- La presión asistencial sobre el HUA-Txagorritxu comienza a relajarse poco a poco, pero el hospital gasteiztarra ha sido durante estas últimas semanas el punto más caliente de la crisis sanitaria dentro de la red pública vasca. Será muy difícil de olvidar para la plantilla del centro la lucha librada estos días contra el covid-19, que todavía continúa, y también deberá pasar bastante tiempo para que la ansiada normalidad vuelva al hospital, donde alrededor de 200 personas permanecen aún ingresadas con coronavirus y una treintena más en la UCI. Mientras esas aguas vuelvan por fin a su cauce, las jornadas maratonianas se suceden en el centro vitoriano, que contabiliza también a decenas de profesionales en cuarentena o contagiados y en algunos casos ingresados.

"Estamos muy cansados, agotados, y con muchas ganas de que todo esto acabe", reconoce al otro lado del teléfono Soraya Sáenz de Olamendi, celadora en el servicio de Urgencias de Txagorritxu, puerta de entrada para buena parte de los casos sospechosos de covid-19 desde que comenzasen a aparecer en Álava, primero en un constante goteo, a finales de febrero. La profesional gasteiztarra, que suma 19 años de experiencia en Osakidetza y que presta su labor en Txagorritxu desde el año 2014, se ha animado a compartir su testimonio con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA.

Ha pasado algo más de un mes desde que la crisis sanitaria comenzara a adquirir dimensiones preocupantes en el territorio, pero daría para escribir varios libros con lo que se ha vivido en el hospital. Para Sáenz de Olamendi, sin duda, "lo más duro" fue al principio, cuando los primeros positivos llegaron al centro, uno de los focos primigenios del coronavirus en Euskadi, y "empezaron a caer compañeros". "Nos lo habían vendido como una gripe, pero pronto nos dimos cuenta de que no lo era. De que hablábamos de una neumonía que puede evolucionar muy mal. Fue un caos todo. Nos pilló a todos por sorpresa, pasamos mucho miedo, estrés y ansiedad", se sincera. La recuperación de Loli, la compañera celadora que cayó gravemente enferma y logró vencer al virus tras dos semanas en la UCI y estar "entre la vida y la muerte", no tarda en aflorar de los recuerdos recientes de Sáenz de Olamendi como uno de los momentos más felices de estas últimas semanas.

En los compases iniciales de la pandemia, "una buena mañana" en Txagorritxu podía arrojar un parte total de una docena de positivos y diez ingresos, según la celadora. "Pero en una tarde caótica, podían llegar a venir 100 personas y 80 de ellas ser positivas", recuerda. Fueron jornadas de "confusión" y "mucha angustia", que crecían casi al mismo ritmo que las plantas de Txagorritxu iban readaptándose y llenándose con camas y se habilitaban dos UCI provisionales más en el centro. Días también de escasez y racionamiento de los materiales de protección, como los EPI o las mascarillas con filtro -el problema aún reaparece puntualmente-, que en Urgencias se han reutilizado durante días para alargar su vida útil. "Ha habido días en los que quedaban poquísimos sitios en el hospital porque hay ingresos muy largos", destaca Sáenz de Olamendi. Desde hace dos semanas largas, muchos pacientes con covid-19 ya estabilizados pero que convenía mantener ingresados han sido derivados a los hospitales de Eibar y Mendaro para liberar camas.

Superadas las jornadas más críticas, que coincidieron con las dos primeras semanas de confinamiento, en el hospital comenzó a respirarse mejor. Este pasado fin de semana marcó un nuevo punto de inflexión y el "optimismo" también ha comenzado a extenderse en el centro. "Sigue viniendo gente, porque no deja de venir, pero está todo más controlado. Hay camas, están dando altas...", enumera Sáenz de Olamendi. La plantilla se encuentra ahora "a la expectativa" del impacto que puede tener sobre la contención de la pandemia la próxima reapertura gradual de las empresas. "Tenemos muchas ganas de normalizar nuestro trabajo y dejar de tenernos que disfrazar como si todo el día fuera un Carnaval", bromea la celadora, que devuelve a la población los agradecimientos que a diario dedican a la plantilla de Osakidetza desde sus ventanas: "Nos habéis ayudado mucho quedándoos en casa".

Comunidades limítrofes. La crisis sanitaria ha comenzado a estabilizarse en Álava, pero otros territorios limítrofes como La Rioja o Castilla y León se están viendo superados puntualmente por la gran cantidad de casos graves de covid-19 que llegan a sus hospitales. El Gobierno Vasco, de hecho, trasladó este pasado fin de semana al Ministerio de Sanidad y al ejecutivo castellano su disposición a ayudar "en función de las posibilidades" a los territorios más castigados por la pandemia, lo cual incluso podría incluir el acogimiento de pacientes en hospitales vascos. Sin embargo, según informan fuentes de la OSI Araba, a día de hoy no se han producido traslados de enfermos a Euskadi desde otras comunidades ni hay "ninguno previsto". Por de pronto, Txagorritxu trata de volver poco a poco a la normalidad y en las últimas horas ha procedido a fumigar la planta 4B, destinada normalmente a la hospitalización de Digestivo, tras vaciarla de pacientes con covid-19.

"Lo más duro fue al principio. No sabías cómo actuar, 'caían' compañeros... Tuvimos mucho miedo y estrés"

Celadora de Urgencias en Txagorritxu