ada hacía presagiar la víspera del encuentro entre Deportivo Alavés e Indauchu, que se iba a celebrar en Mendizorroza el domingo 23 de marzo de 1958, que trajese tan graves consecuencias para el club albiazul. Era la vigésimo quinta jornada de la Liga de Segunda División (Grupo Norte), quedando otras nueve para la finalización del campeonato.

El equipo albiazul estaba realizando una temporada aseada, lejos de la única plaza que daba el ascenso a Primera y con una distancia de cinco puntos con los puestos de promoción de descenso. Por su parte, los bilbaínos eran cuartos, a nueve puntos del líder Oviedo.

La SD Indauchu se caracterizaba por ser un equipo trampolín de futbolistas. Isasi, Jesús Pereda, Cobo, Eusebio Ríos, Miguel Jones, Irusquieta, Larrauri, Lizarralde o Gárate son algunos de los nombres más significativos que formaron parte de sus filas y fueron traspasados más tarde.

El partido entre albiazules y rojillos es acogido por los aficionados con interés y con ganas de presenciar una buena tarde de fútbol. El Deportivo Alavés, tras su periplo de dos temporadas en Primera División, encara la segunda consecutiva en la División de Plata al mando de Luis Urquiri como entrenador y aún conserva una serie de futbolistas de sus días de mayor esplendor: Gorospe, Ibarra o Arbaizar.

Con una muy buena entrada comienza el partido, que va transcurriendo entre el tedio de todo el mundo, ya que es malo de solemnidad. El fuerte viento influye en el desarrollo del juego y ninguno de los dos equipos es capaz de hilvanar dos jugadas consecutivas.

Tras llegar al descanso con el marcador inicial, a los setenta y ocho minutos se le anula un gol al Alavés, al parecer por manos de un delantero albiazul, aunque para la inmensa mayoría el gol es legal, ya que el balón ha rebotado en un defensor bilbaíno. Los jugadores alavesistas protestan airadamente al colegiado, al igual que el público, pero el asturiano Benito García Cayado no concede el gol y tras serenarse los ánimos prosigue el encuentro. Nadie es expulsado, ni amonestado verbalmente. Minutos más tarde finaliza el partido como comenzó (0-0).

La sorpresa llega a la hora de recoger el acta por parte del delegado, el secretario del club albiazul, Jesús Urrutia, que indica al colegiado que no está de acuerdo en nada de lo redactado. El árbitro lo expulsa de la caseta. Poco más tarde, el que se acerca a dialogar con el juez es el entrenador Urquiri; también es expulsado. El Deportivo Alavés manda un informe de lo sucedido a la Nacional, pero cuando se hacen públicas las sanciones se entiende desde el club que ni siquiera ha sido abierta la carta de las alegaciones albiazules por los federativos.

El jueves 27 de marzo se conocen las sanciones a través de la prensa: “Suspender por cinco partidos oficiales a Javier Balier Elorriaga (Deportivo Alavés), por menosprecio a la autoridad del árbitro e insultarle”; “suspender por cuatro partidos oficiales al entrenador del Alavés, don Luis Urquiri Urain, por censuras y desacato al árbitro”; y “suspender por tres meses al delegado de campo del Alavés, por protestas y desacato al árbitro”. Las sanciones son durísimas.

Las dimisiones se suceden en cadena en el club. Primero es el delegado y secretario, Jesús Urrutia. Posteriormente, tras una reunión de urgencia, presenta su dimisión irrevocable toda la Junta que preside Salvador García del Diestro. A tal efecto mandan un telegrama a la Nacional y para no dejar al club abandonado, los directivos siguen en sus puestos hasta finalizar la temporada, formando una Junta Gestora.

Todos estos acontecimientos posibilitan la llegada, en el mes de julio, de Juan Arregui, vicepresidente en la Junta de García del Diestro, a la presidencia del Deportivo Alavés por primera vez. La primera medida que tomará Arregui es fichar, como entrenador, para la temporada 1958-59 a Rafa Iriondo, técnico de la SD Indauchu.

“La Directiva del Alavés (sic) se ha enterado por la prensa de que el jugador Balier, el entrenador Urquiri y el delegado de campo Urrutia han sido sancionados por el Comité de Competición. Cuando el equipo se encontraba ya en La Coruña, se ha recibido un oficio de la Guipuzcoana”.

“Yo seguiré entrenando. Como no puedo sentarme en el banquillo, será Fernando Muñoz (masajista) el que dé mis órdenes. No creo que sea un handicap muy grande. El Comité de Competición hace excesivo caso a los árbitros”.

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