El Alaves ha decidido dar un último giro de timón para intentar evitar un descenso a Segunda División que en estos momentos parece cantado ante la triste deriva de un equipo sin alma y escasamente competitivo.

El club del Paseo de Cervantes ha tomado la drástica determinación de prescindir de José Luis Mendilibar en busca de un salvavidas que le brinde algo de oxígeno en la cada vez más difícil carrera por la supervivencia liguera.

Tras valorar la critica situación de un equipo que se está muriendo poco a poco y no emite señales de reacción, Josean Querejeta ha querido cortar por lo sano y prescindir del técnico nacido en Zaldibar, con el que el Alavés tan solo ha sido capaz de sumar siete puntos de 36 tras conseguir una pírrica victoria (Valencia), cuatro empates (Real Sociedad, Athletic, Getafe y Sevilla) y siete derrotas (Betis, Barcelona, Elche, Real Madrid, Real Sociedad, Granada y Atlético de Madrid).

La deriva alavesista era imparable y se imponía una medida casi a a la desesperada porque con Mendilibar en el banquillo la situación era ya irreversible. El técnico vizcaíno fue anunciado por la entidad de Mendizorroza a finales de diciembre del año pasado en sustitución de Javi Calleja, pero su aportación táctica al equipo ha dejado mucho que desear y su filosofía tampoco ha calado en una plantilla huérfana de ideas y confianza.

"El deber del Alavés es hacer todo lo posible para lograr el objetivo de la permanencia y, por lo tanto, toma esta decisión siempre difícil con la convicción de que la salvación es posible", alegó el club en el comunicado para despedir a uno de los técnicos más breves de la historia en Vitoria.

Porque poco más de tres meses ha durado una etapa de lo más gris en todos los aspectos y donde Mendilibar, avalado por sus grandes temporadas en aquel Eibar valiente y que mordía al rival en todos los lugares del campo, no ha sabido en ningún momento dar con la tecla.

Con mejores mimbres que el preparador madrileño tras los cuatro fichajes del mercado invernal (Jason, Escalante, Tenaglia y Vallejo) que han ampliado sobremanera el abanico de alternativas, se ha mostrado impotente para hacer del Alavés un grupo mínimamente reconocible. Tras dos aseados derbis ante la Real y el Athletic, la caída en picado ha dejado al equipo en el farolillo rojo de la tabla.

Su elección de hombres para el once inicial y los cambios en el transcurso de los partidos, como las dos ocasiones que sustituyó a Joselu ante el estupor generalizado, no han convencido a nadie y la propiedad ha visto colmada su paciencia tomando una determinación que para muchos llega muy tarde.

Mendilibar ya estuvo en el alambre en el reciente parón de selecciones tras la hiriente derrota ante el Granada en casa que le granjeó muchas críticas. Sin embargo, Querejeta le brindó una última oportunidad para la cita del Wanda Metropolitano ante el Atlético donde el Alavés, con independencia de los errores arbitrales por parte de Melero Lopez, mostró la misma imagen de endeblez a nivel defensivo y se diluyó como un azucarillo al poco de que Escalante consiguiera el tanto de la igualada.

El adiós de Mendilibar implica por razones obvias que el club ya tiene cerrada la identidad de un sustituto que intentará obrar un milagro en las ocho jornadas restantes.

A seis puntos de la salvación, el equipo vitoriano necesita una excelente tacada de resultados con el fin de prolongar su andadura en la élite del fútbol estatal.

La visita de este domingo a El Sadar será la primera oportunidad para cambiar una perniciosa inercia, pero la esperanza es lo último que se pierde y el Alavés ha decidido agotar el último cartucho. Con los brazos cruzados, desde luego, el descenso a Segunda era algo inevitable.