Días antes del trascendental duelo ante el Granada se respiraba un ambiente de que Mendizorroza sería un elemento de vital importancia para lograr una permanencia que, a día de hoy, se ve como un objetivo prácticamente heroico.

De hecho, la ciudadanía vitoriana y la afición del Alavés se volcaron con la iniciativa solidaria de ayudar a los refugiados de guerra ucranianos y, minutos antes del pitido inicial de Cuadra Fernández, se colgó el 'sold out' (todo vendido) de entradas. Pese a la excelente entrada a Mendizorroza -los precios populares de las entradas invitaban a ello-, lo que se preveía como una tarde para el recuerdo babazorro acabó como una jornada aciaga para las más de 16.000 almas que se congregaron en Mendizorroza.

Desde el inicio y hasta el pitido final, la afición no dejó de alentar a un equipo que necesitaba lograr los tres puntos ante un rival directo como el Granada. La entrada de este sábado, además, fue la mejor de la temporada, aunque esto no fue suficiente para hacer de Mendizorroza un fortín.

El Glorioso fue llevado en volandas durante todo el partido por su incansable duodécimo jugador, que consciente del valor anímico que aporta en las actuaciones del equipo en Vitoria no bajó la voz. No obstante, el primer susto llegó a los pocos minutos tras una buena jugada entre Collado y Luis Milla, dos de los futbolistas con mejor pie del conjunto nazarí.

A partir de ahí, el equipo creció de la mano de la grada pero, desafortunadamente, esta sinergia no fue suficiente para obtener una victoria crucial en la lucha por la permanencia. La distancia se amplía ahora a cuatro puntos de ventaja, a expensas de lo que haga el Mallorca contra el Espanyol.

El triste desarrollo de los últimos veinte minutos fue un varapalo cruel para los alavesistas que durante un tramo del encuentro saborearon el dulce sabor de la victoria. La alegría tras los goles de Escalante y Vallejo quedó en un espejismo.

A pesar del aliento a los futbolistas, el público fue soberano con la gestión de los cambios de Mendilibar. Unas críticas reincidentes porque el de Zaldibar no está dando con la tecla desde su llegada. De hecho, las decisiones tomadas desde el banquillo, lejos de fortalecer las prestaciones del equipo, posibilitaron el crecimiento nazarí. El Granada merodeó el área local con suma facilidad y el run run fue a más conforme avanzaba el duelo.

El éxtasis del minuto 57’ -momento en el que llegó el gol de Vallejo-, dio paso a la absoluta resignación tras la remontada del Granada. Un sentimiento de impotencia que desde hace tiempo no se veía en las gradas de Mendizorroza, sabedoras de que el Glorioso está asomado al precipicio de la Segunda División. Es evidente que el equipo ha de dar un paso al frente para revertir la situación tan crítica en la que se encuentra.

Los pupilos de Mendilibar tendrán la posibilidad de pasar página de la derrota ante el Granada con el parón de selecciones pero, en dos semanas, el test será de la mayor exigencia ante un Atlético de Madrid que necesita seguir en lo más alto.

Obviando el viaje a la capital, lo que se podría considerar como un David contra Goliat, el Alavés vivirá auténticas finales en su feudo ante rivales como el Villarreal, Rayo Vallecano, Espanyol y Cádiz. A todos ellos ha de vencer si quiere mantener vivas sus esperanzas de salvar la categoría. Por falta de aliento desde la grada, seguro que no será.