Laguardia - Joven, premiado, valorado como una persona influyente a pesar de contar solo con 30 años y procedente de una familia inmersa en la cultura del vino, Javier San Pedro ha comenzado, por fin, a construir su bodega en el pueblo donde nació, Laguardia, tras muchas dosis de paciencia para poder soportar la presión burocrática.

No se lo han puesto fácil a pesar de estar en un lugar donde hay otras muchas bodegas, entre ellas Ysios. “He tenido muchos problemas porque aquí hay una zona, a partir de 600 metros de cota, donde no te dejan construir y nosotros estamos a 595. Además, el terreno está muy cerca del poblado de La Hoya y también hay una normativa medioambiental, muy rígida ya de por sí, que aquí se ha llevado de una forma un poco exagerada”, cuenta al pie de la obra.

Lo suyo ha sido un caso de creer firmemente en su proyecto, porque de otra forma no hubieran entrado las máquinas en el terreno de viña de su propiedad. “Nos han tenido de un sitio para otro y hemos estado dos años y pico para sacar una licencia de obra. Así que además de lo que cuesta económicamente, unos dos millones de euros, aquí hemos tenido una bióloga, un arqueólogo? mil cosas”, destaca. Aquel terreno ha sido estudiado más que a fondo, porque “a la finca se le ha dado la vuelta tres veces y aún así, después de todas las catas, las licencias y todo lo demás, hemos comenzado con la obra pero debemos tener al arqueólogo aquí, pendiente todo el día de todo lo que se hace; también están muy pendientes del Plan de Medio Ambiente? todo como muy exagerado después de solicitar la licencia”. Y eso que no ha aparecido nada de nada en la obra de excavación de lo que será el calado ni en las catas. “De éstas, habitualmente, se hacen tres donde se ha previsto el agujero (el calado), pero a nosotros nos han obligado a realizar doce catas por toda la parcela de seis metros de largo por tres de ancho y hasta abajo, lo que diera de sí la pala”.

Explica que así es imposible funcionar. “Yo he tenido suerte y mis padres me echaron una mano dejándome sitio en su bodega y así pude seguir. Pero si no llego a tener a mis padres, ¿qué hago?. Al principio quería alquilar una bodega o algo, porque estar en la de mis padres es un problema para ellos porque ocupo mucho espacio, pero no hubo manera. No hay nada. Yo me pregunto qué puede hacer una persona como yo, que empieza de cero, no tienes donde ir porque no puedes alquilar nada? Si no llego a tener a mis padres, no hubiera tenido otra salida que cerrar”, se lamenta.

Afortunadamente, desde hace unos días, las máquinas de construcción ya están en marcha y comenta con ilusión que su objetivo es “construir una bodega como un txokito, pequeñita, de unos 1.400 metros cuadrados según el plano, en una planta, y una segunda planta de zona social, un comedor, oficinas, diseñada como una bodega de visita, una bodega como lo que hacemos nosotros que son unas pequeñas cantidades de vino de parcela. No hacemos mucho volumen, ya que andaremos sobre las 200.000 botellas. Estamos en el proyecto cinco personas jóvenes que hacemos todo el proceso, desde la viña hasta el producto final. No estamos industrializados porque esa es la manera de que el proyecto tenga un poco más de alma”.

Lo llamativo del caso es que antes de contar con bodega propia sus vinos estén ya entre los icónicos de Rioja Alavesa y hasta en la agenda del gurú Robert McDowell Parker. Explica Javier San Pedro que “el impacto que hemos tenido ha sido increíble. Hace cuatro años yo estaba en un almacén con una embotelladora, donde casi ni teníamos contratada la luz capaz de mover la máquina y un amigo, que salía de trabajar a las tres se venía a las tres y cuarto y entre los dos embotellábamos dos mil litros de tres de la tarde a doce de la noche. Y eso que mi amigo se tenía que levantar al día siguiente a las siete para ir a trabajar. Ahora viene todas las tardes a ver cómo va la obra y me decía que hace cuatro años esto ni lo pensábamos. Teníamos nueve pallets para vender y no los vendías y ahora no hay problema. Tuvo mucha repercusión, los vinos van mejor y la prensa ayudó”.

Y como era de prever, el impacto llegó al autor de una de la listas de vinos de calidad más reconocidos: Parker. “Hay una crítica de Parker que decía que muy bien los vinos, pero me sorprende que alguien tan joven pueda vender tantas botellas’”. Pero para eso hay que estar muy implicado en el negocio. “Casi no vivo. Tengo dos hijos y casi ni aparezco por casa. El tema es ese, que tienes que comprometerte del todo. Cuando estoy aquí en bodega estoy en bodega y a casa voy a dormir y además salgo mucho fuera para explicar lo que estamos haciendo aquí. Prácticamente paso dos meses en bodega y luego preparo las botellas pero casi ni llego a embotellarlos. Los dejo preparados porque tengo un equipo bueno y se encargan ellos”, remarca.

Obras de arte. Los vinos de Javier San Pedro, junto a sus características singulares, son también pequeñas obras de arte que comunican sentidos y hasta mensajes. “Yo leo mucho y guardo muchas frases y tratamos de plasmar también toda nuestra filosofía en esas frases. En cada corcho de cada botella contamos un poco de nuestra filosofía con unas frases que son un poco llamativas Y eso alcanza también a nuestros vinos”, explica.

Nombres. Los vinos de esta bodega tienen nombres llamativos, historias. “Anais viene de mi madre, porque se llama Ana Isabel; Cueva de Lobos viene por el lugar donde estamos (la bodega de mi padre está a dos kilómetros); en vendimias trabajamos también por la noche, las 24 horas, y se me ocurrió porque se veía todo oscuro, con la sierra al fondo y la boca abierta que reflejaba la luz parecía la cueva de un lobo”, precisa San Pedro. Finalmente, Viuda Negra viene “de cuando empezamos con todo esto, que nos dijimos que teníamos que enamorar a los clientes y luego hacernos con ellos. Así que es un poco como la araña, muy agresivo, con unas etiquetas muy modernas y clásicas a la vez. Para este vino utilizamos las uvas de viñas de más de 20 años”.

Plazo de ejecución. El plazo para poner la bodega en marcha lo habían fijado en seis meses desde que empezaron la obra. El agujero les iba costar un mes y lo han hecho en 15 días. En junio estará abierta seguro, pero “el tema es que lo esté en abril, que es cuando se supone que podremos estar aquí funcionando y que la gente pueda venir a vernos. Porque es una bodega pensada para eso, para que la gente venga a vernos”.

Ayudas. Y si con las obras han tenido complicaciones, también han encontrado incertidumbres en cuanto a las ayudas, que “nos está costando horrores”. Cuenta que “tuvimos problemas con las subvenciones, aunque luego nos echaron una mano grande y ahora estamos esperando a ver que nos dicen. Me insistían en que esperase un poco a tener la subvención para empezar el proyecto, pero es que no puedo esperar porque no quepo en ningún lugar. Así que hemos empezado y estamos esperando a ver si nos dicen algo. Que sí, que nos lo han dicho de palabra, pero no hay nada escrito”, matiza San Pedro.