- El estatus dentro de un vestuario es muy volátil. La titularidad es un derecho que todo jugador tiene la posibilidad de ganarse, pero que, al mismo tiempo, es sensible de perder de la noche a la mañana. Esto último, además, no siempre depende directamente del buen o mal hacer del propio futbolista, que puede ser relegado al banquillo por hechos tan incontrolables como, por ejemplo, una lesión, la cual brinda a otros compañeros la oportunidad de dar un paso al frente y convencer a su entrenador.

En lo que respecta al Deportivo Alavés, ese desarrollo de los acontecimientos se ha dado en el núcleo de la zaga. Florian Lejeune fue un fijo en el once de Javi Calleja hasta el primer parón internacional -justo después de la debacle en Mestalla-, pero, desde que causó baja por unos problemas en el tobillo, su puesto ha pasado a ser de Víctor Laguardia, que no ha desaprovechado la ocasión de recuperar su protagonismo.

En este sentido, el central maño ha mostrado en las dos últimas jornadas, sobre todo frente a la escuadra colchonera, una jerarquía y solidez de la que el técnico madrileño ahora mismo no puede desprenderse. Algo inimaginable en la primeras semanas del campeonato, cuando el káiser albiazul concatenaba desgracias, y que ahora el defensor galo, cuyo regreso, si nada se tuerce, está próximo, deberá afrontar tras su ausencia en los choques contra Osasuna, el Espanyol, el Atlético de Madrid y el Athletic.

Sin embargo, pese a que el cuadro gasteiztarra ha funcionado mejor sin él, Lejeune cuenta con una característica que le diferencia de sus compañeros. Se trata, cómo no, de la salida de balón. Una aptitud muy valorada en los zagueros actuales, más aún teniendo en cuenta las dificultades que tiene el Alavés para generar juego, y de la que el francés ya ha hecho gala alguna que otra vez -menos de las que debería, eso sí-.

Por tanto, cuando Flo regrese, Calleja tendrá ante sí dos importantes dilemas. El primero, como ya se ha anticipado, decidir si devolverle la titularidad al veintidós babazorro, aunque eso signifique romper la dinámica de un trío de centrales que, al menos defensivamente, había empezado a funcionar; y, si la respuesta a lo anterior es afirmativa, entonces elegir al damnificado entre Laguardia, Miazga y Ximo Navarro.

Esto último, eso sí, siempre y cuando se mantenga la línea de cinco atrás, porque, si el dibujo cambia, las opciones serán aún más reducidas. En especial, dada la buena opinión que el entrenador albiazul tiene del estadounidense, quien ha sido indiscutible -salvo en la visita a Cornellá- desde su llegada. Ahora bien, el principal perjudicado en todas las posibles variantes es Tachi, que, salvo contra el conjunto periquito, apenas ha podido participar en este inicio de temporada. Una situación cuando menos incómoda para un jugador que, si precisamente algo necesita, son minutos para seguir progresando.

Otro futbolista en la situación de Florian Lejeune es Pere Pons. El centrocampista catalán arrancó el curso como titular y, tras abandonar el once frente al Valencia -contra el que disputó 28 minutos-, no ha podido volver a vestir la camiseta albiazul por unas molestias musculares en el aductor.

Desde entonces, Toni Moya ha ocupado su puesto y, pese al regreso del gerundense, nada hace pensar que el extremeño vaya a perder ese papel protagonista que ha cumplido ante el Atlético y el Athletic. Sobre todo, en vista de la buena dupla que ha creado con Mamadou Loum, quien ha encontrado en el emeritense a un buen aliado para detener las ofensivas rivales y, además, intentar desarrollar las salidas del Alavés. Aspecto en el que el senegalés aún no se encuentra cómodo.

Tal y como adelantó Javi Calleja, desde el club albiazul esperan que el defensor galo se sume a los entrenamientos con el grupo esta semana