Durante las nueve temporadas que ha defendido el escudo del Deportivo Alavés, Manu García no ha sido únicamente una figura indispensable sobre el terreno de juego. Además de eso -y sobre todo- ha sido una referencia insustituible en el vestuario. De manera especial cuando las dificultades hacían acto de presencia en el horizonte albiazul.

Tras sufrir los rigores del campo de arena de San Viator en su infancia y el fútbol modesto en los inicios de su carrera como profesional, la humildad y el compromiso siempre han sido dos condiciones que han ido de la mano del gasteiztarra. Innegociables en su día a día y en el de cualquiera que aspirara a formar parte del GloriosoAsí se lo dejaba claro desde el primer momento a quienes pisaban por primera vez el vestuario de Ibaia.

Pero, al mismo tiempo, también prestaba su hombro para todo aquel que lo necesitase. Siempre dispuesto a ayudar, no dudó nunca en dar un paso adelante cuando la presión o la responsabilidad hacía a la mayoría mirar hacia otro lado. Daba igual que fuera para lanzar un penalti en un momento decisivo que para salir a dar la cara públicamente tras un mala actuación del equipo o para reclamar respeto hacia un recién llegado a Liga de las estrellas.

Con su inconfundible carácter y, sobre todo, su ejemplo en el día a día se fue ganando el respeto de todos los vestuarios de los que ha formado parte. Aunque en más de una ocasión tuviera que levantar la voz para recordar la esencia que El Glorioso no puede perder nunca si no desea arriesgarse a ser devorado por una competición inmisericorde.

Durante todos estos años ha ejercido de pegamento dentro de las plantillas, de necesario interlocutor con los responsables del club y de indiscutible referencia para los miles de aficionados que cada quince días le veían cumplir sobre el césped de Mendizorroza el sueño que todos ellos habían abrazado también en su infancia sin tener la suerte de poder completarlo.

Pero también ha sido un parapeto público para sus compañeros cuando, como ha sucedido este curso, las cosas distan mucho de salir según lo deseado. En esos malos momentos siempre aparecía en escena la voz sensata del capitán para transmitar serenidad y confianza en las posibilidades de un GloriosoUna voz que será muy complicado sustituir a partir de ahora.

“Orgulloso, satisfecho y feliz de haberme entregado en cuerpo y alma a mi Alavés”

“Aquí termina el regalo que el ‘Glorioso’ tenía para mí; el camino sigue, la huella es imborrable”

Ex capitán del Deportivo Alavés