ualquiera que saliese ayer a dar un paseo por el centro de Vitoria sin saber que la ciudad se enfrenta a la crisis sanitaria más grave de la historia reciente probablemente se frotaría los ojos. Calles semidesiertas, vecinos cubiertos con mascarillas, comercios cerrados a cal y canto y apenas unos pocos bares abiertos conformaban la estampa de algunas de las calles más importantes de la ciudad, sacudida progresivamente por el impacto del Covid-19. A la espera de la llegada de medidas más restrictivas como las decretadas por la mañana por el Gobierno Vasco y, ya bien entrada la tarde y especialmente, por el central, la cuarentena autoimpuesta por miles de vecinos y la iniciativa de un buen número de hosteleros y comerciantes de cerrar motu proprio para aportar su granito de arena a la contención del virus ha dejado ya a la capital alavesa al borde del cierre. Un ensayo general para lo que se avecina a partir de ahora, aunque también fueron numerosos los vecinos que aprovecharon la espléndida jornada de sábado para dar un paseo o incluso apurar las últimas horas con las terrazas abiertas.

La céntrica Plaza de Abastos, cuyos establecimientos hosteleros habían echado ya el cierre, ha delimitado los espacios en la zona de compra para garantizar la distancia de seguridad recomendada entre la clientela, mientras que El Corte Inglés sólo mantiene abierto ya su supermercado. Algunos establecimientos de este tipo como el Mercadona de Lakua presentó algunas aglomeraciones puntuales en el exterior porque se ha comenzado a controlar el acceso de la clientela. También se crearon algunas colas en estancos como el de la céntrica calle Dato.

Otra de las fotografías más impactantes de la jornada la dejó el Casco Viejo, habitual punto de encuentro para miles de gasteiztarras, que gracias al empuje de los taberneros de Kutxi ha decretado la clausura casi total desde la tarde del viernes.