- Desde que estalló la crisis, Orive se ha convertido en una fuente de información científica sencilla y veraz en las redes sociales. Aunque usuario habitual de Twitter, el doctor se está asomando estos días más a esta herramienta para tratar de "aportar algo" a una sociedad no siempre bien informada por los frecuentes bulos.

Cuando conoció este virus, ¿imaginaba llegar a esta situación?

-En absoluto. Yo al principio también menosprecié un poco la evolución del coronavirus, creo que como ha hecho prácticamente todo el mundo. Nadie podía pensar que íbamos a ser los que vivieran la siguiente gran pandemia en los últimos 100 años. En casos anteriores, virus parecidos habían quedado más localizados en esas zonas asiáticas, y por eso desde occidente siempre los veíamos como un problema más local. Y además, en ciertas comparaciones con la gripe, que es interesante hacerlas, los datos iniciales no me parecían tan preocupantes. Es verdad que al principio no conocíamos las tasas de mortalidad que ahora vamos manejando en Europa, pero finalmente hemos visto que el gran problema no es sólo la pandemia como tal y todo el problema sanitario y económico, sino también y sobre todo el colapso del sistema sanitario.

Vitoria está siendo en este sentido uno de los puntos calientes. ¿Cómo está viviendo estas semanas tan difíciles desde su prisma científico?

-Intensamente. Con preocupación y disgusto por toda la gente que se ve afectada y por todos los fallecidos que hay y que va a haber en los próximos días y semanas. Lógicamente también sorprendido por de repente tener que quedarnos en casa y preocupado por los aspectos económicos. Y con un poquito de bajón al principio, pero a partir de ahí intentando aportar algo con la divulgación de material científico en las redes sociales, siempre intentando que sea positivo, para que la gente pueda tener una información veraz y luchar también contra esos bulos que se diseminan tan rápidamente, casi como otro virus.

Sí, están siendo muchísimos estos días y pueden ser muy peligrosos.

-Indudablemente los bulos hacen daño, porque transmiten informaciones incorrectas y algunas de ellas son problemáticas, como cuando hablan sobre determinados medicamentos que se pueden utilizar. Pero los bulos son muy variados. Pueden ir desde el uso de remedios caseros o la homeopatía para tratar el virus hasta las teorías de la conspiración. Yo me quiero centrar en lo que nos puede venir en adelante, en las esperanzas sobre en el desarrollo de nuevos fármacos y las vacunas. Aportar información ahí puede ser válido.

¿Tiene buenas expectativas aquí?

-No podemos más que estar esperanzados en la comunidad científica, que está trabajando de forma intensa a la hora de evaluar distintos fármacos candidatos a ser eficaces. Hay antivirales que se han utilizado contra otras enfermedades causadas por virus muy similares, como el ébola o el sida. También se están evaluando antimaláricos e incluso sustancias ligadas a la respuesta inmune, como el Interferon. La OMS está coordinando todo esto en un ensayo clínico global -Solidaridad- y aquí se centran parte de nuestras expectativas y esperanzas. Tener esto sería clave para dar a los pacientes un tratamiento que ahora no tienen y para hacerlo de forma directa en los sanitarios. Si se nos cae esta línea se nos cae todo el sistema.

¿Qué impacto en salud podría tener la generalización de estos fármacos?

-Habría que ver el mecanismo de acción de cada uno de ellos. Aquellos que funcionen frente a la sintomatología nos ayudarán a tratar a pacientes leves, moderados o incluso graves, pero igual otros están más ligados al proceso infectivo o a la entrada del virus en las células. Todo ayudará a contener en parte la diseminación de la pandemia, pero donde realmente se centran todas nuestras expectativas de futuro es en la vacuna.

¿Cuándo estaremos en disposición de contar con una vacuna eficaz?

-Esto es un esfuerzo global y se están promoviendo distintos tipos de vacunas en Europa, China o Estados Unidos. Habrá que ver si necesitaremos más de una para poder controlar la infección o si bastará con una que sea lo suficientemente potente. Luego habrá que fabricarlas en masa para distribuirlas de forma masiva... Todo esto lleva un tiempo, pero lo que más tiempo lleva es la evaluación y los ensayos clínicos. Ahora bien, la situación de crisis mundial es tan relevante que se están tomando medidas para acelerar estos ensayos clínicos.

Se ha hablado de un plazo de un año para tener la vacuna. ¿Realista?

-Lo normal sería ese plazo. Yo lo situaría a principios de 2021. Pero todo lo que pueda venir antes será fundamental, porque este virus no es un pasajero de hoy para mañana. Quiere quedarse con nosotros y su tendencia, evolutivamente, es a convertirse en un virus que conviva con nosotros.

Aunque no es epidemiólogo, ¿confía en que nos encontremos ya cerca del pico epidémico en Álava?

-No puedo dar información al respecto, pero lo que parece y escucho de expertos es que efectivamente estamos cerca de ese pico de nuevos infectados. Y consecuentemente, en los siguientes días o semanas, del de fallecidos. A partir de ahí, las curvas epidemiológicas irán descendiendo. El momento clave a nivel sanitario probablemente llegará cuando alcancemos el pico de infectados y a las dos semanas tengamos la mayor presión sobre nuestro sistema sanitario.

¿Las medidas de aislamiento social que se han tomado hasta ahora le parecen suficientes?

-También me resulta complicado responder a esto, aunque entiendo que son decisiones muy difíciles. Y una vez que ocurren las cosas, tendemos siempre a saber que había que haberlas hecho de otra forma. Desde luego, las medidas de confinamiento que tenemos ahora son absolutamente fundamentales para evitar que los contagios sigan diseminándose. Son las que son y nos tenemos que agarrar a ellas. Es verdad que son quizás menos estrictas que las que se han impuesto en otros países asiáticos, pero también porque como sociedad somos diferentes a China, a Corea...

Recientemente 'tuiteó' que precisamente Corea del Sur podría ser un espejo donde mirarnos. ¿Por qué?

-En Corea del Sur, pero también en Singapur, Taiwán y casi ya China, esas curvas están ya controladas y parece que han logrado gestionar la crisis. No podemos echar la vista atrás, pero muchas de las medidas que les han dado ese resultado tan positivo han sido muy preventivas o muy iniciales en el proceso de expansión del virus. Es más fácil confinar a 10.000 personas que a 100.000, que es lo que ha pasado aquí. Y han tomado otras iniciativas relevantes como la de los test masivos. Esto es clave y es probablemente a lo que vamos a ir. No sólo para detectar infectados, sino para saber quiénes han superado la infección y no lo saben.