Reza una de las máximas del fútbol que cuando no se puede ganar resulta obligado al menos salvar el empate y a eso se agarró ayer el Deportivo Alavés. Necesitaba tres puntos pero tuvo que conformarse con uno -y gracias-. De los males, el menor. Porque durante muchos minutos el equipo se empeñó en arrojar paladas de tierra sobre el ataud en el que volvió a meterse por errores propios. Al menos no tiró la toalla hasta el final y gracias a ello encontró una mínima recompensa que le permite continuar con vida en la pelea por la salvación.

Tras el accidente de Ipurua Javi Calleja optó por tratar de recomponer el equipo introduciendo varios cambios. De esta manera Rubén Duarte, Pere Pons y Rioja ocuparon los puestos de Martín, Edgar y Lucas Pérez. Unas variaciones que se tradujeron en un arranque en el que l conjunto vitoriano estuvo especialmente preocupado por proteger la portería de Pacheco y evitar regalos que convirtieran el duelo en un sencillo tobogán para el Levante.

Así, el cuadro gasteiztarra -que apostó más por el juego directo que en ocasiones precedentes- apenas generó caudal ofensivo pero, a cambio, tampoco sufrió demasiado. Hasta que en el minuto 21 una falta lateral peinada por Cantero acabó con un remate a bocajarro de Dani Gómez en el área pequeña que se encontró con una magistral respuesta de Pacheco para evitar el gol.

Esta acción impulsó al Levante, que pasó a controlar todavía más el choque. Sin embargo, al filo de la media hora, El Glorioso halló oro cuando menos lo esperaba. Rioja controló a la perfección un pase cruzado de Laguardia, encaró a su par y, entre dos defensas, centró al área. Allí Rober Pier despejó con la puntera de manera defectuosa y el rechace le quedó franco a Pons para fusilara a Cárdenas.

Sin haber hecho excesivos méritos para ello, cierto es, el Alavés se encontró con un tesoro que dibujaba el escenario ideal para la escuadra del Paseo de Cervantes. Ventaja en el marcador ante un adversario sin mucho por lo que pelear y tiempo para contemporizar. Pero, una vez más, se empeñó en complicarse la vida y, en menos de diez minutos, regaló dos goles a su oponente fruto de errores imperdonables.

El primer de Rubén Duarte al dejarse ganar la partida de manera incomprensible por De Frutos en un balón en la banda que acabó con un remate a la escuadra de Morales tras un centro preciso del primero. Ya con el empate en el marcador, otro desastre colectivo en el trabajo defensivo motivó que un saque de puerta de Cárdenas se transformara, en apenas cinco toques, en un mano a mano del capitán granota ante Pacheco que El comandante no perdonó. En un visto y no visto el Alavés había dejado escapar su ventaja y se enfrentaba a un escenario dramático.

Porque la remontada visitante dejó muy tocado a un Glorioso que arrancó el segundo período muy atascado pese a la entrada de Lucas Pérez por Pere Pons. El cuadro gasteiztarra lo intentó con mucho más corazón que cabeza -y fútbol- y el tiempo transcurría sin que Cárdenas tuviera siquiera que intervenir.

La desesperación albiazul aumentó todavía más cuando, en el minuto 62, Joselu envió a las nubes un balón que le había quedado franco en el área pequeña ante el portero visitante tras rebotar en la barrera un lanzamiento de falta directo de Lucas Pérez. Con el partido -y con él las esperanzas de vida del Glorioso- consumiéndose, Calleja quemó todas las naves y volcó por completo el equipo al ataque.

Y fruto de esa acumulación de elementos, cuando la desesperación ya era más que evidente, llegó el empate. En el minuto 87 Lucas botó una falta desde la banda izquierda, el balón llegó a los pies de Deyverson en el segundo palo, el brasileño la devolvió al área y ahí, rodeado de rivales, Joselu logró cabecear. Cárdenas desvió la pelota pero, tras unos interminables segundos de dudas, el VAR confirmó que la pelota ya había cruzado la línea de gol cuando contactó con las manos del guardameta.

Llegó así un empate que mantiene al Alavés vivo en la agónica pelea por la salvación. Y todavía pudo ser mayor el premio, porque en los nueve minutos de añadido Joselu volvió a tener un mano a mano con Cárdenas en el área pequeña en el que nuevamente volvió a perder la partida. Es el sino de este Glorioso. Sufrir hasta el último suspiro. Ojalá que para alcanzar un final feliz.