las 8,15 horas de la mañana del sábado 28 de enero de 1978, en la Residencia de Txagorritxu de Vitoria, tras una larga enfermedad, fallecía Antero González de Audikana, para el mundo futbolístico en general Antero, para el mundo albiazul Terete. A esa hora dejaba de latir uno de los corazones albiazules más grandes que han existido en la órbita del Deportivo Alavés en toda su existencia y el genuino representante que capitaneó un equipo que de la nada asombró al fútbol estatal. Porque Antero personificó bien a las claras los primeros años de vida del conjunto alavesista, su nacimiento, esplendor, gloria, caída, muerte y resurrección. Por muy poco no pudo jugar los primeros partidos oficiales del Deportivo Alavés, aquellos de la Promoción de Ascenso a la Serie B de Vizcaya en 1924, pero ya era de la partida en la temporada 1925-26 en la segunda categoría del fútbol vizcaíno.

La campaña 1924-25 los albiazules no participaron en ninguna competición oficial, al entender que la Federación Vizcaína había incumplido la promesa de ascenderles administrativamente. Desde entonces, tanto Antero como el Deportivo Alavés, no dejaron de crecer y llegaron a cotas jamás soñadas por el más romántico de los seguidores albiazules: campeón de la Serie B de Vizcaya en 1927; subcampeón de la Serie A en 1928; semifinalista del Campeonato de España en 1928; integrante del primer Campeonato de Liga de Segunda División en la temporada 1928-29; campeón de Vizcaya de la Serie A en 1929; ascenso a Primera División, primer equipo estatal en conseguirlo, en la temporada 1929-30; 3 temporadas consecutivas codeándose entre los grandes del fútbol español; cuartofinalista en los campeonatos de España de 1930 y 1932. Nadie podía pensar que un equipo de chavales, todos iniciados al fútbol en diferentes equipos de Euskadi, pudiese llegar tan alto. Pero a la vez que Antero conoció el lado amable de los triunfos, de los agasajos, de las victorias, y de los recibimientos, también conoció la particular caída a los infiernos del Glorioso Deportivo Alavés. Al final de la temporada 1932-33 conoció el descenso, por vez primera en su historia, del equipo albiazul a la Segunda División. La renuncia del club a jugar en esta categoría en la temporada 1934-35 por falta de músculo económico, que le imposibilitaba ni tan siquiera comenzarla, le hizo vivir en primera persona la posibilidad real de la desaparición del club, ya que casi todo el mundo le dio la espalda.

Pese a tantos problemas, el equipo albiazul, como Ave Fénix, volvió a resurgir y de nuevo estaba allí, al frente de otros nuevos muchachos, Antero. Finalizaba la temporada 1935-36, vísperas del comienzo de la Guerra Civil española, y el Deportivo Alavés disputaba, en una competición más modesta, la Final de la Copa Guipúzcoa.

Y nuestro protagonista, con 35 años de edad, capitaneaba a las nunca mejor llamadas huestes de Antero. El Deportivo Alavés perdía la final frente al Trincherpe guipuzcoano por 2-0, pero Antero, el gran Terete, en su último partido oficial con la camiseta albiazul, dejaba su impronta. Como cuando defendió la camiseta de la Selección Nacional el 1 de junio de 1928 frente a Italia (1-1) en el Estadio Olímpico de Amsterdam (Holanda), en los cuartos de final de los IX Juegos Olímpicos, con prórroga incluida. Sus servicios al Deportivo Alavés, prácticamente, no se acabaron hasta su muerte, ya que en las temporadas 1941-42 y 42-43 dirigió al equipo albiazul en Segunda División, quedando en la primera de ellas a centésimas de jugar la promoción de ascenso a Primera, posición que alcanzó el Zaragoza.

El 25 de diciembre de 1934 recibió un homenaje por parte del Deportivo Alavés, que se enfrentó al Sevilla. Estuvieron presentes sus ex compañeros Beristain, Olivares, Mardones I, Albéniz y Modesto Echevarría. En las filas sevillistas estuvieron los ex albiazules Fede, Euskalduna y Deva.

El día siguiente a su muerte, el Alavés jugaba frente al Real Oviedo en el Tartiere (1-0). Los albiazules llevaron brazaletes negros., al igual que frente al Sabadell en Mendizorroza (0-0). La Junta hizo constar el pésame en el acta.

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