semana todo vuelva en mayor o menor medida a la normalidad en ese aspecto, dado que más bares irán abriendo con la llegada de Euskadi a la fase 2.

Sea como sea, y a pesar del miedo, las preocupaciones y la zozobra que acecha no solo a los comerciantes sino al mundo entero, los hosteleros están contentos de reencontrarse con sus clientes habituales, de retomar una rutina algo cambiante y, aunque son conscientes de que esta crisis va a cambiar al menos a corto plazo la forma de consumir en los bares, e incluso el ocio nocturno de la ciudad, confían en que más pronto que tarde puedan retomar una normalidad cada vez más similar a la que se respiraba antes de la llegada de la covid-19. Eso sí, ninguno de ellos ha perdido la sonrisa ni las ganas de seguir adelante al frente de sus respectivos locales, porque como recuerda David Vázquez-Illa con una sonrisa, “tenemos que dar todavía mucha guerra por aquí”, resume a modo de sentir general.

“Hay que seguir hasta el final”

El propietario de Lokura Jamonera abrirá el lunes, aunque también con incertidumbre

David Villarán, propietario de Lokura Jamonera, es uno de los hosteleros que no abrirán hasta el lunes. Está en estos momentos poniendo todo a punto y ultimando preparativos para esa reapertura. Él no tiene terraza, y esa es la razón.

Como quienes ya han abierto, él también siente incertidumbre. No sabe qué va a pasar. “Con las terrazas ha habido auge, pero es que estaban cuatro terrazas. Ahora cuando abramos todos todos no lo sé. Esto tiene duda”. Sin embargo, no se ha planteado el no abrir. “A muerte. Hay que aguantar hasta el final. Yo soy autónomo, estoy solo y puedo aguantar. El problema es el que tiene mucho personal, y no puede trabajar, que tiene que sacar a la gente de los Ertes”, asegura, al tiempo que reitera que “todos sabemos que un bar no puede estar al 50%. Hay que trabajar al 100% para cubrir los gastos que tiene”.

También cree que uno de los problemas va a ser que todo el mundo tiene que estar sentado. “Quitando la gente que viene a tomar el cafecito, que normalmente se sienta a una mesa, el señor que viene a tomar un vino suele estar a la barra y ahora no va a poder”. Por eso, considera que el sector hostelero va a cambiar. “Lo del poteo de bar en bar se va a acabar a corto plazo, hasta que salgamos de esta. La gente se va a sentar tranquila. No va a quedar otra”, explica, y recuerda que es “inviable” la situación si, por ejemplo, hay cuatro personas sentadas y solo una consume. Por eso, recuerda que “con los gastos que tiene un bar, eso no se puede mantener así”.

50%

Para mantener la separación de dos metros entre mesas, los hosteleros han reducido, en muchos casos, el número al 50%.