La derrota que sufrió ayer el Deportivo Alavés frente al Granada fue un duro golpe para la plantilla, el club en su totalidad y, sobre todo, la afición, quien, pese a la multitud de decepciones acumuladas a lo largo de la temporada, aún confiaba en que Mendizorroza, con la mejor entrada de todo el curso y el ambiente de victoria que siempre le ha caracterizado, hiciera su magia como tantas veces lo había hecho antes.

Sin embargo, las expectativas e ilusiones muchas veces distan de la realidad y, aunque la narrativa llegó a ser muy favorable al conjunto babazorro, las infinitas fragilidades acabaron imponiéndose a las escasas facultades y todo cayó por su propio peso. Un desenlace que, lógicamente, terminó señalando no solo a José Luis Mendilibar y a sus pupilos, sino también a los que presenciaron la debacle desde posiciones más altas, donde, en estos momentos, se debate el futuro del técnico vizcaíno -sin descartarse un movimiento drástico- y, por ende, del proyecto a corto plazo.

En este sentido, señalar al de Zaldibar como el principal culpable de la situación por la que está pasando el Alavés es muy injusto, pues esta decadencia deportiva viene de lejos, pero eso no quita que, tras lo sucedido ante el Granada, no hay nada que avale su continuidad en el banquillo del Paseo de Cervantes, por lo que, si se mantiene al frente, será debido a que nadie sabe cómo evitar -en el hipotético caso de que sea posible- lo que todo indica que está por llegar.

Porque, pese a que en el fútbol todo es posible y el Glorioso ha conseguido superar varios traspiés a la altura e, incluso, más duros que el actual, lo cierto es que cualquier rayo de esperanza es rápidamente eclipsado por la densa y oscura realidad. Esa que, en concreto, se cuela en los oídos de quienes prefieren cerrar sus ojos y les recuerda que, desde que Mendilibar se puso al timón del navío albiazul, solo se ha cosechado una única victoria en once partidos para un total de siete puntos sobre 33 - respecto a los 15 de 54 que obtuvo Javi Calleja-.

No obstante, si bien lo matemático es lo que más llama la atención y, al mismo tiempo, mide el rendimiento de un entrenador, esa no es la única razón por la que el vizcaíno ha decepcionado a la parroquia albiazul. Además del escalofriante dato mencionado, igual de preocupantes han sido varias de las determinaciones futbolísticas que ha tomado Mendi, quien, desde el primer día -y contradiciendo lo que se espera de alguien con su trayectoria-, se ha ido mostrando cada vez más incapaz para sacar esto adelante.

Primero, como consecuencia de los cambios de sistema, puesto que ni el 4-4-2 ni el 4-1-4-1, con el trivote en el centro del campo, han funcionado; este último dibujo, incluso, ha ido en contra de la estrategia que se siguió en el mercado invernal, cuando se trajo a Manu Vallejo para, precisamente, ser titular. Y, asimismo, debido a sus sorprendentes lecturas de los partidos, las cuales, evidenciadas en los cambios, han provocado que el Alavés pierda varios puntos en encuentros que, aparentemente al menos, tenía muy a su favor.

Por todo lo anterior, y tal y como se ha adelantado, desde el Paseo de Cervantes no se descarta tomar una decisión drástica con la intención de jugar una última carta de urgencia, pero esta, en principio -y si termina llegando-, no será inmediata. El Alavés afronta ahora dos semanas sin competición liguera y no se quiere hacer en caliente y a la ligera un movimiento tan determinante.