Vitoria. Miguel Ángel Berjón, arqueólogo que trabajó en la excavación alavesa de Iruña-Veleia entre 2002 y 2007, ha asegurado que nunca vio un grafito excepcional en el momento de su extracción y ha censurado que estos se presentaran públicamente sin una "verificación seria" de su autenticidad.

Berjón es, junto a Jose Ángel Apellániz y Carlos Crespo, uno de los tres arqueólogos que dejaron la excavación en enero de 2007 y denunciaron "anomalías e irregularidades graves" en el método empleado en esa excavación. Los tres han sido citados como testigos en el juicio que se sigue en un juzgado de Vitoria por la presunta falsificación de grafitos en ese yacimiento.

En esta causa hay dos personas acusadas, entre ellas el exdirector del yacimiento Eliseo Gil, para quien la Fiscalía pide cinco años y medio de cárcel por un delito continuado sobre el patrimonio histórico y otro de estafa en concurso con un delito de falsedad en documento privado.

Berjón ha remarcado que él nunca "vio salir de la tierra" uno de esos grafitos excepcionales que cuando fueron presentados en público en junio de 2006 fueron calificados de históricos, porque entre otras cuestiones, adelantaban al siglo III la aparición del euskera y la entrada del Cristianismo.

Ha explicado que este tipo de grafitos, localizados entre 2005 y 2006, los vio tras pasar por el proceso de lavado, a pesar de que ha asegurado que es posible detectar este tipo de inscripciones y dibujos a simple vista con la primera limpieza con la mano o incluso con la saliva que se suele hacer aunque esté cubierto con tierra u otro material.

Sin embargo ha dejado claro que durante el tiempo en el que estuvo trabajando en Iruña-Veleia nunca dudó de la veracidad de esos grafitos, sino que cuestionó el método de trabajo, que no se pudiera identificar en campo los mismos, a pesar de que, según ha dicho, el proceso desplegado por Lurmen, la empresa de Eliseo Gil que gestionaba la excavación, era "extremadamente minucioso" con todo lo que se encontraba.

También ha reconocido que alertó en varias ocasiones de la necesidad de cambiar el método de trabajo y que era necesario tener garantías "excepcionales" de la veracidad de los mismos antes de presentar al público algo que podría cambiar los libros de historia.

De hecho ha revelado que alertó a Euskotren, que financiaba el proyecto, que era una "temeridad" hacer tan "temprano" la presentación de los materiales.

Ha comentado que él y sus dos compañeros tomaron la decisión de dejar la excavación el mismo día en que se presentaron al público estos hallazgos, aunque ha precisado que no fue algo que acordaron ese día sino que ya el ambiente estaba "enrarecido" antes.

Así se ha referido a la "manipulación declarada" de un grafito hecho a modo de "broma" por uno de los trabajadores en la excavación, Óscar Escribano, que estaba acusado en este proceso pero en el inicio del juicio llegó a un acuerdo de conformidad, reconoció el hecho y ha sido condenado a un año de cárcel.

Berjón ha asegurado que ese suceso supuso un "absoluto bofetón" porque, según ha descrito, el ámbito profesional no es para este tipo de "bromas".