goniza la temporada 1987-88 que ha resultado un verdadero fiasco. Es la segunda campaña consecutiva en Tercera, tras el descenso administrativo del Deportivo Alavés en el mes de julio de 1986. Si en la campaña 1986-87, la primera de la ‘nueva era’, hay atenuantes por la forma en construir el equipo días antes del comienzo liguero, en ésta no hay ningún paliativo para explicar el mal resultado final. En la anterior se finalizó el campeonato de Liga en la séptima posición, a un punto de la tercera plaza, ascendían tres conjuntos, en la presente la situación final ha sido el octavo puesto y la primera plaza ocupada por el Barakaldo, solamente ascendía uno, ha quedado a diez puntos. A comienzos de curso se ficha como entrenador a Iñaki Espizua, que tiene la ayuda del ex jugador albiazul ‘Coque’, con el firme propósito de, primero, rejuvenecer el equipo con gente de la cantera alavesa y, segundo, que estos jóvenes futbolistas maduren rápidamente para intentar dar el salto de categoría en la siguiente temporada, 1988-89.

Preside el club José Antonio Rozas, fallecido en mayo de 2018, que cumple su segunda temporada en la presidencia bajo la sombra tutelar de Juan Arregui. Rozas fue nombrado máximo mandatario albiazul, sin pasar por la urnas, en el mes de noviembre de 1986, tras los febriles meses de agosto, septiembre y octubre del mismo año. Perteneciente a la Peña ‘El Glorioso’ se convierte, primero, en un firme opositor a la gestión del presidente Julián Ortiz Gil -diciembre de 1983 y julio 1986-, llegando a realizar una auditoría de cuentas de la entidad, mayo de 1985, en la que recoge un déficit en la gestión de Ortiz Gil, fallecido en 2020, en la temporada 1984-85 de 40 millones de pesetas (240.000 euros) en Segunda ‘B’. En julio de 1985 Rozas es nombrado vicepresidente por el auditado y es el artífice de conseguir un crédito de 25 millones de pesetas (150.000 euros) de la Caja Municipal, entidad en la que entonces trabajaba, que evita el descenso administrativo del club en agosto de 1985. Como directivo de Ortiz Gil acepta un presupuesto de 93 millones de pesetas (558.000 euros), imposible de cumplir como se comprobará más tarde, para la temporada 1985-86. En el tramo final de la campaña pasa a ser una de las voces discordantes y es cesado por el presidente, junto al resto de directivos, el 6 de mayo de 1986. Este es el curioso ejercicio de funambulismo directivo, realizado por el que fuera presidente en las temporadas 1986-87 y 87-88. En la campaña que nos ocupa, 1987-88, el equipo, en la primera vuelta, tiene una racha espectacular de diez partidos consecutivos sin conocer la derrota, que le lleva a ocupar la primera plaza y ser tercero al finalizar la primera vuelta. En los meses de marzo y abril las relaciones entre presidente y entrenador se deterioran, hay cruce de palabras entre ellos en la prensa, y el técnico será cesado, aunque seguirá ejerciendo su cargo.

La economía del club comienza a resentirse, finalizará la temporada con un déficit de 5 millones de pesetas (30.000 euros), a la plantilla se les adeuda las nóminas de marzo, abril y mayo y gran parte de los miembros de su directiva acusan a Rozas de llevar una presidencia personalista. Todos estos acontecimientos llevarán a Juan Arregui, vicepresidente del club, a efectuar un llamado ‘golpe de mano’, que obliga a Rozas a dimitir el 3 de junio de 1988. En la Junta Directiva del jueves 9 de junio Juan Arregui, que delegará la presidencia en José Luis Menoyo, nombra a su fiel Arturo Pérez Calvo como gerente de la entidad, crea diversas áreas directivas y dicta las normas por las que va a regirse el Deportivo Alavés a partir de este 9 de junio. Rozas es pasado en el club.

En diez años han pasado por el club gran número de entrenadores y jugadores y nunca la culpa ha sido de la directiva”. La Junta Directiva albiazul consideró estas declaraciones como “muy graves y constitutivas de despido inmediato”.

La Magistratura de Trabajo condenó al club a readmitir a los jugadores Herce y Ollo, expulsados por bajo rendimiento, y a pagarles los sueldos no cobrados. El presidente Rozas obligo a salir del banquillo, en un amistoso en Aretxabaleta, a Espizua.

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