El principal problema del Deportivo Alavés en este arranque liguero está siendo su debilidad defensiva. En las tres jornadas disputadas hasta el momento, el conjunto vitoriano ha encajado ocho goles, cinco más que la temporada pasada a estas alturas y otros cuatro por encima respecto al curso 2017-18, cuando con Luis Zubeldía en el banquillo también se comenzó con tres derrotas en el casillero. Sin embargo, pese a que la actuación de la zaga se esté llevando la mayor parte de las críticas, esta no es la única preocupación de Javi Calleja, que, desde los primeros cuarenta y cinco minutos frente al Real Madrid, prácticamente no ha vuelto a ver ninguna acción ofensiva prometedora de sus pupilos.

Se comenzó la campaña con una idea muy clara: dominar el ritmo de los partidos y generar fútbol mediante el buen trato de balón. Un propósito valiente -e inédito en Mendizorroza- para el que se incorporaron futbolistas como Manu García e Iván Martín, que, en un principio, estaban llamados a ser los dueños del centro del campo albiazul. No obstante, lo que estos no esperaban, sobre todo el asturiano porque el bilbaíno apenas ha tenido oportunidades de mostrarse, es que esa intención de disfrutar con el juego se disiparía tan temprano -o al menos así sucedió en Mestalla, donde el Glorioso volvió a sus viejas costumbres-.

Al verse superados, por tercera semana consecutiva, en el centro del campo, los babazorros se olvidaron de todo lo ensayado en los amistosos y volvieron a enviar balones en largo a Joselu creando un popurrí de ideas completamente ineficaz. Porque, aunque el delantero gallego, como acostumbra a hacer, ganara en las alturas gran parte de esas disputas, ninguno de sus compañeros, con características más asociativas, sabía muy bien cómo aprovecharlas. Buena muestra de ello fue que los únicos acercamientos peligrosos llegaron en la segunda mitad, cuando Luis Rioja, más acostumbrado a buscar las segundas acciones, saltó al césped.

Cambio de estrategia

Ante esta situación, una de las labores que debe acometer Javi Calleja en estas dos semanas de parón es decidir si continúa con la idea establecida en pretemporada y el cuadro gasteiztarra apuesta por no regalar el balón o si, por el contrario, sigue la estela de los demás entrenadores, salvo Machín, que han pasado por el banquillo alavesista y se resigna a jugar para su nueve. Ahora bien, en ese caso el técnico madrileño tendría que priorizar unas bandas mucho más profundas y, además, un centro del campo más destructivo.

Decida lo que decida Calleja, la única certeza es que tiene tiempo y confianza para darle la vuelta a la situación. LaLiga acaba de arrancar, el mercado continúa abierto incluso, y está en una situación muy volátil, pues, de una semana para otra, cualquier proyecto que parece condenado al fracaso puede cambiar completamente las tornas y devolverle la ilusión a su afición. En ese sentido, serán determinantes, más allá de la visita al Villarreal, los duelos frente a Osasuna y el Espanyol, dos rivales directos del por la permanencia que pondrán a prueba la mejoría -o no- respecto a las tres derrotas cosechadas hasta el momento.

Recta final

Al que, por otro lado, no le resta mucho margen es al mercado estival. El Alavés sigue buscando en él una pieza para apuntalar su centro del campo -Siliki es una de las opciones prioritarias-, pero, para ello, necesita encontrar destino a alguno de los descartes de su plantilla. Tras la marcha de Carlos Isaac al Real Oviedo la semana pasada, Saúl García debería ser el siguiente en salir. Sin embargo, las negociaciones para ceder al lateral cántabro, al que siguen varios equipos de Segunda División, continúan abiertas.