Desde su llegada al Deportivo Alavés en la temporada 2014-15, Víctor Laguardia ha sido prácticamente siempre uno de los dos centrales titulares del conjunto babazorro. Tanto Alberto López, el primer técnico albiazul que contó con sus servicios, como Bordalás, Pellegrino, Zubeldía, De Biasi, Cabello, Abelardo, Garitano, Muñiz y Machín apostaron por la seguridad y, sobre todo, el liderazgo y los valores del maño, al que es imposible no elegir como uno de los representantes más fieles de la idiosincrasia del Glorioso en sus 100 años de vida.

En ese sentido, la supremacía del káiser ha sido tal en las últimas siete campañas que, sin apenas ser consciente de ello, se ha convertido, con 233 partidos -y solo cinco de ellos saliendo desde el banquillo-, en el decimocuarto futbolista en vestir en más ocasiones la zamarra azul y blanca. Un dato, además, engrandecido por haber superado a iconos como, por ejemplo, Magno Mocelin (208) o Hermes Desio (194).

Sin embargo, nadie resiste al paso del tiempo y, quien tantas veces fue protagonista, de la noche a la mañana puede dejar de serlo. El detonante, en el caso del aragonés, ha sido la llegada de Matt Miazga a Mendizorroza, pues, aunque la bajada de nivel de Laguardia no sea algo repentino y lleve sucediendo desde hace un año y medio, lo cierto es que su jerarquía dentro del equipo había adquirido un carácter incontestable para cualquiera de las alternativas con las que contaba el Alavés en su plantilla. Hasta ahora, claro. Pese a que el central norteamericano no arrancara con buen pie en Mestalla, donde, en realidad, ningún albiazul, salvo Luis Rioja y Joselu, estuvo al nivel esperado, la ocasión sirvió para entender los galones que el club y, sobre todo, Javi Calleja, que relegó al cinco al banquillo, quieren brindarle. Y es que ambos esperan no solo que el estadounidense mejore las prestaciones defensivas del maño, sino que, además, pueda llenar el vacío anímico o espiritual que este último deja en el grupo cuando no está sobre el césped. Algo para lo que, en principio, está preparado Miazga, quien, en su presentación, se definió como un auténtico líder.

No obstante, el problema es que al Alavés nunca se le han dado bien las transiciones de sus iconos y esta, salvo que el técnico madrileño muestre una actitud distinta a la de sus predecesores en el puesto, no va a ser diferente y va a depender de la trayectoria del plantel. En este sentido, si los babazorros encuentran la tecla y comienzan a sumar, seguramente Matt pueda asentarse en el centro de la zaga, pero, si por el contrario, la dinámica continúa como hasta ahora, poco se tardará en acudir a Laguardia, quien ya está acostumbrado a estas travesías y, por otro lado, podría aprovechar la competencia para recuperar parte de su nivel.

Tanto es así que, si Manu García siguiese en el conjunto gasteiztarra, muy pocos aficionados pondrían la mano en el fuego por su no titularidad en el caso de que el Glorioso, con cero puntos en su casillero tras tres jornadas, siguiera sin ganar en las próximas semanas. Y no por su imprescindible aportación al juego, inferior en muchos casos a la de otros compañeros, sino por su aura, que en infinidad de veces ha sido suficiente para levantar al equipo albiazul, donde el significado tiene más valor que el resultado.

Otro de los damnificados por la llegada de Matt Miazga es Tachi. El defensor madrileño, de 23 años, fichó por la entidad del Paseo de Cervantes en el verano de 2019 y, desde entonces, no ha contado con la continuidad necesaria para poder establecerse en el centro de la zaga.

La mayor parte de sus opciones han llegado cuando Laguardia no ha estado presente y, sin importar sus actuaciones -tanto buenas como malas- siempre ha tenido que regresar al banquillo.

El defensor aragonés es, con 233 partidos desde 2014, el decimocuarto jugador que más veces ha vestido la camiseta albiazul