Sander Westerveld nació en el municipio holandés de Enschede en 1974 y pronto comenzó a destacar como portero en las categorías inferiores del fútbol de su país, lo que llamó la atención de un Twente que lo incorporó a su cantera. Tras fichar por el Vitesse, donde jugó tres temporadas, dio el salto a la Premier League de manos del Liverpool, donde jugó entre 1999 y 2001, logrando alzarse con la Copa de la UEFA contra el Deportivo Alavés. En el mercado de invierno de 2002, tras no ser titular en la primera mitad del curso, fichó por la Real Sociedad.

Su adaptación al fútbol vasco fue rápida, se convirtió en el dueño de la portería de Anoeta y fue uno de los héroes del subcampeonato liguero del curso 2002-03. Tras cuatro años en Donostia, pasó el tramo final de su carrera deportiva entre España e Inglaterra, donde jugó en el Mallorca, el Portsmouth, el Everton y el Almería, su último equipo antes de regresar a Holanda. Ahora ejerce de entrenador en la selección sub-17 de su país, además de tertuliano y comentarista en distintos medios deportivos. Precisamente, Westerveld atiende a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA tras grabar un programa en el que uno de los temas fue la final de la UEFA de 2001, un partido que nunca se borrará de su memoria. Aunque la entrevista telemática arranca en inglés, Westerveld propone realizarla en castellano, un idioma que domina desde su paso por la Real Sociedad. "Corríjame si me equivoco con los verbos en pasado", pide. Faltaría más.

¿Qué recuerda de aquella histórica final contra el Alavés?

-Lo recuerdo casi todo. Fue un partido horrible para un portero. Encajé cuatro goles y el último, de Jordi Cruyff, cuando el partido estaba casi terminado, fue un error mío en la salida. Todavía me planteo qué debí hacer. En la primera parte paré dos disparos y luego no volví a tocar el balón en todo el partido. También me acuerdo de las sensaciones anteriores a la final. Nosotros llegamos muy confiados después de ganar al Olympiacos, a la Roma, al Oporto y al Barcelona, pero sabíamos que el Alavés también había ganado a equipos potentes, en ningún momento pensamos que sería un partido fácil.

¿Cómo vivió el encuentro desde dentro?

-Hicimos una muy buena primera parte. En la charla del descanso estábamos muy satisfechos. Lo hicimos todo bien, con disciplina, concentración máxima y la mentalidad correcta. A pesar de ir ganando por 3-1, no nos confiamos, salimos con la misma intensidad y con la intención de marcar un gol más, pero a los cinco minutos ya nos había metido dos goles Javi Moreno. Otra vez a empezar, pero esta vez era mucho más difícil, siempre cuesta más jugar cuando te han remontado el marcador que cuando lo has remontado tú. Sin embargo, no tuvimos muchos problemas atrás después del 3-3. Luego llegó el gol de Robbie Fowler y en ese momento yo ya pensaba que el partido lo teníamos ganado, solo quedaba aguantar un cuarto de hora. Esa temporada lo mejor del equipo era la defensa, y luego teníamos arriba a jugadores como Fowler y Owen que aprovechaban las ocasiones que tenían. Yo confiaba en que lograríamos mantener el resultado.

Y entonces llegó el gol de Cruyff.

-Sí, fue un golpe muy duro. En ese momento pensé que nos iríamos a los penaltis, porque estaba siendo un partido muy igualado. De hecho, en la prórroga, a pesar de las expulsiones, ninguno de los dos equipos tuvo ocasiones claras. Yo estaba ya pensando en qué hacer en los penaltis cuando Herrera cometió un error muy parecido al mío y llegó el gol de la victoria, en propia. Yo lo siento mucho por los aficionados y jugadores del Alavés, porque jugar el partido de tu vida y perderlo así cuando lo tienes tan cerca tiene que ser durísimo.

¿Qué sintió cuando llegó el 5-4?

-El estadio de Dortmund está a media hora de mi pueblo en Holanda, así que yo tenía 50 invitaciones para mis familiares y amigos, que estaban sentados justo en la esquina de detrás de mí en ese momento. Cuando llegó el gol, me giré, los vi celebrando, pero no quise alegrarme todavía, me dije a mi mismo que no podía volver a encajar otro gol, esta vez no. Me costó darme cuenta de que aquella prórroga era a gol de oro, pero en cuanto caí salí disparado hacia la zona donde estaban mis familiares. Creo que nunca he corrido tan rápido en mi vida. Fue un partido muy difícil para mí: cuatro goles encajados, uno por error mío, otro de Javi Moreno que se cuela por debajo de la barrera y no veo el balón... Pero al final tengo la foto con la Copa de la UEFA y eso es lo que importa. Cuando ganas, te da igual si es por 7-5 o 11-10.

Si llega a perder se habría acordado toda la vida de ese error, ¿no?

-Eso es, ahí está por ejemplo el caso de Karius en la final de la Champions. El Liverpool perdió por dos errores suyos que destrozaron su carrera deportiva. Para mí fue un alivio ganar. Cuando me preguntan siempre digo que me dejé marcar para darle emoción (risas). Ahora el partido se recuerda como la mejor final europea de la historia junto al Milan-Liverpool de 2005, si la hubiéramos ganado fácil nadie se acordaría del Liverpool-Alavés. Yo, por ejemplo, no sé quién ganó la UEFA en 2005. Tenía que asegurarme de que fuera un partido inolvidable.

¿Qué recuerda de aquel Deportivo Alavés?

-Corríjame si me equivoco, pero yo diría que es el mejor equipo que ha tenido el Alavés en sus 100 años de historia. Tenía un equipazo, con jugadores de la talla de Jordi Cruyff, Javi Moreno e Iván Alonso, con el que también hablé de este partido durante mi etapa en el Almería. También tenían una defensa muy sólida, pero los que marcan la diferencia son este tipo de fenómenos, jugadores con algo especial, que están por encima del resto. Cuando fuimos subcampeones con la Real teníamos un buen equipo, pero además estaban Kovacevic, Nihat, De Pedro o Xabi Alonso. El Alavés tenía 4 o 5 jugadores diferenciales.

¿Cómo era el ambiente en el campo?

-Si no recuerdo mal, el Alavés devolvió unas 2.000 o 3.000 entradas a la UEFA porque no consiguió vender las 10.000 que tenía. Cuando entramos en el estadio era como si estuviéramos jugando en casa, todas las gradas rojas excepto detrás de una portería, que estaban los del Alavés. Las finales se deciden por detalles y creo que en ese partido la afición nos hizo sentirnos más tranquilos, con confianza. Eso sí, cuando nos empataron a tres hubo en momento en el que la afición del Liverpool se quedó callada y ahí sí que se hicieron notar los seguidores alaveses. Creo que es un club especial, el detalle de hacer una camiseta con los nombres de todos los socios fue muy bonito. Yo como holandés conocía bastante bien al Alavés porque estaba allí Jordi Cruyff, se hablaba mucho del club en las noticias de Holanda. De hecho, antes del partido di una charla al resto del equipo explicándoles cómo jugaba Cruyff.

¿Y qué les contó sobre él?

-Como le he dicho antes, era un jugador especial. Tuvo mucho mérito porque sufría la presión de ser hijo de quien era y muchos futbolistas no son capaces de soportar ese peso. Él hizo su propio camino, jugó en el Barcelona, el Manchester United, la selección holandesa... Cuando fichó por el Alavés, en Holanda se sorprendieron mucho, pero él sabía que estaba firmando por un buen proyecto, no fue a Vitoria para pasar el tiempo. Era un buen futbolista, pero también una buena persona, y eso es importante cuando estás en un equipo pequeño como el Alavés. En ningún momento se hizo la estrella, fue muy humilde y se ganó el cariño del club.

Usted conoce muy bien Euskadi y el fútbol vasco por su etapa en la Real Sociedad. ¿Qué le parecen?

-Cuando fiché por la Real se me hizo muy fácil adaptarme, sobre todo por el tiempo, que es muy parecido al de Liverpool (risas). No es como pasar de jugar en Inglaterra a Sevilla. Euskadi es un paraíso: sus paisajes, la comida, la naturaleza... Cuando fui allí me dijeron que los vascos eran muy cerrados, que me iba a ser difícil hacer amistades, pero nada más lejos de la realidad. De hecho, todavía conservo amigos de aquella época, como la familia Lopetegui. La hermana de Julen es muy amiga de mi mujer y hemos pasado la Navidad alguna vez con ellos en su casa de Asteasu. Al principio solo me comunicaba en inglés, pero me decidí a aprender castellano para poder comunicarme con todos. En cuanto al fútbol, tienen jugadores muy trabajadores y organizados, con mucho talento. Es un país muy especial, y digo país porque en mi primer entrenamiento, nada más saltar al césped de Zubieta, al ver que hacía sol en enero dije "viva España" (risas). Toshack me echó la bronca y me dijo que eso no era España.

No le fue nada mal allí, ¿no?

-Fueron tres años extraordinarios en lo deportivo y lo personal, echo de menos San Sebastián y el País Vasco. Tuve suerte de que mi fichaje coincidiera con la llegada de Nihat y Kovacevic. El equipo venía de tener resultados mediocres y lo empezamos a ganar todo. Los aficionados nos animaban por la calle, el ambiente era ideal, Anoeta estaba siempre lleno... En la temporada 2002-03 no perdimos ningún partido hasta el derbi en San Mamés de la jornada 20. Los derbis vascos, sobre todo contra el Athletic, eran los encuentros más difíciles de jugar, mucho más que los del Bernabéu, donde no he perdido nunca. Había mucha presión, los dos equipos querían ganar a toda costa. Contra el Alavés y Osasuna es distinto, son más amigos que rivales. Aunque tengo un mal recuerdo de un partido que jugué en Mendizorroza.

¿Por qué?

-Cuando visitamos al Alavés en la temporada 2002-03 íbamos ganando 1-2 y el partido estaba a punto de terminar. Pues bien, nos encontramos con el único árbitro de la historia del fútbol que pita falta porque tuve el balón más de seis segundos en mis manos. Sacaron el córner y marcaron el gol del empate. Luego perdimos la liga por un solo punto frente al Real Madrid, si hubiéramos ganado en Mendizorroza habríamos sido campeones. Luego ves el vídeo y tengo el balón ocho segundos en mis manos, cuando ahora hay partidos en los que lo tienen durante 30. Fue increíble, yo creo que se acordaban de que les gané la final de la UEFA y por eso me lo pitaron (risas).

¿Qué le parece que los grandes clubes de Europa hayan intentado crear la Superliga? Con una Superliga nunca se habría jugado la final de 2001 entre Liverpool y Alavés...

-Efectivamente, yo no lo entiendo. No he leído todavía ninguna opinión de un aficionado a favor de la Superliga, y cuando escuché a Florentino Pérez, que fue el único presidente que dio la cara, tampoco dio ninguna razón que me hiciera pensar que la Superliga puede mejorar lo que tenemos ahora. Ver siempre un Barcelona-Madrid y todos los años los mismos partidos es aburrido. Yo soy del Twente, de Enschede, y cuando se llena el estadio es cuando viene el Ajax, al igual que el Alavés con el Barça y el Madrid. No nos pueden quitar eso. Además, no es lo mismo decir que tienes dos Superligas o que tienes dos Champions. Para mí es todo cuestión de dinero y nada más, y eso no puede ser.

"Lo siento mucho por los aficionados del Alavés, jugar el partido de tu vida y perderlo de esa manera cuando está tan cerca tiene que ser durísimo"

"Cuando Cruyff fichó por el Alavés fue una sorpresa en Holanda, pero él sabía que iba a un buen proyecto; era un jugador humilde y eso le ayudó"

"Tengo un mal recuerdo de cuando jugué en 'Mendi', me encontré con el único árbitro de la historia que pita falta por tener el balón seis segundos"