vitoria - Pilar Marijuán asumió la coordinación de Sidálava a finales del pasado junio, relevando en el cargo a Rocío Vitero, tras dar el salto esta última a la política municipal. La nueva cabeza visible de la comisión, licenciada en Derecho y máster en dirección de Recursos Humanos, ha desarrollado su carrera profesional en los ámbitos de la judicatura o de la mediación familiar y asume ahora un reto distinto, el de liderar un amplísimo equipo de profesionales desde una perspectiva “mucho más periférica” de gestión.

Ha tomado las riendas de un ‘gigante’ del tercer sector local. ¿Le dio vértigo asumir este reto?

-La verdad que sí. Hasta que no te metes en esto o tienes un conocimiento de lo que es Sidálava por algún motivo, no eres del todo consciente de todo lo que hacemos aquí. La propia denominación de la comisión está muy enfocada a aquello en lo que su origen fue, pero Sidálava se ha convertido en algo mucho más grande, que atiende a un colectivo muchísimo más amplio que a las personas afectadas por VIH. Vértigo, desde luego. Por la dimensión de la entidad y porque es un trabajo totalmente diferente al que había realizado hasta ahora.

¿Cómo han sido estos primeros meses al frente de Sidálava?

-El balance es positivo, lo cual no quiere decir que haya sido fácil en absoluto. Llegar a una entidad que tiene unas características tan peculiares hace que todo haya sido muy novedoso. He tenido que aprender en qué consiste esta entidad, cuál es su estructura, cuáles son sus características, su personalidad, con qué tipo de usuarios se trabaja o incluso qué es la gestión de una entidad, que tampoco lo sabía.

Sidálava no es sólo prevención del VIH, sino muchos otros programas. ¿Qué retos tiene sobre la mesa a corto plazo?

-Es cierto que el ámbito de las personas que son atendidas por la comisión es muy grande. Hablamos de personas en situación de exclusión social con un elenco de servicios que gestionamos, tanto de la Diputación, como del Ayuntamiento y el Gobierno Vasco, que abarca a muchísima gente más allá del VIH. En el ámbito de la prevención del VIH con jóvenes y en la atención de las personas seropositivas colaboramos con la Fundación Vital. Como retos, diría que continuar con la correcta gestión de estos servicios, que tiene cierta dificultad, y mantener la relación con las instituciones, que al fin y al cabo son las que financian estos servicios y permiten que atendamos a estas personas.

En la pasada legislatura Sidálava vivió una crisis importante con el ayuntamiento a cuenta de la gestión del DAI. ¿Ha mejorado la relación con la institución?

-Yo sólo puedo hablar de estos últimos seis meses, pero tanto con el Ayuntamiento como con el resto de instituciones, en lo que ha sido mi persona, el trato y la relación han sido inmejorables. El trato es cercano, amable, de escucha y receptividad.

Aunque usted ha llegado a Sidálava posteriormente, ¿en qué medida ha ayudado a la asociación el cambio de ubicación a este bajo de la calle Zapatería?

-No he conocido los otros locales, pero estar a pie de calle facilita muchísimo la accesibilidad a las personas con movilidad reducida, la visibilidad de la propia asociación, que es algo importante... Entiendo que ha sido una mejora a todos los niveles, tanto para las personas que trabajamos aquí como para los usuarios.

¿Qué le pide a este próximo 2020?

-Pediría que nos quedemos como estamos, y si puede ser con un poco más de tranquilidad en el día a día. La gestión de los servicios funciona y las instituciones, los equipos y los trabajadores responden.

¿Y qué legado le gustaría dejar en esta entidad cuando, supongo que todavía dentro de mucho tiempo, otra persona ocupe su lugar?

-Me gustaría que la Comisión siga siendo lo que siempre ha sido en Vitoria, esa imagen que la gente tiene de ella. Un referente. Que es lo que me he encontrado. Cuando llegas, hay una plantilla y unos trabajadores dedicados a los servicios, que se están prestando con ilusión y con calidad, y esto lo que ha habido y lo que quiero que siga haciendo. Añadido al trabajo del voluntariado de la asociación, que este año cumple 25 años y se merece un reconocimiento por su generosidad.