La llegada de Javi Calleja fue, sin duda, el hecho más determinante de la temporada pasada. De la noche a la mañana, el técnico madrileño le cambió la cara a un Alavés abocado al descenso y, en apenas dos semanas, le devolvió la ilusión a una afición hundida por la imagen que su equipo, en plena celebración del centenario, había dado en los meses anteriores. Sin embargo, aunque aquella revolución se recuerde por su final de cuento y, objetivamente hablando, también por sus buenos resultados, lo cierto es que ese breve -e intenso- camino no pudo evitar varios contratiempos.

En ese sentido, el principal percance tuvo lugar el pasado 1 de mayo. Tras vencer al Huesca y el Villarreal y empatar con el Athletic y el Valencia, el Glorioso se plantó en Ipurua con el claro propósito de dar el paso definitivo hacia la permanencia, pero nada salió según lo esperado. El Eibar de Mendilibar, colista y uno de los peores locales de las cinco grandes ligas europeas, sorprendió a todos los albiazules sobre el césped y, mediante la supremacía de Kike García, le endosó un 3-0 al conjunto gasteiztarra, que recibió un importante golpe de realidad aquel día.

Ahora, cinco meses después, pese a que la situación es muy diferente a la de entonces, la zaga vitoriana, casi idéntica a la que estuvo en el feudo armero, ya siente cómo la amenaza del delantero manchego, protagonista en el arranque liguero de Osasuna, se cierne sobre Mendizorroza. Más aún, teniendo en cuenta que, precisamente, ha sido en labores defensivas donde el Alavés ha mostrado más debilidad en las tres primeras jornadas, que se han saldado con ocho goles en contra para la escuadra vitoriana.

Kike llegó a la entidad rojilla este verano y, en muy poco tiempo, se ha convertido en el atacante de confianza de Jagoba Arrasate. Su presencia física, esfuerzo incansable, juego aéreo y capacidad goleadora hacen ser al punta conquense una auténtica amenaza para cualquier rival del cuadro navarro y estas características, muy similares a las de Joselu, le han convertido en el único nueve indiscutible en las alineaciones del entrenador vizcaíno. Eso, además, sin olvidar que es el quinto futbolista de la plantilla con más minutos por detrás de Herrera, Vidal, David García y Brasanac y que, por otro lado, ya estrenó su casillero particular en la visita al Nuevo Mirandilla, donde vencieron al Cádiz por 2-3.

Por ende, si los alavesistas quieren sumar este sábado su primera victoria de la temporada, uno de los jugadores a los que tendrán que vigilar de cerca es al experimentado ariete visitante. A lo largo de estas tres semanas de parón, Javi Calleja ha hecho hincapié en la importancia de construir el equipo sobre unos cimientos defensivos sólidos y, tras unas mejores sensaciones en el Sánchez Pizjuán, este fin de semana llega el momento de la verdad ante, además, un rival idóneo para medir si realmente ha habido una mejoría desde el trágico partido en Mestalla. Porque, si los albiazules son capaces de parar a Kike García y a Osasuna, entonces podrán competir contra cualquiera.

No obstante, los rojillos no cuentan con una único peligro en ataque. Mientras el delantero exEibar trata de amargar el día al público de Mendizorroza, en el banquillo aguardarán su oportunidad, si Arrasate no modifica su sistema, Ante Budimir y Chimi Ávila.

El atacante croata se convirtió este verano en el fichaje más caro de Osasuna en toda su historia -ocho millones de euros, nada menos- y, pese a su destacable presencia física, destaca más por su facilidad para convertir cualquier balón en una acción de gol. El curso pasado, por ejemplo, anotó once goles en poco más de 1.600 minutos.

El Chimy, por su parte, ya ha olvidado su grave lesión y sigue intentando recuperar el espectacular nival que mostró en la campaña 2019-20, cuando llamó la atención de los equipos más potentes de la competición.