l coronavirus ya ha llegado a las aplicaciones móviles. El lehendakari, Iñigo Urkullu, anunció el pasado jueves que a lo largo de la próxima estará disponible una app para el teléfono en la que las personas podrán registrar su estado de salud, un modelo utilizado en Corea del Sur para luchar contra el coronavirus. Estas aplicaciones permiten a los usuarios saber sobre un mapa lo cerca que están de pacientes infectados con el Covid-19 pero, ¿cómo funcionan? ¿Vulneran estas aplicaciones la privacidad? ¿Dónde están sus límites éticos y legales?

Con cerca de un millón de descargas en menos de un mes en Corea del Sur, la appCorona 100m es ya la más utilizada por los usuarios, aunque otras también permiten saber donde están los enfermos por coronavirus. Estas aplicaciones son específicas de Corea del Sur y no sirven fuera del país, dado que funcionan con datos públicos de salud coreanos. Así, tienen que basarse en la información oficial de cada país y por eso una empresa vasca, junto a Osakidetza, prepara su adaptación a Euskadi.

Para funcionar, la app utiliza un sistema que se conoce como geofencing, que lanza un aviso al entrar en una zona delimitada en un mapa. "Es como poner una valla virtual alrededor de un punto. El móvil tiene que tener los servicios de localización activados y, cuando detecta la entrada en una zona acotada, te lanza un aviso. La zona puede ser del tamaño que se prefiera", explica el profesor de Estudios de Informática del eLearn Center, Antoni Pérez-Navarro.

Así, la aplicación te puede informar de un caso detectado en un edificio en tal fecha, o de que en la zona hay un centenar de casos, o cualquier otro dato público disponible, "siempre con una supervisión oficial detrás" porque si los propios usuarios pudieran marcar puntos, podrían darse "situaciones no deseadas", advierte el experto. "Podría darse el caso de que hubiera usuarios marcando a empresas de la competencia como zonas de riesgo" o que se manipulasen los datos para alterar el precio de la vivienda en una zona", "de ahí la importancia de usar datos oficiales", subraya.

Pero, aunque los datos sean oficiales, ¿es ético? Para Pérez-Navarro es difícil de decir. "En un caso como este, en el que la prioridad es frenar o, al menos, ralentizar el número de contagios y el avance de la enfermedad, si se consigue que las personas no vayan a las zonas donde podrían infectarse, podría ayudar". En realidad, opina este experto, "es un confinamiento inteligente porque te ayuda a no pasar por zonas de riesgo", un acto de "responsabilidad individual" que beneficia a la mayoría, a una sociedad inmersa en una crisis sanitaria.

Este tipo de aplicaciones, de hecho, no son nada nuevo. En el Centro de Investigación del eLearn Center desarrollaron una app para promocionar comportamientos seguros en colectivos en riesgo de contraer el VIH. La aplicación permitía a estos colectivos indicar sus sitios de contactos y les recomendaba utilizar el preservativo cuando se acercaban a los mismos", detalla Pérez-Navarro. ¿Sería legal en Europa una aplicación como la coreana? La normativa europea sí contempla el uso de información pública para el bien común. El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) contiene reglas para permitir legítimamente tratamientos de datos personales en situaciones de emergencia sanitaria. En consecuencia, según el reglamento, la protección de datos "no debería utilizarse para obstaculizar o limitar la efectividad de las medidas que adopten las autoridades, especialmente las sanitarias, en la lucha contra la pandemia". Por tanto, es posible desarrollar una aplicación que informe de los casos detectados en una zona, al menos mientras los datos sean "mínimos" y "agregados", es decir, que se limiten a informar del número de contagiados en una zona pero nunca "individuales", con datos personales que desvelen la identidad, pues eso sí podría vulnerar los derechos de los afectados por el virus.