Pese a que el sueño de Mamadou Sylla nació en las calles de Kédougou, donde jugaba cada día al fútbol con sus amigos, lo cierto es que, al contrario que la gran mayoría de jugadores africanos que llegan a Europa hoy en día, él no entró a formar parte de ninguna academia. En realidad, sus primeros pasos fueron en la escuela del Granollers, al que llegó en la categoría alevín.

¿Cuáles son los orígenes del Sylla futbolista?

A los diez años, mi madre, mis hermanos y yo nos reunimos con mi padre, que ya trabajaba en España desde hace bastante tiempo, y ahí me apuntaron a la escuela del Granollers. Hasta ese momento, solo había jugado en las calles de Senegal, pero en poco tiempo di muchos pasos. Me fichó el Barça, luego pasé por el Mataró y fue el Espanyol quien me permitió debutar profesionalmente.

¿Tuvo claro en todo momento que se quería dedicar al fútbol?

Siempre fue mi sueño, ya desde muy pequeño. En Senegal se veía mucho la Champions League, también a la selección nacional, y yo me imaginaba jugando en estadios como el Camp Nou o el Santiago Bernabéu. Ahora bien, en todo momento fui consciente de que no sería un camino fácil.

¿En qué jugadores se fijaba por aquel entonces?

El Henry del Arsenal siempre me pareció una brutalidad. Luego, tanto a mis amigos como a mí nos volvía locos El Hadji Diouf, y Drogba tampoco se quedaba atrás.

¿Qué le parece la evolución que está teniendo el fútbol en África?

Va por el buen camino. Buena muestra de ello es que son muchos los clubes europeos que van allí para ojear y fichar chavales, especialmente los franceses, que ya tienen convenios con las academias. Eso sí, siguen faltando recursos.

¿Cree que, con el paso de los años, va a ser cada vez más habitual ver participaciones como la de Marruecos en el último Mundial?

Eso espero. Es un claro ejemplo de que en el fútbol moderno todo es posible. Marruecos nos ha enseñado el camino a los demás y África está orgullosa de ellos.